«Vivir es fácil con los ojos cerrados»; los exigentes, idealistas y vitalistas

El título del film es una de las frases de Strawberry Fields Forever, canción compuesta por John Lennon en Almería durante su estancia para participar en la película «Cómo gané una guerra», filme antibelicista de Richard Lester. David Trueba continúa mostrando en «Vivir es fácil con los ojos cerrados» un retrato de cómo era y qué sentía la sociedad española en décadas pasadas que es muy útil para reflexionar acerca de cómo se ha llegado hasta la situación de nuestros días a partir de la voluntad y la necesidad que en aquella época algunos sentían y manifestaban de abrirse al mundo.
Javier Cámara interpreta de manera muy convincente y realista a Antonio, un profesor de inglés en un humilde colegio de Albacete, activo fanático de los Beatles, quien enterado de la presencia de John Lennon en Almería para trabajar en un rodaje, decide hacer un viaje a esa provincia a bordo de su automóvil Seat 850 con motor en la parte posterior.
Durante el viaje se encuentra sucesivamente con dos jóvenes que, también en solitario, cada uno de ellos han abandonado su hogar por distintos motivos. Belén (Natalia de Molina) es una chica de 20 años que huye de su pasado presionada por un entorno social que no la deja otra vía. Por otra parte, Juanjo (Francesc Colomer) es un adolescente de 16 años que ha decidido abandonar su casa como rebeldía ante la postura cerrada y caciquil de su padre (Jorge Sanz).
La historia está ambientada en el año 1966, en plena dictadura franquista, y la figura de Lennon aparece aquí como un reflejo de las aspiraciones y de los deseos de libertad, poniendo en este caso en práctica el interés lógico de una parte de la población en conseguir un futuro mejor. En aquel contexto, eran personas a quienes les gustaba reflexionar, soñar y tomar decisiones aunque después se demostrara que algunas de ellas eran equivocadas.
El caso de Antonio, el profesor, es el de un idealista que en ciertos temas se ha quedado rezagado respecto a lo que es común en la mayoría de gente de su edad, pero que ve el mundo como el de una serie de oportunidades que han de venir, especialmente en el terreno de la libertad individual, y que no considera correcta la sumisión a ciertas normas rígidas e incuestionables por otra parte de la población que prefiere vivir en la ignorancia por convicción, pero que a la par necesitan demostrar al mundo que para qué aprender más cosas, si ya lo saben todo. En ese sentido, patéticas las «sabias» afirmaciones que se vierten en algún momento del film sobre ciertos «conocimientos prácticos», algo así como si considerásemos que hoy nos hemos torcido un pie porque anoche nos fuimos a dormir una hora más tarde de lo acostumbrado. Esa ignorancia patológica, no enfrentada, que tanto daño ha hecho a una sociedad entera, es otro de los personajes secundarios de la película, y el colmo de este insidioso, tenue y molesto protagonista invisible del film lo vamos a encontrar en la figura de un recepcionista de hostal.
Es de agradecer que David Trueba nos haya presentado esta historia desde un punto de vista positivo, los tres viajeros de la road movie son personas que intentan avanzar y darle un sentido eficaz y válido a sus vidas, y que la España oscura y siniestra del momento haya quedado muy en un segundo plano con sus verdugos que pretendían ganarse el respeto a bofetadas y no a través del diálogo para la confrontación de ideas, así como el sentido escasamente relevante que se le otorgaba a la mujer en aquel país tremendamente machista.
El relato es cronológico y destaca el trabajo de Javier Cámara en el papel del profesor verboso a quien le resulta difícil hablar de sus emociones pero que quiere hacer de su propia vida una cosa de la que sentirse orgulloso, en su intimidad y en su entorno. Otro de los temas sobre el que habla el film es la dificultad endémica de los españoles para aprender otras lenguas, entre las que cabría incluir las autóctonas. De todas formas, parece importante que la base de «Vivir es fácil con los ojos cerrados» esté en la luminosidad de sus personajes principales porque son exigentes, idealistas y vitalistas para intentar un mundo mejor en la época en la que les ha tocado vivir. A falta de referentes internos, la figura de John Lennon simbolizaba esa necesidad de apertura hacia afuera con las dificultades inherentes a un país que tuvo y tiene una mayoría secularmente egocéntrica.
©José Luis García/Cinestel.com