“Nuestra venganza es ser felices”; entrevista a Malena Villarino
Estreno en Buenos Aires
Sonia Sánchez es una educadora popular, militante feminista y escritora cuyo pasado se vio ennegrecido como consecuencia de haber sido víctima de la trata de personas tras haber abandonado su tierra natal, Chaco, a los 17 años con destino a Río Gallegos, donde tras comenzar a trabajar como empleada doméstica, terminó siendo captada por las redes criminales de la prostitución.
Trasladada posteriormente a Buenos Aires, un tiempo después un “cliente” intenta asesinarla. A partir de ese momento comenzó su camino de deconstrucción y reconstrucción. Más tarde decidió unir su experiencia de vida a la reflexión teórica y política sobre temáticas de género, trata de personas y prostitución.
“Nuestra venganza es ser felices” es un relato en primera persona dirigido por Malena Villarino, con el inestimable testimonio de Sánchez.
Todo comenzó cuando un libro, «Ninguna Mujer nace para puta», escrito por la ahora protagonista del film, llegó a manos de la realizadora y tras su lectura Villarino quedó muy impactada, ya que según cuenta, ese texto “desmontaba el sistema prostituyente y responsabilizaba al Estado, al sistema neoliberal e incluso a cada uno de nosotros por ser de alguna forma pasivos y pasivas frente a la explotación sexual”.
Sonia Sánchez tiene un gran habilidad para expresar sus sentimientos y sus puntos de vista, así que ella ha sido capaz a través de este filme de poder visibilizar esta problemática y dar voz a lo que les ocurre a un montón de mujeres que, inclusive siendo Argentina una democracia, son víctimas de estos delitos en nuestros días.
La película intenta desdibujar o borrar las fronteras entre directora y protagonista para establecer un puente que permita avanzar hacia otros temas conectados con otras violencias y explotaciones que van dirigidas contra las mujeres y que en la película son desenmascaradas. “Aquí somos todas putas y objetos para el sistema capitalista”, -asegura Villarino-.
Por su parte, Sánchez hace también valer esa gran capacidad suya, adquirida, para usar metáforas como formas de conectar con la gente, algunas de las cuales tienen incluso connotaciones políticas. Pero lo que más le llamó la atención a Malena Villarino fue la capacidad que Sonia tiene de describir situaciones de violencia extrema de una forma narrativamente poética.
“Nuestra venganza es ser felices” es una película que busca conmover por igual a espectadores y a espectadoras de cualquier edad y condición socioeconómica. Aun así, se hace preciso resaltar que siempre es mejor en estos casos que, en cuantas más proyecciones del film sea posible, la exhibición venga precedida de una contextualización y que, asimismo, también se pueda hacer un debate posterior con el público.
– Malena Villarino, el tiempo va evolucionando y por fortuna no tenemos actualmente propuestas cinematográficas como las que protagonizaba la actriz Coca Sarli, por ejemplo, con personajes que eran mujeres no respetadas y violentadas de alguna manera. ¿Crees que eso ya pasó y que ese tipo de cultura patriarcal dejó huella y perdura hasta nuestros días?
Creo que no pasó y que solamente se reinventa. Yo tengo dos hijas, una adolescente y la otra que casi lo es, y las cosas que consumen los chicos hoy en día, o sea el nivel de pornografía y el material audiovisual violento y pornográfico sigue existiendo. Y ahora también hay algo muy peligroso que está pasando, incluso a través del cine, y es que nos hacen creer que las mujeres nos estamos empoderando y que mostrar nuestros cuerpos es una forma de empoderamiento, de modo que el sistema neoliberal se está reinventando continuamente y te terminan siempre vendiendo la violencia como una opción.
Eso pasa también mucho a nivel audiovisual con el material que circula por la televisión, es decir, todas las cosas que vos viste en la película, algunas son de hace cuarenta años acá en Argentina, como lo de Olmedo y Porcel, que fueron unos cómicos muy conocidos y siniestros para mí que vivía acá, pero después hay de hace dos o tres años con esas publicidades que se muestran. Entonces, ahí es donde yo creo que radica el peligro, en ese discurso de que ya pasó, pero que en realidad es todo muy actual, solo que se está reinventando y tomando nuevas formas.
-Pero también, como se menciona en la película, a mucha gente no le importa las desgracias de otros, a no ser que sea tu hermana, un familiar, una amiga o tu vecina. En ese sentido, creo que habría que valorar no solamente las acciones de Sonia, sino también las de otras personas que están luchando como José Campusano, por ejemplo, que está permanentemente peleando contra este problema, pero ¿crees que tendría que ser más gente quien se opusiera a esta situación tan problemática?
Nosotras siempre acompañamos y de hecho estamos instalando un tríptico en el cual hacemos una presentación de la película en tres actos: una performance disruptiva en la calle, -vamos a hacer una frente al Congreso para denunciar al Estado como mayor proxeneta-, después la película y a continuación el debate.
Y en ese debate, por más que la gente está muy conmovida y dolida, porque es muy dura la película en muchos aspectos, también estamos conociendo compañeras y compañeros de otros lugares que están luchando y que ni sabíamos, no teníamos ni idea, o sea, a veces una piensa que estás más sola de lo que realmente estás y simplemente el problema es que nos falta tender redes, porque así como está internet tenemos que ampliar las formas de la lucha y la resistencia.
– Me llamó la atención que en tu película enfocas unas cámaras que están en el obelisco de Buenos Aires. Nunca me habría fijado yo en algo así paseando por la ciudad. Pero ¿qué justificación tiene todo eso?
