«For those who can tell no tales» de Jasmila Žbanić; negación y silencio

El título parece una dedicatoria, «Para aquellos que no pueden contar cuentos», en referencia a todas las personas que han tenido que padecer una situación traumática en su vida, no la han olvidado, pero tampoco quieren hablar sobre ella por un bloqueo que les impide contar cualquier cosa, aplicando además una negación hacia los horrores vividos. Jasmila Žbanić regresa al tema de los graves atropellos sufridos por las mujeres de Bosnia que ya mostrara en «Grbavica» (2006) en un filme incluido en la Sección Oficial a concurso del Festival de San Sebastián.
«Para aquellos…» es una película con formato de falso documental sobre una turista australiana que llega a Bosnia con cierta curiosidad por conocer los escenarios de aquella terrible contienda bélica ocurrida unos veinte años atrás. El film parte de algunas experiencias auténticas que le sucedieron a la actriz Kym Vercoe en una visita turística por la zona, aunque fueron introducidos elementos de completa ficción. Žbanić comienza el relato dando unas pinceladas a lo que será la parte final de la película, de modo que el espectador conoce desde el principio que Kym será interrogada por la policía acerca de su inusual actitud, para seguidamente pasar a una relación cronológica de los hechos.
La película es la crónica de dos viajes de la turista desde Australia y contrapone lo distinto que es hacer un viaje siguiendo los postulados que nos indican las guías de viaje o hacerlo por su cuenta y riesgo, tratando de conocer cosas y de implicarse con la gente que habita en ese lugar.
En el primero, la guía la lleva hasta una pequeña ciudad llena de historia, Visegrado, que es fronteriza con Serbia, donde pasa una noche de insomnio en el hotel Vilina Vlas. Al regreso a su país, sigue elaborando una especie de vídeo diario sobre sus vivencias y en una de las conexiones que hace por Internet descubre que en ese hotel donde se hospedó fueron violadas, torturadas y asesinadas doscientas mujeres. A partir de ese hallazgo, su vida ya no será la misma.
Su primera visita fue en verano y decide trasladarse de nuevo desde Australia casi al inicio del invierno. La realizadora bosnia, que en el primer viaje nos sumergía con música alegre y festiva, en este segundo varía ese concepto y se acentúan lo gris del paisaje y el frío de la época. Desde su nueva llegada, comienza a despertar las sospechas de los lugareños. Lo que Kym no entiende es que cómo puede ser que hoy en día, los turistas que se alojan en el hotel no sepan lo sucedido o estén abstrayéndose de lo ocurrido y, lo que todavía es peor, cómo las autoridades bosnias y los ciudadanos en general permiten que ese establecimiento siga abierto y además con el mismo nombre.
Como la realizadora es conocida en toda Bosnia por sus anteriores filmes de denuncia, «Para aquellos…» tuvo que ser rodada en los exteriores de Visegrado por uno de los tres guionistas, Zoran Salomun, quien fingió estar dirigiéndola para evitar que reconocieran físicamente a Jasmila, que por cierto es un nombre musulmán y el 90% de los bosnios lo son. La directora dijo en Donostia que la película intenta cuestionarse qué es lo que pueden hoy hacer los seres humanos cuando descubren cosas de este tipo.
La realizadora se pregunta el porqué de ese silencio y esa negación colectiva a hablar sobre estos temas. Quizá es que no quieren hablar sobre lo que hicieron en la guerra. ¿Ese silencio ayuda para algún tipo de avance o reconciliación, o es una manera de privar a las víctimas de justicia y de no sanar las heridas del pasado, perpetuando la posibilidad de que se vuelvan a hacer en un futuro?
Žbanić decía también en San Sebastián que para la población es muy difícil seguir una vida pensando constantemente en lo que sucedió e instó a políticos y representantes de la Unión Europea a implicarse en el tema. Respecto a la curiosidad inicial de la actriz Kym Vercoe, la australiana expresó que «es importante sentir cosas aunque no procedamos de la misma cultura. Para los afectados es un momento terapéutico cuando alguien puede conectar con tu dolor».
©José Luis García/Cinestel.com