Mariana Rondón habla sobre «Pelo Malo»; búsqueda y descubrimiento de los gustos y la diferencia
La etapa de la infancia es un periodo de nuestra vida en el que procuramos mirar, ver y observar las cosas materiales, útiles o no, y las actitudes en la vida de las personas para hacernos una idea sobre cómo es el mundo que nos rodea. En base a esa mirada, vamos construyendo nuestra propia personalidad mientras poco a poco vamos aprendiendo qué es lo que nos hace sentir bien y a modular nuestra relación con los demás. Sin embargo, muchas veces esa capacidad innata de búsqueda que los niños interpretan como un juego, es torpedeada por personas cercanas que están aferradas a terceros dilemas y no dan brazo a torcer cuando comprueban que alguien intenta ser uno mismo.
En «Pelo Malo» la cineasta venezolana Mariana Rondón nos presenta el caso de Junior (Samuel Lange), un niño de nueve años con el pelo rizado pero que se lo quiere alisar para la foto de la escuela y así verse como un cantante de moda, lo que crea un enfrentamiento con su madre Marta, una joven viuda desempleada. Ese hecho aparentemente tan banal es el detonante de una creciente paranoia en la mente de ella a través de la cual está intentando confirmar la idea de que el niño es un homosexual y es entonces cuando cualquier movimiento o mirada del niño tiende a ser interpretado por la madre en esa dirección.
Marta, desbordada por lo complicado que es vivir en la caótica Caracas, cada vez tiene más dificultad para aguantar la fijación de Junior con su aspecto. Cuanto más guapo quiere parecer Junior para que su mamá lo quiera, más lo rechaza ella. La película fue exhibida inicialmente en el Festival de Toronto y programada en las secciones oficiales de los de San Sebastián y Biarritz. La realizadora nos comenta más sobre su punto de vista en diálogo con Cinestel.
– ¿Se está educando a los niños para el miedo?
Si te refieres a lo que se ve en la película, en esos edificios de Venezuela respecto a los niños menos favorecidos, creo que sí que hay una educación para el miedo con el mensaje de que hay que cuidarse y de que a cada paso que das, la vida está en riesgo y en peligro porque estás expuesto a que algo te suceda.
Obviamente en ese contexto, el problema surge cuando alguien intenta ser diferente y salirse de los grupos que están constituidos y para mí eso tiene reflejo en otros ámbitos como puede ser el de la política del país con la polarización extrema que estamos viviendo. El otro, el que no está del lado tuyo y es distinto a ti es, de hecho, el enemigo. Ahí es donde se perdieron las necesidades individuales porque si en términos políticos eres del otro lado, está anulada la convivencia contigo.
– ¿Crees que en la película la madre quiere guiar las formas y los gustos de su hijo para que esté integrado en uno de esos grupos de niños?
En este caso yo defendería un poco este personaje, Marta, porque creo que en ella hay un esfuerzo enorme también de protegerlo y cree que así protege al hijo de que alguien más lo vaya a dañar, le quiere dar las herramientas pobres y casi inútiles que ella misma tiene para que se cuide de ese mundo que puede ser muy agresivo.
– ¿Podríamos decir entonces que Marta es una mujer adulta herida que quiere que su hijo se defienda aprendiendo a herir?
Exactamente, yo creo que ése es el punto de partida de todo lo que cuenta la película.
– La actriz protagonista, Samantha Castillo, parece que tuvo que hacer un proceso de adaptación muy intenso a su papel de intolerante en el film porque dista mucho de como ella es y de lo que ha vivido personalmente. ¿Fue así?
A mí me gusta mucho el trabajo que ella ha hecho y lo que resultó muy bonito es que ellos dos, Samantha y Samuel, se gustaron mucho desde el principio, se llevaban muy bien y a partir de esa relación de amor y admiración entre ellos pudimos construir más fácilmente la relación de lucha. Realmente construimos tanto los personajes como esa relación tan dura y áspera, que aunque alguien pudiera pensar que si se llevaban mal era mejor para la película, yo siempre creí que no, que si se llevaban muy bien nos permitiría poder llegar a extremos más duros en la relación de los personajes, ya como Marta y Junior.
– Queramos o no, estamos dentro de una sociedad consumista donde todo se compra y se vende y en «Pelo Malo» no sólo la madre tiene que hacer ciertas acciones para conservar su trabajo que luego trata de aliviar con otras parecidas que simbolizan un poder, sino que la abuela vemos que hasta negocia con dinero para obtener la compañía del nieto. ¿Esas actitudes las incluiste en el guión para subrayar que estamos en una sociedad de compra-venta?
