«Navajazo» de Ricardo Silva; documentiras sobre unas verdades

Forjada como si fuera un documental, esta película que obtuvo en Locarno el Leopardo de Oro de la sección Cineastas del Presente, presenta una visión social apocalíptica a través del retrato de personajes que luchan por sobrevivir en un ambiente hostil, donde todo lo que tienen es el uno al otro y lo único que poseen en común es la voluntad de seguir viviendo sin importar el costo. El director mexicano Ricardo Silva fija su foco de atención en la localidad de Tijuana, fronteriza con los Estados Unidos, y nos transporta a través de unos personajes que están en un callejón sin salida. El resultado es notable, ágil e intenso.
«Navajazo» es un filme coral que cuenta el devenir de un grupo disperso de personas diferentes que en su mayoría tienen en común el haber desarrollado un intrépido y esforzado interés en cruzar la frontera mexicana para procurarse una vida mejor al otro lado de la línea de separación entre ambos países. Algunos de ellos lo intentaron y lo consiguieron, pero por avatares del destino fueron deportados y se encuentran de nuevo en territorio mexicano con pocos recursos y la intención de volverlo a intentar cuando puedan, lo que les hace tener que permanecer en un ambiente de indigencia, de precariedad o de prostitución.
Silva ha desarrollado una película provocadora y ha colocado a sus protagonistas asumiendo una ficción sobre hechos que son cotidianos en esa ciudad tan poblada de Baja California. Aún así, el esquema es el típico de los documentales aunque a fin de cuentas no lo sea realmente, y es esta particularidad la que nos plantea suspicacias porque se aprecia que es un cineasta cuidadoso en no querer ahondar en desgracias ajenas bastante traumatizantes, pero al mismo tiempo de dudosa ética al mostrar en una escena el artificio y la manipulación que está llevando a cabo. El empleo de actores sí se puede sostener porque tal vez quienes de verdad están dispuestos a dar ese paso de cruzar los confines territoriales no estén por rodar muchas películas a causa de que tampoco quieran ser reconocidos si alguna vez lo consiguen. Ese es un punto conveniente que tiene el filme con un estupendo trabajo de edición y en el que, por ejemplo, podemos ver una pelea entre dos personas que se lo han tomado tan en serio que se advierte que se han olvidado de la presencia de la cámara, pese a que se nota que nunca antes habían actuado.
Lo que hace «Navajazo» es aportarnos un panorama sobre algunas disfunciones sociales que muchas personas que aún no las han padecido y que quizá no lleguen alguna vez a sufrirlas, se niegan a ver. Ricardo Silva decidió poner ese nombre a la película por lo recurrentes que son los problemas que sobrellevan los individuos que están en esa situación, y decía en Locarno que al rodar este trabajo es como si estuviera arrancándoles a los personajes la costra de una herida una y otra vez sin posibilidades de sanar.
Los retratos que ofrece el filme son muy dispares y podemos ver desde un viejo satánico tocando un teclado electrónico, hasta personas ‘sintecho’ que carecen de medios de vida, prostitutas, yonkis, un coleccionista de juguetes o un pornógrafo a la caza de gente que venda su intimidad por unos pesos. Y es que, en ese mundo a veces se tiene la sensación de estar viendo ovejas en medio de lobos. Silva nos muestra lo moralmente repugnante, aunque también consigue acercarse por momentos a la sensibilidad de sus personajes claramente en un grave estado de decadencia absoluta.
Una parte de la película está rodada en un canal seco de hormigón que hay en Tijuana y que parece una tierra de nadie, dentro de un ambiente en el que por desgracia la violencia forma parte de la normalidad. Para apaciguar los sentimientos de irritación y dolor tanto en los personajes como en los espectadores, Silva ha incluido dentro de la banda sonora del filme cuatro temas de un álbum de canciones de cuna del cantautor catalán Albert Pla grabado en el año 2002 (¿Anem al llit?) y cierra la película con uno de ellos que es la adaptación de una conocida canción popular de Jaume Sisa titulada «Qualsevol nit pot sortir el sol» (Cualquier noche puede salir el sol) con un estribillo que dice: «Oh benvinguts, passeu, passeu, de les tristors en farem fum, a casa meva és casa vostra si es que hi ha cases d’algú». (Oh bienvenidos, pasad, pasad, de las tristezas haremos humo, mi casa es vuestra casa si es que hay casas de alguien).
©José Luis García/Cinestel.com