«El día trajo la oscuridad» de Martín Desalvo; convivencia enrarecida
Estreno en Buenos Aires.
A Martín Desalvo lo recordamos por haber codirigido hace años el filme «Las mantenidas sin sueños». Ahora su retorno, años después, viene cargado del misterio de las cosas oscuras desde un conjunto de situaciones en las que no podemos prever que es lo que podrá pasarles a las protagonistas. Desalvo dosifica la información que le va dando al espectador a partir de una chica y su padre que viven en un pequeño pueblo azotado por un brote de rabia y de la visita no anunciada de una prima que padece una extraña enfermedad. El resultado es una obra que se inscribe dentro del género de terror y que ofrece ingredientes que trascienden lo local.
Mora Recalde y Romina Paula son las protagonistas de «El día trajo la oscuridad» y su director, Martín Desalvo, nos comenta sus impresiones en diálogo con Cinestel:
«En realidad no es que yo la haya encarado desde un lugar de género aunque sí que, por supuesto, es una historia de terror psicológico, pero cuando yo pensé la película, mi hipótesis de trabajo era utilizar los elementos del mito vampírico tradicional, pero trabajarlos en un contexto hiperrealista en un pueblo chico del interior de la Argentina, entendiendo el hiperrealismo en un sentido cotidiano de la cuestión absolutamente real de la vida que llevan los personajes, que la prima de Virginia irrumpa con una enfermedad que a priori uno podría intentar explicar desde lo racional y lo científico, y que la cuestión sobrenatural, es decir, cuando empiezan a aparecer los sueños premonitorios y toda la cuestión vampírica que es muy sutil también, siempre podría ser explicable. Es como si vos y yo estamos acá conversando y aparece un ovni en la ventana pero que está ahí de verdad. Y entonces ése fue el trabajo de la esencia de la película, si bien hay algunas cuestiones que tienen que ver con el estilo de la manera de filmar, aspecto en el que utilicé mucho carro lento para generar un poco de suspenso, pero no es que lo trabajé específicamente desde el género.
– Se percibe en la película que has trabajado mucho el guión con las actrices de manera que es como que ellas mismas han incorporado mucho de sí en el texto y las formas de actuación definitivas. Me fijo por ejemplo, cuando el personaje de Mora Recalde habla sobre las carreras, que parece como que tiene que ver con lo que ella ha vivido en su familia real. ¿Hicieron ellas dos muchos aportes al guión definitivo?
Sí, por supuesto. El trabajo con las actrices fue fantástico y muy particular. Mora está involucrada en el armado de la película desde el verdadero principio, cuando yo me encontré frente a la primera versión de «El día trajo la oscuridad» que me alcanza Josefina Trotta. Mora también lo leyó y me apoyó en eso. Siempre en mi trabajo de reescritura con Josefina, yo permanentemente le daba a leer a Mora las reescrituras para que ella igual opinase. Más tarde, a Romina Paula la convoco para hacer una reescritura del guión, no como actriz sino como dramaturga que también es. Ella trabaja conmigo unos meses haciendo esa reescritura del guión y recién que terminamos y quedamos muy contentos con la versión final, la convoqué para que hiciera el papel de Anabel en la película. Ellas dos, además de estar desde los más tempranos orígenes en este proyecto, también aportaron sus cosas durante el rodaje y está muy bueno eso de compartir mucho tiempo para que el resultado final sea más satisfactorio.
– ¿Resumirías esta historia como una pesadilla soñada con los ojos abiertos?
Bueno, podría ser algo así. En realidad, como te decía al principio, me gustaba la idea de una persona normal que de repente se encuentra con un hecho sobrenatural enfrente. Creo que, en general, lo primero que uno haría es negar esa circunstancia irracional al intentar meterlo en una caja de racionalidad. Entonces creo que por esa cuestión sí que tiene cierta relación con una pesadilla vivida con los ojos abiertos en el sentido de que el personaje de Virginia no puede reaccionar, no le entra en sus cabales que eso esté sucediendo. Ella no puede darse cuenta y niega. Pese a la serie de cuestiones que evidencian que su prima es un vampiro, lo niega, no quiere verlo, y ese es un poco el punto de vista que yo elijo como director, que es acompañar a Virginia en su recorrido, como dándonos cuenta junto con ella de qué es lo que está pasando.