Fíjate que no lo había pensado desde ese lugar pero sí, por ejemplo la abuela es un personaje muy pragmático y piensa que hay que resolver las cosas con mucha inmediatez porque, por otro lado, cuando la dejan en algunos momentos con el niño, tiene gran capacidad de dar cariño y en ese sentido muchas veces no podemos encasillar a las personas en blanco o en negro porque ella es capaz de negociar como una abuela y sin embargo, por otro lado, le pasa a dar al niño una posibilidad de vida muy linda con cosas como enseñarle a bailar o a cantar.
Lo que me interesaba es reflejar la capacidad que tienen esos personajes de ir de un extremo a otro, quizás como muchas otras personas en la vida.
– Y trabajar en cine con un niño es difícil pero no lo es tanto si es un chico que conoces prácticamente desde que nació, como creo que es tu caso. ¿Fue así?
Sí, conozco a este niño de toda la vida. Es un niño de cine como decimos porque he trabajado con su mamá y él ha trabajado en varias películas. En realidad fue el primer chico que vi para esta historia y pensé que tenía que seguir buscando porque generalmente las películas necesitan más sacrificio, pero después volví a él.
– Una de las claves de «Pelo Malo» sería tratar de reconocer que el otro puede tener gustos diferentes porque a veces creemos y hasta damos por hecho que a los demás les tiene que gustar lo mismo que a nosotros nos gusta.
Exacto. Para mí el sentido final de hacer esta película tiene que ver con la intolerancia, el decir que aunque me cueste y no entienda qué pasa dentro de mí, el otro es distinto y además tengo que dejarle ser él y ser respetuoso, respetar sus preferencias y sus deseos porque a veces él es distinto y yo veo sus deseos y esos deseos me gustan menos aún, o que sé yo. Y su libertad también la tengo que respetar porque pareciera lo mismo pero no es lo mismo. Tenemos que dejar sentado que el otro es diferente y que nos va a pedir cosas, y es como que todo eso tiene que poder existir.
– Hay que aclarar que Junior, el niño, está en fase de descubrimiento y no se le ve una definición sexual hacia lo gay frente a las sospechas de la madre de que sí lo es.
Totalmente, para nada. Yo construí esta película a punta de miradas. Cuando planteé el casting, lo primero para mí fueron los ojos de los actores, de la abuela, del niño y de la madre, pero después durante la película es la mirada de ese niño sobre esa madre, la mirada de ella a él, de cómo ella hace el juicio, de cómo él la ama, pero sobre todo dejé una que es para el espectador porque el público está viendo cosas que no ve la mamá. El espectador está viendo la mirada de ese niño sobre los otros, el amigo, el de la esquina, el otro,… y mi intención era que el espectador se cuestione a sí mismo qué es lo que está viendo en esas miradas, si está haciendo el mismo juicio que la madre o tu tienes la capacidad de pararte para otro lugar. ¿Estás teniendo la capacidad de respetar esa diferencia o eso que ni siquiera sabes qué es?, porque no tienes por qué saber qué es. ¿Es identificación o es necesidad de una figura paterna? Osea, son muchas cosas que podrían estar pasando ahí; lo principal es en qué lugar te pones como espectador.
– ¿Y en Venezuela cómo se ven esas diferencias? ¿Se ha avanzado como en otros países?
No, Venezuela creo que ha retrocedido. Hace unas semanas hemos vivido un capítulo absolutamente incompresible cuando un diputado del partido del gobierno ha hecho unas acusaciones en la Asamblea Nacional de corrupción a miembros de la oposición. El discurso sobre la corrupción duró dos minutos, pero durante cuarenta minutos la acusación se derivó hacia el tema de la homosexualidad a los de la oposición. Entonces hacen como un gran show mediático apelando al machismo venezolano y a mí me parece eso como la incitación a una homofobia galopante y además fueron declaraciones de una violencia extrema. Entonces, eso realmente en este mismo momento que estoy sacando la película puso como muy en tema nacional lo de la homofobia, porque en Venezuela, en el Congreso, no aprobaron ninguna ley que permita una igualdad. Hay unas leyes muy básicas pero no pasan de ser básicas. No hay matrimonio igualitario y yo creo que es uno de los países en ese sentido más atrasados de Latinoamérica.
©José Luis García/Cinestel.com