«Sonidos vecinos» de Kleber Mendonça Filho; y la vida sigue alterada pese a todo

«O som ao redor» es la ópera prima de ficción del crítico de cine, programador de festivales y documentalista brasileño Kleber Mendonça Filho donde pone el dedo en la llaga de las contradicciones humanas. Resulta que cuando vivimos en el campo deseamos el bullicio pero si vivimos en la ciudad anhelamos la tranquilidad y el silencio. Esta es una película que retrata con realismo cómo vive la clase media-baja en las ciudades de Brasil.
El film parte de la premisa de que ante una ola de violencia, los vecinos de una tranquila calle en el sur de Recife deciden contratar un servicio de seguridad privada para proteger el entorno. La llegada de los custodios pretende luchar contra la desconfianza que se ha instalado entre los miembros de una comunidad relativamente tranquila.
Aunque la vida de la calle queda alterada, la cotidianidad pronto encuentra su rumbo: una joven madre de dos hijos no soporta los ladridos del perro de la casa de al lado, un joven enamorado intenta descubrir quién robó el radio-cassette del coche de su amada, un delincuente de poca monta pretende limpiar su imagen, mientras un hombre acomodado aspira a proteger sus bienes y una asistenta de hogar disfruta, en el mejor sentido, de la situación.
«O som ao redor» (Sonidos vecinos) es una historia coral acerca de lo que tenemos alrededor en las ciudades, con habitantes sumidos en la locura por consumir que parecen estar luchando por tener un televisor con una pulgada más que el del vecino.
En el boom económico que ahora ocurre en Brasil y que antes ocurrió en otros lugares, la gente actúa por impulso pero con grandes miedos y paranioas que dejan ver el lado oscuro de unas personas que nunca terminan por gustarse a sí mismos y que quieren ser el espejo de los demás.
La película de Mendonça es una radiografía sobre la denominada nueva clase media brasileña a quienes presenta con toda su constante carga de hipocresía para tapar los miedos, con sus reacciones delirantes ante el ruido o con una vaga demostración de superioridad frente al vigilante del edificio.
El realizador dividió el filme en tres partes diferenciadas, cada una con un título, para intentar crear una tensión añadida a la percepción de que algo extraño está por pasar. El caos en el que algunos de sus personajes viven queda bien reflejado. Mendonça incluye algunas escenas imperdibles de pocos segundos, como es la del sí definitivo de una chica a su amante para casarse o la transformación momentánea en sangre del agua de unas cataratas con la que se están duchando los vecinos aparentemente más pudientes económicamente. Menos afortunada parece la escena auditiva de una profesora de chino que se asocia con un sistema para ahuyentar perros.
El tratamiento visual de «Sonidos vecinos» es de calidad y sobre todo el sonido, aspecto que el realizador ha afinado tanto que se convierte en uno de los principales reclamos de un film que puede llegar a hacerse un poco largo pero que no desvela prácticamente hasta el final el núcleo y la esencia de la trama principal que es la instalación de vigilantes privados en la calle.
Ese final queda un poco abierto a la imaginación del espectador así que su resolución está dentro de cada uno de nosotros.
©José Luis García/Cinestel.com