“Buscando a Panzeri”, refinamiento del periodismo deportivo argentino
Estreno en Argentina
Para el director Sebastián Kohan Esquenazi, la Argentina actual es un país con una memoria selectiva, un periodismo deportivo cada vez más sangriento y un fútbol cada vez más triste.
Dante Panzeri es la figura que recupera en su documental “Buscando a Panzeri”, luego de una minuciosa investigación que ha durado más de 10 años sobre este periodista deportivo caído en el olvido, pero que sin embargo elaboró una teoría crítica muy precisa en lo que se refiere al balompié como deporte, al tiempo que rechazaba de manera frontal los eventos y adornos que envuelven esta práctica deportiva desde su lugar en la revista especializada El Gráfico.
“Panzeri es el periodista más citado y menos leído, el más crítico y más olvidado”, asegura el realizador de este documental.
– Pareces muy joven. ¿Qué te motivó a retratar la figura de este periodista deportivo?
Gracias por el piropo. Era bastante más joven cuando empecé a hacer esta película que ahora. Tenía 32 años y ahora tengo 41 y una hija de cuatro meses, por lo cual en estos últimos meses he envejecido como tres años más.
Ser muy joven o no serlo la verdad es que en esta historia es bastante relativo. Se puede ser joven hasta tener muchos años, pero yo siempre he tenido un “espíritu viejo”. Fui hijo único, mis padres fueron exiliados sudamericanos en México y me crié muy en la casa, con unos papás grandes dialogadores que hablaban de política, y por eso yo era sociólogo antes de hacer cine. Entonces, como que soy viejo desde chiquito.
En ese sentido, tengo la sensación de que todo pasado fue mejor, a pesar de que Spinetta diga lo contrario.
Cuando conocí a Panzeri, apenas lo leí me di cuenta de que esa cosa tremendamente antigua era algo que yo necesitaba recuperar: un pensamiento esencial, trascendental, estructural, de base, no sólo que cuestione el capitalismo sino que cuestione la modernidad en sí misma. Y me parecía que era necesario e indispensable reeditar el libro ‘Fútbol, dinámica de lo impensado’ a la hora de hacer una película sobre Panzeri, para volver a atraer un pensamiento que se configure tan desde su base, que parece casi iluso.
Entonces, yo decidí trabajar diez años el tema de Panzeri porque me parecía que su razonamiento era el más crítico, el más contundente y el más honesto de todos los que se han hecho.
– Realmente en aquella época el fútbol ya era «algo más que un deporte». ¿Estás de acuerdo con Panzeri de que eso fue para mal?
No tengo claro el momento en el que el fútbol comenzó a ser algo más que un deporte. Lo que sí creo es que Panzeri vivió un momento bisagra en la Historia donde se exponenció la variable mediática y espectacular del fútbol. Entonces, lo que él vio no solamente es que todo iba para mal, -porque yo creo que todo siempre ha ido para mal, nos paremos en el momento en el que nos paremos-, sino que lo que me pareció importante de este periodista es que fue un visionario porque logró ver cuarenta años hacia adelante. Es decir, no solo veía que algo iba mal sino que vislumbró en qué iba a terminar; entendió los elementos de la sociedad industrial convirtiéndose en la sociedad de la información. No sé si son las palabras justas, pero vio que la tecnificación iba a profundizarse en nuestras vidas y que el fútbol iba a ser víctima de esos chantas que creen que dominan la técnica y que creen que pueden controlar los resultados del fútbol.
Panzeri lo que vio, por ejemplo entre otras tantas cosas, fue que en el fútbol lo único que importaban eran los jugadores, y lo que expresa ese pensamiento es el hecho de querer sacar de las fotos de los equipos a todos aquellos que no fuesen entrenadores. Entonces si la sudadera del buzo de los entrenadores decía D.T. (de Director Técnico), él les decía Dóciles Tristes.
En fin, darse cuenta de que el entrenador era una especie de intermediario entre la dirigencia, la prensa y los jugadores, fue algo que vio él… y no sé si vio alguien más, pero lo vio con una contundencia feroz, y aun estando solo en esa trinchera de ese pensamiento, lo defendió hasta que en una revista dejó una página sin la foto del equipo. Eso es ver en cada pequeña cosa el todo y ser valiente para expresarlo.
– ¿Opinas que tal vez es el lector, en este caso de prensa deportiva, quien debería de demandar un mayor rigor informativo al estilo de Dante Panzeri?
Podría ser. Sería interesante que el lector fuese más exigente, pero la verdad que esta discusión sobre la oferta y la demanda en los medios y si son ellos los que instalan los temas y la sociedad es el factor pasivo que los recibe, o si es la sociedad la que puede en función de sus gustos y necesidades, demandarle a los medios la información que quiere que le sea devuelta, es el pescado que se muerde la cola, un círculo vicioso que lo es tanto que creo que no tiene sentido esa discusión.
