«Melbourne» de Nima Javidi; imprevistos bruscos y angustiantes

Los momentos que son más trascendentales en la vida de cualquier persona implican un gran impacto a nivel emocional cuando se tiene la seguridad de que ese cambio inminente puede suponer un viaje que, aunque deseado, es posible que no tenga retorno a las condiciones del pasado. Eso es lo que les sucede a los protagonistas de esta película, un joven matrimonio de Teherán que está a punto de comenzar una nueva vida en Melbourne, inicialmente a través de un programa de intercambio internacional de estudiantes, pero con la intención de quedarse allí si lograran una estabilidad laboral que se lo permitiera. Los preparativos de ese importante viaje son tan amplios en el tiempo como precipitados y frágiles en las horas anteriores al vuelo que los ha de llevar a ese lugar distinto y distante.
Sin embargo, a pocas horas del inicio del traslado, los dos se ven envueltos en un drama de considerable envergadura que los hace constantemente replantearse las maneras de solucionarlo, teniendo que capear con el aluvión de visitas que reciben en la casa, tanto de empresas que se van a llevar y pagar por los muebles, como de familiares y amigos para despedirse.
El caso es que la niñera de sus vecinos de enfrente repentinamente tiene que abandonar aquella casa por poco tiempo y les pide que se queden al bebé a su cargo hasta que vuelva. En el medio del fragor de todos esos preparativos, piensan que la criatura está plácidamente durmiendo y no se van a percatar hasta algo más tarde de que no respira y que, por consiguiente, ha fallecido. El problema que se les viene encima es monumental y lo que en principio era un favor inocuo, se va a transformar en una pesadilla sin fin con la angustia añadida de las pocas horas que les quedan para trasladarse al aeropuerto.
En la realización de «Melbourne» encontramos aspectos positivos y negativos. Comenzando por los primeros, hay que destacar la excelente factura técnica del realizador Nima Javidi, quien con cinco cortos en su filmografía, dos documentales y más de treinta comerciales, ha puesto lo mejor de sí mismo para que el discurso visual y dramático sea coherente con la tensión que necesita la historia. La fascinante actuación de los actores, sobre todo la de los protagonistas Payman Maadi y Negar Javaherian, no deja lugar a dudas de que han logrado una gran empatía para transmitir la angustia, tirantez e incertidumbre que se requería. El filme está ambientado en la actualidad y ahí se ven igualmente reflejadas nuevas tecnologías como la del celular e Internet.
Donde erra la película es en la credibilidad, porque no hay quien se pueda creer ciertas cosas que van sucediendo a partir del terrible hallazgo del niño muerto y ni mucho menos el final, que ciertamente es inverosímil. Lástima que un director tan serio y responsable como Javidi no haya calibrado hasta un punto óptimo el guión que él mismo escribió. Aquí estamos frente a su primer largometraje de ficción y, como ha sido hecho con ganas e intensidad, tal vez nos podamos consolar pensando que lo que intentaba era construir una metáfora sobre los padres que marchan de Irán a buscarse la vida en el extranjero y como consecuencia dejan morir la relación estrecha, directa y humanamente cercana con sus hijos.
©José Luis García/Cinestel.com