«Negociador», de Borga Cobeaga; humor sobre las reticencias

El brío y la audacia que tiene Borja Cobeaga a la hora de escribir un guión está más que demostrado, y «Negociador» es su primer largometraje en el que se lanzó en solitario a confeccionarlo, siendo el tercero como director. El donostiarra no es que sepa lo que quiere el público, sino que lo que pasa es que tiene la enorme habilidad de conocer los medios para llegar hasta él, que no es lo mismo, porque sabe explicar aquello que quiere contar y conoce los entresijos del medio cinematográfico a la perfección. Siendo así, al co-autor del texto de «8 apellidos vascos» se le ocurrió la idea de abordar esta historia terrible de la España de pasadas décadas desde un fino humor que nos deja pensando sobre aquellos hechos.
Y claro, expresándolo bien a través de un guión, también es más fácil hacer llegar a los actores qué es lo que quería contar, y por eso aquí están impecables cada uno en su papel, tanto Ramón Barea, el protagonista, como Josean Bengoetxea, Melina Matthews o Jons Pappila, y otros que aparecen menos tiempo como Raúl Arévalo, Carlos Areces, Secun de la Rosa, Oscar Ladoire o Santi Ugalde.
La trama se desarrolla entre los años 2005 y 2006. Barea interpreta a Manu Aranguren, un político vasco, poco cuidado, solitario y algo desgarbado, a quien le encomiendan ser el interlocutor del gobierno español en las negociaciones para la paz en Euskadi, y establecen una fecha y un lugar para un primer encuentro. A partir de eso, la película no define tanto el contenido político sino las formalidades y las formas que son las que van a determinar la fluidez o el estancamiento de unas conversaciones dirigidas a caminar hacia el final del problema. Cobeaga aquí nos plantea una pregunta absolutamente conveniente y determinante: ¿tendrá algo que ver la personalidad de los interlocutores para resolver el conflicto?
Obviamente, la base de «Negociador» es real, porque es una situación que sí se vivió en aquella época, con unas reuniones parecidas en París y Oslo, pero la película está completamente inventada en una narración que fluye lineal en el tiempo y que nos confirma que a veces la ficción es mucho mejor que la realidad para contar según qué cosas, así como que el fantasear nos inspira más que lo que nos puedan contar en las noticias diarias desde cualquier medio periodístico.
Tratándose de una idea de Borja Cobeaga se hace necesario puntualizar que ésta no es una película de chistes, ni de risa fácil o de tópicos, porque aunque contiene unos cuantos gags humorísticos, el trasfondo es el de una tragicomedia melancólica, más trágica que cómica al estar hablando sobre la desesperanza y frustración de aquellos momentos. Al fin y al cabo, «Negociador» sí que evidencia con claridad e ingenio lo absurdas que podían ser aquellas reuniones en el norte donde parecía que en cierto modo, lo peligroso era hablar en aquellos… ¿diálogos?… ¿o negociaciones? En fin, véanla porque bien lo merece por su calidad y porque es una película muy humana que deja de lado el debate ideológico.
©José Luis García/Cinestel.com