«La Obra del Siglo», de Carlos Machado Quintela; promesas del pasado y un presente a la deriva

La segunda película del cubano Carlos Machado Quintela (La Piscina) resultó premiada con el Tiger Award en el Festival de cine de Rotterdam 2015 y es sustancialmente diferente a la primera. «La Obra del Siglo» es una confrontación de pareceres entre tres generaciones distintas de una misma familia. Los actores Mario Balmaseda, Mario Guerra y Leonardo Gascón son abuelo, padre y nieto/hijo respectivamente, y viven en una grandiosa y permanente contradicción por los cambios políticos que provocaron que la que iba a ser la primera planta de energía nuclear del país, nunca se llegara a terminar.
La película está rodada en los bloques de viviendas que fueron construidos en la localidad de Juraguá, frente a esa central nuclear que debería de haber abastecido de electricidad a gran parte de la isla, un proyecto que nació en los años ’80 del siglo pasado sustentado por la ayuda que la Unión Soviética brindaba al país por pertenecer a lo que los cubanos llaman el campo socialista. El proyecto fue paralizado y desestimado tras la dimisión de Gorvachov, un año después de la disolución de la unidad de las repúblicas del extenso país euro-asiático.
Décadas más tarde, «La Obra del Siglo» nos sitúa en aquellos mismos edificios con sus trabajadores y descendientes mirando todos los días hacia las enormes torres con cúpula que quedaron sin acabar como un tótem de lo que podría haber sido un centro de abastecimiento de energía que tampoco estaba libre de riesgos. De hecho, poco tiempo después de poner en marcha el proyecto sucedió el terrible accidente de la central de Chernobyl, un desastre que minaba la conciencia de los trabajadores cubanos de este otro complejo y al que, como se ve en la película, llegaban continuos signos del caos organizativo en el que se hallaban los soviéticos en aquellos años.
Machado Quintela ha elaborado una película calculadamente sutil en la que todas las imágenes del pasado son vistas en un tamaño más reducido, un cuadro central como si estuviésemos mirando por una ventana. Paradójicamente, ese pasado lo vemos en color y las imágenes del presente en pantalla completa pero en blanco y negro, como para subrayar la intensa angustia y el decaimiento en el que se hallan unos personajes obligados a vivir juntos, aislados por clichés generacionales, solitarios, y sin que puedan vislumbrar un futuro satisfactorio.
«La Obra del Siglo» es un título tomado de uno de los noticieros informativos que emitía en los ochenta un canal llamado Televisión Nuclear para mostrar los avances del proyecto en lo que ahora es una especie de ciudad fantasma pero que está llena de gente. Otto, Leo y Rafael sufren continuas tensiones y discusiones entre ellos que tratan de aliviar de maneras parecidas y curiosamente a veces al unísono. Ellos tres son como el pez de su pecera que anhela salir de ahí pero no saben adonde ni tienen cómo. Quintela ha filmado una película original sobre la necesidad de obtener una apertura, en la que veladamente critica la lejanía que muchas veces está instalada entre la política y los humanos a través de escenas enlazadas que traspasan los límites usuales entre documental y ficción.
©José Luis García/Cinestel.com