«Mi amiga Bety» de Diana Garay; ¿cómo se configura el destino?

Ejercicio documental de la egresada del CCC Diana Garay, «Mi amiga Bety» es un film construido con la finalidad de darnos elementos de información suficientes para pensar en qué es lo que le sucedió a esta amiga de la realizadora, cómo llegó a ser acusada de haber matado a su madre adoptiva y por qué no se pudo profundizar en el recorrido procesal normal que estos asuntos llevan. El cine documental nos ofrece recursos para que los espectadores podamos tener una visión sobre el tema de modo que podamos valorar nuestras dudas y certezas y este trabajo lo cumple escrupulosa y brillantemente.
Diana y Bety fueron compañeras de la escuela y eso ha ayudado a darle un aire más cercano a la película en el sentido de que en un principio podemos cotejar su testimonio con el de sus compañeros y amigos acerca de la personalidad de Bety en aquellos años estudiantiles y de este modo reconstruimos la identidad de esta chica algo corpulenta, partiendo de la visión que tenía de sus padres, cómo vivía y qué tipo de relación tenía con los demás estudiantes.
Estas declaraciones de sus compañeros, -pensemos que han transcurrido unos diez años desde entonces-, no son de poca importancia porque la memoria va a ser decisiva para todo lo que veremos después, esa memoria que se hace más débil con el tiempo y que con frecuencia se tiende a interpretar de manera diferente, como una caricatura, sobre todo si tenemos en cuenta que solo uno de ellos, Rodrigo, todavía mantiene contacto con la actual reclusa.
Bety fue la típica niña consentida que vivía en un mundo de rosa y les decía «lo quiero todo» a sus padres adoptivos que todo le compraban para satisfacerla. Por otro lado, su padre muere y es fácil deducir que su madre no podría tardar mucho más tiempo en hacerlo debido a una enfermedad. Pero quizá fue esa vida complaciente la que la llevó después a cometer algunos errores que tienen que ver con esa fragilidad de la memoria, tanto en su testimonio como en una reconstrucción posterior, en no considerar la asistencia jurídica de un abogado desde un principio, y en el hecho de que se agotaran los plazos para apelar, cuestión que podría haberla conducido a una posible absolución frente a los 30 años de reclusión a los que fue condenada por un crimen sobre el que, según el documental, no se tienen pruebas claras y todo parece estar basado en distintos testimonios y en las contradicciones de la protagonista. «Mi amiga Bety» se adentra en la personalidad de esta mujer para evidenciar la hipótesis de que esos puntos débiles en su personalidad quizá podrían haberle jugado una mala pasada, y que las torpezas cometidas por ella y su abogado penal durante la tramitación judicial podrían haberla encerrado ahí de manera injusta.
Aunque el film es lineal cronológicamente, Garay ha mezclado convenientemente los testimonios de modo que podamos llegar a comprender los diferentes puntos de vista. La vida sentimental de Bety parece que estuvo ligada durante bastante tiempo a Mauricio, hijo de un tío suyo, bastante dominante de carácter, y en la parte final de «Mi amiga Bety» veremos que ha dado un vuelco, ha encontrado su amor en otra persona completamente diferente en el sentido más amplio. Interesante este primer trabajo de la realizadora a quien ya le han comenzado a llover premios, un film que explica con claridad un caso complejo.
©José Luis García/Cinestel.com