“Al Acecho”; cuando lo único que prospera son las ruinas (entrevista)
Estreno en Argentina
Al director argentino Francisco D’Eufemia parece que le llamó mucho la atención la tarea de los guardaparques cuando en 2016 codirigió “Fuga de la Patagonia”, una película rodada en el Parque Nahuel Huapi, porque ahora, en este 2020 regresa a las pantallas con otro thriller que enfatiza el suspenso y que se desarrolla en un ámbito rural de la provincia de Buenos Aires, el Parque Pereyra Iraola.
Lo hace con un elenco de lujo del que forman parte Rodrigo de la Serna, Belén Blanco y Walter Jakob.
Esta nueva historia trata sobre un guardaparques que consigue un puesto temporario mientras se resuelve su situación judicial. No sabemos nada sobre lo que le ocurrió en el pasado, pero lo cierto es que intenta rehacer su vida en ese lugar perdido al que nadie querría ir destinado.
“Al Acecho” es un thriller rural con consecuencias totalmente inesperadas.
Pablo Silva es el personaje principal de este relato que coloca a la justicia en un lugar lejano y donde sólo él sabe lo que quiere. Cuando descubre una red de cazadores furtivos con comercio ilegal de animales incluido, activa su instinto para intentar destapar el origen de esos engaños.
No hay empatía posible con el protagonista de esta historia, pues ya se le vislumbran algunos puntos oscuros de difícil comprensión racional y ética. Y en el medio de todo eso aparece con fuerza el tema de los abusos del ser humano con la naturaleza y el entorno animal que vive en libertad. “Aquí lo único que prospera son las ruinas”, comenta uno de los personajes del filme.
El director responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Se podría decir que inicialmente Pablo es una especie de justiciero con un planteamiento equivocado de raíz?
Es muy interesante la pregunta. Nosotros en principio nos planteamos construir los personajes alejándonos lo más posible de la forma arquetípica del héroe, del justiciero o del anti-héroe. Quisimos en ese sentido construir personajes que sean un poco más humanos.
Para mí, lo que refiere al sentido del justiciero es algo que es inherente al espacio del espectador. Silva tiene la motivación que posee la persona común. El personaje quiere algo, va a accionar para lograr ese algo, pero al igual que nosotros en nuestra vida cuando queremos lograr alguna cosa, no siempre sabemos cuál es el camino indicado, si damos el paso correcto o incorrecto, si decimos la verdad o mentimos, ocultamos, manipulamos,… En ese sentido, creo que se construye bastante lo que es el suspenso en la película a través de qué es lo que este personaje realmente va a hacer, más que realmente quién es.
– ¿Y capturar y encerrar a los animales en jaulas qué demuestra acerca del comportamiento humano? ¿Son el comercio y el fetichismo las motivaciones?
El cautiverio de los animales muestra lo peor del ser humano y como especie. Hoy, en el contexto de pandemia, la relación del hombre con el hábitat natural y con los animales, pienso que se ha resignificado en el mejor de los sentidos. Ahora tenemos otra conciencia sobre cómo relacionarnos con el ambiente, pero sin dudas el fetichismo y la cuestión económica han sido el imán que ha llevado a la caza furtiva a hacer un gran negocio a nivel global.
También podríamos hablar de la relación de poder en esto de permitirse tener a alguien enjaulado, a disposición de uno. Creo que demuestra un poco los aspectos más perversos de la personalidad humana.
– ¿La profesionalidad de actores como Rodrigo de la Serna o Belén Blanco es la mejor receta para acercarse al espectador, además del desarrollo de las incertidumbres y los giros de la historia que cuentas en esta ocasión?
Tener un elenco increíble con Rodrigo de la Serna y Belén Blanco a la cabeza, obviamente le da a la película y al trabajo de todos los que la hicimos, una visibilidad inconmensurable. Siempre digo que las figuras son la llave de entrada para el gran público a las historias del cine. Luego la película tiene la responsabilidad de mantener al espectador adentro, que no se vayan.