Nos están controlando todo el tiempo, es decir, estamos siendo permanentemente observados y yo creo que la pandemia tuvo realmente una especie de plan maquiavélico que también hizo que más allá de que estuviéramos encerrados, todo el tiempo están siguiendo qué hacemos, qué compramos y cómo usamos las aplicaciones. Eso disparó también la prostitución virtual, que aunque ya existía previamente, empezó a ser una opción ya totalmente instalada y además con ese discurso siempre perverso que dice que porque el cuerpo no es atravesado o tocado, eso no es violación, y me parece que ya nos hemos naturalizado.
Yo me acuerdo cuando viví en Barcelona en el año 2002 con mi espectáculo callejero, que estaba en la Plaza del Tripi (George Orwell) y para mí, que yo era una fanática de Orwell, ver que le habían metido cámaras a esa plaza que acá todavía no existían en ese momento, me parecía un horror. Nos ganaron y yo me sentía muy devastada luego de haberme ido de mi país, porque sentía que habíamos perdido la lucha en las calles y casi nos matan, así que yo me preguntaba que cómo se desarma este monstruo. Me parece que hay que ser conscientes de que es realmente enorme, pero también serlo de que unidos y unidas somos muy poderosos y poderosas. Así como existe la ley, hecha le ley, hecha la trampa. Pero cada vez que ellos hagan un dispositivo de opresión, seguro que también se nos van a ocurrir formas alternativas para resistirnos.
– ¿Y no te parece que siguiendo estos temas, como el que trata “Nuestra venganza es ser felices”, a través de los grandes medios de comunicación, genera todavía más confusión en la gente cuando son tratados de una manera superficial y no entrando en profundidad a analizar en dónde está el problema?
Yo creo que siempre hacen lo mismo. Nos confunden, generan antagonismos, como con Boca y River, y peleas todo el tiempo en temas como el abolicionismo o el reglamentarismo y sus guerra de vedettes, y nosotros estamos corriendo la discusión de ahí porque está claro que sostenemos que la prostitución no es trabajo y es una explotación, y no es una decisión, pues en un sistema neoliberal una no decide, pero me parece que es parte también del espíritu de la película y por eso también insistimos tanto en acompañar el film con el debate.
La gente está muy confundida cuando piensa que las chicas eligen ser eso y luego de ver la película, creo que pueden quedar más confundidos, pero después, a lo largo de los días se empiezan a acomodar las fichas porque te deja pensando, y yo creo que eso es muy bueno. Sale pensando la gente y con ganas de transformar este mundo.
– Volviendo a Sonia Sánchez, la protagonista, veo que también ella mantiene su lucha en otras áreas diferentes a lo que es la prostitución. Son cosas que también tienen que ver con su pensamiento en asuntos como el robo del agua, la deforestación de la tierra o el porqué del alquiler de vientres. Ella hace una reflexión personal acerca de la situación social actual y sus problemáticas, para hacer pensar un poco sobre qué es lo que se debería de hacer para resolverlas, ¿no es así?
Es que ahí me parece que radica la lucidez también. Al principio yo tenía muchos colegas y amigos que en la parte donde ella viene hablando de la trata y la explotación sexual, de repente menciona la Tierra y me dicen que pensaban que se iba a ir por las ramas, pero su propósito es el de poder reunir todas las violencias porque todo corresponde a lo mismo, al sistema extractivista, a reventar todo y después usar lo que les interesa, dejando todo lo otro totalmente devastado y aniquilado, y también poniendo el foco en cómo quedan las mujeres después de ser prostituidas.
Además, hay algo muy gráfico y es que nosotras no llegamos a filmar en la Patagonia por cuestiones de que el presupuesto mermó exponencialmente después de la pandemia, pero nos íbamos a ir a la Patagonia, donde ella estuvo captada, y allí están los petroleros, y si vos te ponés a pensar en la imagen de las máquinas penetrando en la tierra una y otra y otra vez hasta que no queda nada, es muy fuerte porque responde a lo mismo. Entonces me parece que Sonia nos tira puntas para pensar sobre estas violencias y luchas que aparecen por separado y ella va haciendo esos nudos y ese entramado.
– Ella también hace un llamado en el filme a ser una mujer autogestiva y no tener miedo a todas las amenazas que se sufren por ser mujer. En este sentido, entiendo que ella es activa y se alía también con cualquier persona interesada para luchar contra esto.
Justo el otro día en la conferencia de prensa nos dijeron que por qué mencionábamos la palabra «desendeudada», debido a que ella dice “yo quiero ser una mujer libre, autogestiva y desendeudada”, pero nosotras queremos en definitiva mostrar esa violencia porque vivimos en un país donde tenemos una deuda con el FMI que vamos a seguir pagando a través de nuestra nietas, bisnietas,… y quisiéramos poder asociar la libertad con el poder de elección como pueblo también.
Sonia realmente se va metiendo por todos lados y bailando, como queriendo aislar las violencias, porque es tan violento ser de un país donde vienen por todo, nos están sacando todo acá, el litio, el agua, y nosotros no estamos decidiendo, no es una libre elección. O sea, en algún punto se traslada ese pensamiento a la prostitución porque las chicas no están eligiendo prostituirse, sino que no tienen para comer. Argentina tampoco está eligiendo vender su litio, sino que nos lo vienen a robar.
Eso es lo que a mí me parece tan interesante también. Y además, esto que vos decís, ella es una luchadora y lo que está generando la película es redes con compañeras de distintas partes del mundo, no sólo de Argentina, que están también con luchas similares. Entonces me parece maravilloso que el filme esté generando esto.
©José Luis García/Cinestel.com