«Mocha» nos habla acerca de un hito muy importante del colectivo trans
Estrenada en el MALBA de Buenos Aires
Los realizadores Francisco Quiñones Cuartas y Rayan Hindi muestran en su película documental «Mocha» lo que significa un gran paso adelante para el colectivo LGTBQ, en el sentido de que se avance hasta su plena normalización e integración en el contexto social.
El filme da cuenta de la existencia por primera vez en el mundo de un Bachillerato Popular no excluyente, ubicado en el barrio bonaerense de Chacarita, dedicado en especial a la comunidad trans internacional.
El dato es importantísimo si se tiene en cuenta que históricamente los alumnos y alumnas trans han sido expulsados del sistema educativo. Con esta escuela pública, laica y gratuita se comienza a poner solución al problema de incorporación que estas personas tenían, y se renueva la esperanza de alcanzar un mundo más igualitario.
«Mocha» es un relato en el que ha participado activamente el alumnado de este Bachillerato Popular Trans que recibe su nombre en recuerdo a Mocha Celis, una travesti tucumana que fue asesinada en los años ’90 por la policía en una situación violenta e indeseable.
El documental nos da una idea general en torno a los y las integrantes de este estupendo proyecto, sobre los miedos y las tragedias que han tenido que soportar en su caso, y sobre su visión inclusiva en un mundo que tendía a rechazarles. En ese sentido, la decisión formal de incluir algunas representaciones ficcionadas por ellxs mismxs nos proporciona un enfoque mucho más preciso alrededor del problema que afortunadamente aquí se intenta comenzar a paliar.
Y en ese entorno en el que, como dice la egresada Virginia Silveira, hubo vidas de muchas personas «que se creían perdidas porque eran condenadas por sentir y rechazadas por existir», Francisco Quiñones Cuartas, máximo responsable del centro y co-director del filme, responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Cuánto ayudó tu posición como director del centro a la hora de grabar las imágenes de este documental?
Creo que influyó en el sentido de que ya existían lazos que permitieron cierta seguridad al momento de tomar las herramientas y poder experimentar con ellas. Una libertad para poder expresarse y que conocía en profundidad sus historias.
– ¿Pero la combinación entre creatividad y entrevistas la decidieron en la sala de montaje?
Eso fue una decisión de producción desde el momento en que pensamos que los relatos debían ser colectivos y en primera persona. Que ellxs dejaran de ser sujetas objeto para pasar a ser sujetas productoras de sentido y conocimiento. La decisión de montaje fue decidir qué sacar porque el material era mucho y muy rico. Detrás de cada participante hay una historia que cada uno de ellxs podría traducir en una nueva película.
– ¿Y suele ser común que estos estudiantes tuvieran problemas de discriminación en la escuela cuando eran chicos, o se trataba de casos aislados?
Al principio fueron 15 estudiantes que por un u otro motivo debieron abandonar. Al segundo año ya eran más de 50 y hoy hay 120. Pero no solo llegan travestis y transexuales sino que empezaron a llegar madres solteras, mujeres mayores de 50 años, migrantes, afrodescendientes,… y todxs comentaban haber sufrido algún tipo de violencia y discriminación por parte de pares directivos o familiares de sus compañerxs. Es decir que existe una matriz que imprime sobre los cuerpos la violencia y discriminación por no encajar con el sujeto modelo para el que se diseñó el sistema educativo en general.
– Hay quien asegura en el filme que a la comunidad LGTBQ les cuesta construir un relato colectivo. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación?
Sí, Lohana lo plantea en varios sentidos. Poder entender cómo llegamos hasta aquí y que las nuevas generaciones entiendan que no podría existir esta escuela si antes las activistas no luchaban para derogar los edictos policiales, si no luchaban para que exista una ley de identidad de género haciendo que el Estado las reconozca como ciudadanas y ciudadanos de derechos.
Lo plantea también en el sentido de las mezquindades que a veces hay en la comunidad, que le cuesta a las organizaciones reconocer los aportes y los logros que han hecho otrxs compañerxs con los que no siempre se comparte el pensamiento político, y también en cómo por ejemplo costó tanto que las siglas LGTBQ salgan de ciertos individualismos y piensen colectivamente.
Lohana lo explica también pensando que el problema es la matriz capitalista que se impregna en nuestras prácticas y lo cuestiona desde su pertenencia transfeminista y comunista. Ella ha sido una gran compañera que ha logrado aglutinar y condensar la política argentina en los últimos años para la conquista de derechos no solo para la comunidad LGTBQ, sino para toda la sociedad. Ella fue la que propuso el nombre de Mocha Celis para que ninguna más pase por lo que ya pasó y también como una forma de reivindicar a Mocha y aportar así a la memoria colectiva.
– Entonces también el Bachillerato Popular Trans es un signo de liberación y de gran paso hacia adelante muy evidente. ¿Piensas que ojalá hubiera llegado antes esta iniciativa?
La iniciativa se dio en un contexto particular posterior a la ley de matrimonio igualitario y previa a la ley de identidad de género. Al calor de esas dos leyes tan importantes para nuestro colectivo. Por lo tanto si bien hubiera sido muy necesaria, no se si se hubiera podido lograr en otro contexto socio político.
©José Luis García/Cinestel.com
*Todos los domingos de febrero hasta el 3 de marzo en el MALBA a las 18h.