A mí lo que me parece es que vivimos en un mundo muy marginal, de mucha pobreza, de nivel de vida terriblemente bajo, donde la gran mayoría de la población no vive en las condiciones de vida suficientes para ser más exigente y tener más tiempo para ser más inteligente.
Cuando uno va en tren en la provincia de Buenos Aires y ve que ocho niños descalzos corren por el vagón y el más grande está absolutamente drogado con plástico y te roba las zapatillas, no es culpa de los niños; es culpa de que vivimos en un lugar marginal, represivo y pobre. Entonces ya no sé si el público puede exigir nada. Podemos hacer una revolución como en Chile y quemarlo todo, pero es el huevo y la gallina, ante lo cual no sabría yo qué responder al respecto.
– Y ahora unas preguntas tal vez incómodas o impertinentes: ¿Ya no hacen falta Juan Manueles Fangios o Carlos Monzones para que los medios mantengan entretenido al público? Es decir, ¿es el fúlbol la única válvula de escape a la que se acogen muchas personas? ¿Y cómo es que no queda en la gente un gusto por el deporte en sí mismo en el plano técnico antes de que por la búsqueda de ídolos?
No sé si aparece en la película o no, pero el periodista deportivo Guiñazú dice algo que es sumamente llamativo, sobre todo para nosotros hoy, y es el hecho de que en ese momento el fútbol haya sido uno de los tres deportes más importantes, pero ni mucho menos el más importante. En Argentina eran también muy significativos el boxeo y el automovilismo, incluso Panzieri empezó haciendo ciclismo.
Yo no creo que hoy haya dejado de ser importante ninguno de los deportes. Argentina es un gran país para el basketball y uno ve, obviamente, que aquí lo primordial es el fútbol, no el basket, pero creo que todos los deportes siguen existiendo, siguen siendo potentes y siguen teniendo su espacio.
Lo que veo es que ha crecido enormemente el espacio del espectáculo televisivo, de la cultura de la basura, y el fútbol es el elemento prioritario de esa basura masiva. Y lo que pasa es que los futbolistas no son deportistas únicamente; son “estrellas de rock”, y entonces Cristiano va a la peluquería y después los jugadores de Huracán, que juegan horrible, van a la peluquería igual que Cristiano, y los niños de las villas van a la peluquería igual que los jugadores de Huracán, y entonces todos queremos tener el peinado de Cristinano Ronaldo, ante lo cual se convierten en referentes de una cultura terriblemente superficial.
Sospecho que el balonpié es un deporte más fácil y más pegajoso, que se puede jugar en todos lados y de cualquier manera, pero supongo que es la cultura del espectáculo la que creció y el fútbol es su gran herramienta.
– Al conocer que el co-guionista de tu película es Juan Villegas, lo primero que he pensado es que se trata una garantía para el buen desarrollo para la historia. ¿Habías colaborado con él anteriormente?
Cuando empecé a hacer el documental de Panzeri, yo me dedicaba a la sociología y estaba hace mucho tiempo intentando dar el paso al mundo audiovisual y trasladar la investigación sociológica con la que haces tesis que se quedan encerradas en unos cajones para siempre, a la investigación para documentales que tiene un elemento de divulgación que me parece mucho más interesante.
El documental de Panzeri lo habíamos empezado a grabar durante la búsqueda de la familia para reeditar ‘La dinámica de lo impensado’ y fue un proceso de filmación donde todo quedaba registrado con una estética un poco horrible, con unas cámaras bastante malas y otras imperfecciones.
Lo que sucedió fue que en un momento hubo que parar un poco el carro y decidir de qué manera se iba a contar esta película. Todos sabíamos que se iba a contar en forma de búsqueda, pero ahí había que sentarse, armar un guion, buscar un fondo, y ponerse a producir de manera más seria y contundente.
En ese punto, Juan Villegas fue fundamental porque nos ayudó a ordenar los elementos en el cerebro y armar un guion que fuese orientativo y lo suficientemente bueno como para poder hacer una carpeta y presentarla al INCAA y sacar un fondo.
“Buscando a Panzeri” es una coproducción Chile-Argentina y efectivamente la pata argentina es una quinta vía, así que sin la ayuda y el conocimiento de Juan no hubiésemos podido llegar hasta este momento.
También queda claro que en un documental el guion es una cosa y todo lo demás es otra, por lo cual esta película fue un proceso de filmación larguísimo, de muchos años, y el montaje fue un caos total, fue una instancia de reescritura que terminó en una película que creemos que funciona, que se entiende, que se deja ver, lo cual nos parecía algo importante porque no queríamos que fuese lenta, un reportaje o aburrida. Eso sí, queríamos un relato creíble y me da la sensación que lo logramos.
©José Luis García/Cinestel.com