«Mommy» de Xavier Dolan; cruzar los límites por la desesperación

Estrenada en Argentina.
Llegó a los cines argentinos la esperada «Mommy» del canadiense Xavier Dolan, un director que ronda los 25 años de edad y que le está aportando al cine sabia nueva con unos planteamientos técnicos innovadores y tratando historias de gran profundidad que no dejan indiferente al espectador. Su preocupación por las relaciones maternofiliales se puede apreciar en distintos trabajos suyos y en este caso ahonda en el mismo tema desde la perspectiva de un problemático hijo que tiene que ser tratado como consecuencia de su comportamiento poco sociable y fuertemente alterado en algunos momentos. La relación con su madre no es nada fácil porque está alimentada por un círculo vicioso que sólo puede llegar a ser roto por una tercera persona comprensiva con el problema, como sí lo es una vecina de enfrente.
La totalidad de la película está compuesta por un trío de personajes que funciona. Dolan presenta la realidad de dos almas paralelas, madre e hijo, que se aman y se adoran al tiempo que son dueños de una co-dependencia importante, mientras tienen graves problemas para expresar o sacar afuera sus sentimientos. La madre es viuda y soltera, madura algunas veces, malhablada en otras, a la que nadie quiere dar un trabajo por los problemas derivados de la disfuncionalidad que padece con su hijo. El chico estalla a gritos en algunas conversaciones y ambos tienen una vecina que es profesora de secundaria y se quedó muda de repente, pero que ahora se está recuperando en un año sabático. Con la aparición de ella, la amistad y el amor madre-hijo se profundizan, así como sus sentimientos y sueños.
«Mommy» es una película sobre las adversidades de una madre dentro de la evidente crisis existencial en el seno de una familia monoparental atormentada. Esos condicionantes los hace a ambos desarrollar una vida tendente casi siempre a la exageración, -que no a la sobreactuación-, y al histrionismo como una de las herramientas para justificar su incapacidad de llevar una vida que puedan sentir como satisfactoria. Partiendo de esas premisas, ellos dos son erróneamente propensos a considerar que todos los demás están en su contra.
Xavier Dolan se revela como un cineasta virtuoso e innovador a la hora de ofrecernos casi todo el filme en un formato inusual, el 1:1 que básicamente es un cuadrado central con dos franjas negras, una a cada lado, y que sólo amplía a pantalla completa en determinados momentos muy específicos y estudiados al servicio de los personajes y no al de la manipulación del espectador.
Y en esa línea, destacar también su concienzudo trabajo en algo que debería ser básico en todo cineasta interesado en desarrollar sus obras con la máxima libertad y creatividad: tener muy claro desde el inicio del proyecto qué es lo que se quiere contar, entendiendo cómo han de ser las relaciones humanas y sus vínculos para que sean realmente creíbles esos personajes, y teniendo una amplia perspectiva que se pueda completar con la colaboración de buenos profesionales en la materia de la que se habla a la hora de afinar el guión, pero siempre teniendo en cuenta ese orden concreto de las cosas y todo el conjunto de las fuentes que muchas veces se requiere que sean diversas para adecuar el texto de lo que después se verá en las escenas. Esto lleva bastante tiempo, pero no hay ninguna duda de que Dolan es un realizador mas de tantos a los que les gusta cumplir y presentarle al público un resultado que sea atractivo y conmovedor a partir de una gran intuición o de experiencias cercanas.
©José Luis García/Cinestel.com