En “Campo” se busca un equilibrio entre lo que es real y lo imaginado
26 Festival l’Alternativa
Forma parte de Terratreme, un colectivo de productores y cineastas portugueses que desde Lisboa están dispuestos a dar todo de sí mismos para hacer un cine con profundas raíces y que hable, entre otras cosas, acerca de las obsesiones y fascinaciones de la colectividad humana.
“Campo” fue una de las sorpresas que se pudieron ver durante los intensos días de mucho cine en el Festival de cine independiente de Barcelona, l’Alternativa. Y su director es Tiago Hespanha, quien nacido en Coimbra estudió arquitectura, aunque tras finalizar un Master de Documental Creativo en la Universitat Pompeu Fabra (UPF) de la capital de Catalunya se puso a trabajar en sus proyectos fílmicos, porque realmente es un tema que le atrae mucho más.
La película te propone ir flotando sobre la realidad, permaneciendo siempre a una media distancia.
El contraste entre tener contacto con las situaciones o irse a un imaginario que se aleja más de las cosas, es incesante en esta película que ha sido rodada en el mayor campo de tiro de toda Europa, situado en Portugal. Allí se dan desde maniobras militares con misiones ficticias, hasta reuniones de personas comunes que simplemente van a hacer un picnic, o un pastor que cuida de su ganado y un niño que habita en las inmediaciones. En este film de carácter coral, lo mundano y lo trascendental son temas que se tocan.
“Campo” es una película que surge más a partir de las intenciones de su director que desde una idea fija, porque cuando Hespanha quiso hacer un guion preestablecido, lo cierto es que, según dice, tuvo que desecharlo inmediatamente porque para él fue mucho más natural encontrarse con personajes como un ornitólogo, unos astrónomos o un biólogo buscando ranas.
Tiago Hespanha responde las preguntas de Cinestel:
“Me interesa el mito como movimiento imaginario del ser humano, porque ese mito es una creación de las personas en una necesidad auto-impuesta de reflexionar sobre sí mismos. Y eso es lo que yo busco en la película; esa distancia imposible de uno verse a sí mismo desde afuera para poder entender qué fuerzas o qué energías están en juego en cada momento; aunque también esa distancia no te puede alejar totalmente de tu vínculo con el mundo, ya que eso está justamente ocurriendo dentro de la realidad”.
– Tú citas a Prometeo al inicio de la película, pero también hay mucha gente que no comprende el hecho de que en la vida no se dé una explicación lógica respecto a esos mitos y creencias, mientras que hay otras personas que sí necesitan creer en dioses o en lo que sea.
De alguna manera también es seguro ponerse en esa posición de la creencia, imaginar que hay fuerzas superiores, que hay más allá; y creer que ese más allá existe, domina y tiene poder es también no responsabilizarse de todo lo que es innecesario, porque sino no podríamos seguir viviendo. Pero sí, la película intenta cuestionar eso igualmente.
Aquel momento que debió ser el viaje de Gagarin cuando va al espacio y ve la tierra desde lejos, me imagino que fue un motivo de revelación porque ves el vacío que hay a tu alrededor, y eso tuvo que hacerle cuestionar y poner todo en perspectiva.
– En “Campo” hay una escena en la que se ven unos animales en un área de vegetación mirando un tramo asfaltado que quizá simboliza el inicio de una civilización. ¿Pretendiste hacer una película alegórica?
La palabra campo viene de capturar. Y es interesante porque la película está basada en un campo militar y la idea de capturar se relaciona de alguna manera con ese universo. Pero el asfalto del que hablas es una pista de aviones y no sé si es alegórico, pero sí que tiene connotaciones de dominación del hombre, en su afán de dominar, imprimir su huella y cambiar su entorno.
Esto ya no tiene vuelta atrás, pero hay un punto de la película que me interesa, que tiene un poco que ver con la idea del absurdo. Y estas cosas simplificadas y llevadas a un extremo, pueden dejar ver el absurdo que es la vida. Por eso la película pretende activar el imaginario del espectador, siendo pensada no tanto por lo que ves sino por lo que imaginas.
Yo por ejemplo he estado en Sao Paulo, y allí es donde se siente una lucha cotidiana entre el ser humano y la naturaleza, porque es una ciudad construida en medio de lo que era un río. Es decir, tuvieron que secar un río, pero la naturaleza intenta resistir y rebelarse contra esto, y entonces vas por una calle y ves la raíz de un árbol que ha reventado una piedra y sale de un muro. Eso también evidencia que estamos destruyendo todo. No queda duda.
– ¿Entonces, como cineasta, renuncias a la posibilidad de hacer cine en el que el espectador sea guiado y se le dé todo hecho?
La relación con las películas es íntima al final; todo ocurre en la cabeza del espectador. A mí me gusta entrar a ver una película y que el director me guíe, me coja de la mano y me lleve en un viaje. Otras veces no me gusta que me dejen tirado, pero el poder asociativo de la imaginación siempre está.
Mi película es bastante narrativa también. Te introduce en una historia que es casi una fábula y va avanzando por ahí. Yo creo en el lugar del espectador, en su deseo de imaginar. Y entonces quiero que ese espacio exista.
– Y obviamente, la referencia a la guerra y a lo militar también tiene que ver con algo absurdo que es que te digan que te tienes que matar a tiros o cañonazos con otros. Esa es otra de las partes que en el film se está hablando sobre una incoherencia.
Sí, también es totalmente absurdo, pero al mismo tiempo está completamente integrado en una lógica que ya no puedes ni sabes cuestionar. Ya lo das por sentado que eso es así, como no cuestionamos que los árboles salgan de un cuadradito de tierra en el medio de un asfalto. Imagínate lo que pensaría un hombre medieval. Pero nosotros, esa distancia ya no la tenemos.