La idea fue construir una suerte de incertidumbre. Y sucede algo interesante, que es que nosotros accedemos al mundo de los guardaparques y de la caza furtiva siempre a través de los ojos y de los oídos de nuestro protagonista, Pablo Silva. Lo que sucede es que no estamos dentro de la cabeza de él. Esa es un poco la clave del asunto.
Nosotros vemos lo que él ve, sabemos lo que él sabe, pero nosotros no conocemos qué acciones tomará. En ese sentido, entiendo que la ambigüedad es algo consustancial al espectador, no tanto al personaje. Silva sabe lo que va a hacer, solo que no lo manifiesta. Creo que un poco el desafío del espectador y lo que lo va a mantener en tensión, es intentar descubrir qué es lo que este tipo quiere hacer. Así que la llave de entrada es este gran elenco y luego la estadía depende de la tensión de la película, lo cual en su mayor parte es responsabilidad de las magníficas interpretaciones que obtuvimos.
– Preferiste no abusar de efectos especiales. ¿Percibís que la película se acomoda mucho mejor al espectador de esta manera, sin que haya excesos de ese tipo?
Contra lo que tal vez se crea, la película tiene bastante trabajo de posproducción digital. La cuestión era que esos efectos quedaran en función de lo que la película venía buscando: que no se despeguen. En ese sentido, el trabajo que Ignacio Rubio hizo fue muy delicado, logró una integración super-orgánica con lo que vemos en escena.
Yo a priori no es que tenga algo en contra o a favor de los efectos especiales. Creo que es una herramienta más del gran abanico que hay dentro del discurso cinematográfico y hay que ser inteligente, no hay que cebarse y hay que saber utilizarlo, sobre todo en la medida en la que la película lo necesita para no tergiversar toda esa estética, ese clima, eso que se está construyendo.
Esto es algo que no sólo aplica a efectos especiales, sino a cualquier otro elemento que puede desentonar con la propuesta que la película tiene, y pienso que ahí hay que ser siempre muy medido. Es fácil irse de tono, así que el desafío es mantenerse adentro de lo que la peli pide y lo que realmente está necesitando.
– ¿Entonces te gusta que el toque definitivo de cada film se decida en el montaje final y no venga tan delimitado por el guion o la idea original del director?
Yo tengo formación de montajista, por lo tanto el rodaje casi lo pienso en función de cómo voy a montar el filme.
Para mí, la película siempre se rehace. Son instancias novedosas, con nuevas realidades, ventajas y dificultades. Y en ese sentido, quedarse atado a una idea primigenia y desconocer la realidad que rodea la película es ir en contra de que el relato encuentre su cauce, entiendo yo. Entonces me gusta desarrollar un guion muy detallado y estricto, pero luego como trabajamos generalmente en escenarios naturales, en ese lugar que uno ya había visto y conocía tal vez ha caído un árbol, un río se ha desbordado,… porque la realidad interviene constantemente. Por eso creo que hay que ser ágil y estar despierto en poder incorporar todo eso a la película y no ir a contrapelo.
Por otro lado, es una herramienta espectacular para los actores. Me gusta lo que pasa cuando previo a una escena sucede algo inesperado. La película tenía todas sus escenas relativamente ensayadas, pero luego el escenario natural te obliga a modificar el accionar, la proxemia o los diálogos.
Y en ese mismo sentido también lo percibo en el montaje, donde empiezo de cero a escribir la película, porque cuando estuviste filmando hay cosas que salieron muy bien, otras que no salieron tan correctamente; entonces, creo que no hay que atarse a preconceptos y hay que ir viendo qué es lo que la película pide. Así que a raíz de eso, diría que siempre para mí, esas tres etapas de preproducción, rodaje y posproducción, yo siempre trato de pensarlas como que empiezo una película de cero, lo cual también me ayuda a encontrar cosas nuevas adentro del material, a tener un acercamiento distinto, porque sino simplemente se trataría de escribir un buen guion y luego trasladarlo a un rodaje, y más tarde llevarlo al montaje.
Yo entiendo que el hecho cinematográfico es algo más amplio que eso, así que me parece fundamental llegar al montaje sin preconceptos, sin estar casado con ninguna escena ni con actor alguno, y deberse sólo a lo que es la película en sí.
©José Luis García/Cinestel.com