El tema de esa especie de sueños premonitorios que le aparecen, la verdad es que eso surgió durante el montaje. No era tan así en el guión original donde teníamos unas pesadillas que tenían más que ver con la vida de Virginia, con lo que le pasaba a ella anteriormente, y eran unos temas que la torturaban mentalmente pero que no tenían que ver con la historia que estaba por venir. La verdad es que en el montaje nos apareció este aporte de Andrés Tambornino, que además de ser montajista es un gran director, que fue fundamental en esa parte de la película en la que la protagonista empieza a soñar lo que va a vivir.
– Me sorprendió favorablemente el uso que haces de los planos oscuros que con sutileza indican en la mente del espectador que algo extraño está por suceder. ¿Te fue sencillo incorporar esto, o trabajando habitualmente en la televisión has tenido más dificultades?
En el sentido estrictamente técnico sí que tuve algunas dificultades, aunque sobre cómo había que filmar hicimos un trabajo de diseño de producción para poder rodar las noches de la manera en que quedaron, junto con el director de fotografía y el resto de integrantes del equipo. Fue sumamente arduo y complejo porque tuvimos bastante tiempo de preparación para llegar al look que yo quería de las noches y que tenía que ver con esta oscuridad que me parece fundamental. De hecho también alude al título.
No sé si lo sabías, pero todas las noches de la película son ‘noche por día’, es un proceso parecido al llamado ‘noche americana’ (nuit américaine) en el sentido de que estás filmando de día, pero teníamos que filmar sí o sí cuando estaba nublado porque así generaba poco contraste para luego, por un proceso de FX, cortar y reemplazar todos los cielos, poner otros cielos nublados nocturnos y después, con una corrección de color muy puntillosa, generar esa especie de noche que lo que quería lograr es que, ¿viste cuando se te abren las pupilas en una noche en que solo tiene apenas un poco de luna y se ve bastante oscuro, pero se llegan a vislumbrar las siluetas? Ahí quería lograr la mayor «realidad» en cómo uno ve en un bosque de noche. No quería saber nada con el HMI de fondo, con el haz azul clásico de las películas de cine de terror de clase B.
Eso sí que fue bastante complejo porque estábamos un poco como los vampiros; si salía el sol nos teníamos que meter a cobertura y filmar adentro, pero como todas las noches queríamos que tengan el mismo look, todo lo que eran interiores y todo lo que eran autos andando de noche, la única manera que había de hacerlo era filmándolo con croma, así es que todos los interiores que ves que tienen ventanas nocturnas que dan afuera, es todo croma y reemplazado; lo que se ve por la ventana está filmado de día y luego posproducido de esta manera que te digo para llegar a esa noche.
– Y por ejemplo, ¿en el uso del antiguo tocadiscos y el no uso del celular que se ve en la película, quisiste dar la sensación de una época ‘retro’ quizá?
Eso en realidad fue porque la historia es en un pueblo chico de interior un poco quedado en el tiempo. Yo sí quería un cierto anacronismo en la historia, porque me parecía que esta cosa de la inmediatez de la comunicación, con celulares y eso, jugaba un poco en contra de esta especie de claustrofobia y de esta especie de sí o sí tener que estar ocultas, metidas adentro de un lugar porque afuera hay inclemencias de frío, fallas de comunicación,… me gustaba un poco esta cosa claustrofóbica y anacrónica. El tocadiscos tiene que ver con que el padre, en su momento, tenía su tocadiscos, dejaron de modernizarse y continúan con él, la prima no tenía celular y los teléfonos no andan. Me gustaba esa onda así como anacrónica, no sé si tanto como ‘retro’ o ‘vintage’, pero sí quedada en el tiempo.
«El día trajo la oscuridad» es una película universal por ese mito del vampiro, con muy pocos referentes locales, cuyo proyecto inicial de guión fue presentado para su apoyo en el mercado de la Berlinale, donde se les abrieron un montón de puertas, aunque por cuestión de fechas no se pudo armar una coproducción puesto que se habría retrasado más de un año el rodaje. Mar del Plata les dio la oportunidad de participar y ganar en su Work in Progress la posproducción en Cinecolor y de exhibirla allá un año después, además de que se filmó muy cerca, en Chapadmalal. También participó en la primera edición de Vanguardia y Género del BAFICI, en el Festival de Rotterdam, en Fantaspoa de Brasil, y próximamente va para la Blood Windows Gala de Cannes y otra muestra en Corea.
©José Luis García/Cinestel.com