Lo militar está basado en una limitación del individuo. Así tiene que ser porque si el soldado que está en el frente se pone a reaccionar según su emoción o se echa a llorar, la guerra está perdida. Entonces se limita al individuo a un entorno muy pequeño y se apuesta por la efectividad. Y esa es la lógica militar que domina todo: el uniforme, los rituales,… es muy ritualista también, de modo que las cosas se repiten una y otra vez hasta que ya están incorporadas.
– Y aparte de los rituales también está en la película la negación, es decir, que alguien atiende a ese ritual pero a partir de ahí ya no quiere cuestionar lo que le digan en contra de ese rito. En la escena de tu película de intentar sacar a un animal muerto fuera de la matriz de una oveja, eso tal vez podría estar implícito, ¿no es así?
Ahí en ese caso juega también la desesperación y lo humano, porque los que estábamos en ese momento detrás de la cámara ya veíamos lo que ocurría. La escena empieza mientras yo camino detrás del pastor e iba a grabar un nacimiento, no una muerte. Pero al llegar al lugar, nos dimos cuenta muy rápido de que eso no iba bien, sobre todo él, que sabe mucho más que nosotros. En su caso, por la urgencia, la acción vino antes que el pensar y por eso el pastor está intentando salvar la situación más allá de lo racional, salvar a esa madre y ese hijo. Y precisamente aquí se están moviendo los temas de la muerte y el nacimiento, que es lo que da sentido a la vida.
– ¿Y no crees que en algún momento determinado esa línea narrativa nos puede hacer ver que como humanos tenemos cierta equiparación con una especie de rebaño?
Sí, pero no desde una perspectiva cristiana del rebaño, que también tiene toda una simbología.
– Claro está.
Pero como comunidad o como grupo sí, porque la película va de eso, de lo que hacemos como sociedad, como comunidad.
– También hay algunos puntos en el filme que están relacionados con la tecnología y su influencia en la vida actual. ¿Quisiste reflexionar desde esa posición igualmente?
Siempre ha tenido la tecnología esa influencia, desde la era del fuego, pero en la película a mí me interesaba mucho más preguntarme a qué nos dedicamos, porque los que nos dedicamos a inventar, lo que buscamos es lo que somos. Osea, es a partir de cómo sentimos el mundo y la vida. Yo creo que es muy revelador ver qué es lo que se está buscando hoy, y todavía me interesa más el gesto inicial, el inicio de un proceso.
Los hermanos Montgolfier se ponen a buscar cómo vamos a subir en el aire. No existía nada así antes, mitos sí, como los Ícaros. Pero el que se dedica a pensar una idea que no va en continuidad con algo que ya estaba, tiene mucho que ver con cómo ha evolucionado la tecnología. Obviamente, sabemos que la investigación tecnológica y científica obedece a una política y por eso la parte que en la película se dedica a las abejas es tan interesante, porque es trágico el hecho de destruir las abejas y dedicarse a crear nuevas abejas que también te pueden destruir a ti, puesto que igual también pueden servir de armas y matarte. Y es que todo está tan confuso…
– Y precisamente ese niño que muestras en unas escenas muy cortas, la atracción que él tiene yo creo que es por la tecnología, aunque cada uno puede pensar lo que quiera. ¿Crees que el proceso de búsqueda de un joven es diferente a como lo haría un adulto?
El chico vive ahí, él nace ya dentro de ese entorno y lo lleva dentro de alguna manera. Por eso sale reproduciendo todos los ruidos de los distintos disparos que hay en el campo y que él conoce de memoria y los lleva adentro. Y como todos los jóvenes de esa edad, tiene un imaginario de videojuegos, de tecnologías que cuando yo nací quizá no existían. Imagínate cuando surgió la televisión, el tren, el telefono,… ahí sí que también hubo un cambio radical.
Cada generación tiene herramientas que sí condicionan la forma en como tú te relacionas con el mundo. Entonces, en esa idea de él de que sólo puede imaginar y no puede fabricar, es donde se mezcla todo, videojuegos, entrenamientos militares que tiene a la puerta de casa, la música clásica;… él lleva fuerzas muy distintas y que producen un cruce bastante curioso, porque es un niño que crece ahí y aunque no está desvinculado de la ciudad donde estudia, toca el piano y tiene todo ese ímpetu artístico. A mí me parece muy interesante.
– ¿Y saliendo de la película, en términos de producción cómo ves el cine independiente?
A mí no me interesan mucho las formas pre-fijadas de hacer las cosas. Prefiero buscar qué modelo de producción, qué diseño de equipo tiene sentido para cada propuesta o proyecto. Un amigo que trabaja con nosotros dice que somos un sastre, no somos una multinacional de ropa fabricada en cadena. Todo lo hacemos a medida, y eso te lleva a cuestionar las cosas e involucrar mucho al director en la producción.
A mí no me interesa la posición de ese director que es como el genio inspirado que no quiere saber de nada o de cómo se hace o cuánto cuesta el film, porque las decisiones sobre un presupuesto son de forma también y eso se va a ver en la película, más allá de que ruedes con una cámara o con otra; pero para un proyecto lo que tiene sentido es que vayan veinte personas a un estudio durante tres días y para otro es que vaya el director con un sonidista y una cámara seis meses a una montaña. Y nosotros no podemos decirle a este último que no, que tiene que rodar en una semana, porque entonces de ahí no va a salir nada.
©José Luis García/Cinestel.com