«Sol Negro», de Laura Huertas Millán; retrato de un íntimo tormento
No es nada sencillo llevar al cine un retrato íntimo con tanta aproximación a los verdaderos sentimientos como lo hace la directora colombiana Laura Huertas Millán en «Sol Negro». El documental retoma con aires de ficción una situación familiar muy ligada al estado de ánimo de Antonia, su protagonista, una cantante de ópera en horas bajas intentando superar su alto nivel de depresión. Ella quisiera ser libre, pero se encuentra bastante atrapada, aunque todavía conserva su capacidad casi innata de relacionarse ampliamente con la gente.
La influencia que en ella ejerce ese agobio es sin duda el tema principal de una película que en el FID Marseille 2016 (Francia), obtuvo una mención especial del jurado de la competición francesa, ya que se trata de una coproducción.
El mediometraje es el segundo trabajo en cine que termina su realizadora.
Laura Huertas Millán es una artista y cineasta que vive entre Francia, Colombia y los Estados Unidos. Es graduada de la Escuela Nacional de Bellas Artes de París y actualmente candidata al doctorado en otra sede universitaria parisina. Desde 2014, también participa en el Laboratorio de Etnografía Sensorial del Centro de Estudios de Cine de la Universidad de Harvard.
Con un gran interés por los efectos personales e individuales que provoca la Historia colectiva de cualquier comunidad, -en «Sol Negro» muy evidentes-, sus relatos suelen abordar temas como el deseo y el exotismo, el racismo y la memoria pre-colonial y buscan, a través de formas híbridas, un lugar donde reposar, estético y político, en el enorme campo actual de las representaciones.
Laura Huertas Millán responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Es una película sobre formas de luchar contra las adversidades que nos ha deparado el destino?
La idea de un “destino” sí es un elemento importante en la película, y es evocado de distintas maneras, en particular por el extracto de la ópera de Medea que se escucha en la secuencia en la cual Antonia baja una montaña llorando y tratando de cantar. Esa secuencia evoca el pasado lírico del personaje, así como su relación conflictiva con la maternidad, haciendo eco a la historia de Medea, la Maga griega que asesinó a sus hermanos y a sus hijos por un hombre. Al ser Medea -y Antonia- heroínas trágicas cuyo horizonte es la locura y el destierro para la una, y el suicidio para la otra, la idea del “destino”, del fatum trágico (la fatalidad, el destino escrito) es claro fundamental. Pero me parece que la película busca precisamente luchar contra esa idea de un destino escrito: es la razón por la cual no se detiene con el intento de suicidio. Antonia intenta morir, pero se vuelve a poner en pie.
Por otra parte, los otros dos personajes femeninos buscan también su emancipación del linaje de la melancolía. Entonces “Sol negro” sí propone mirar de frente las adversidades de la vida, dolores cósmicos que van más allá de nuestra forma humana (como lo es la depresión clínica), pero en el fondo lo que se busca, más allá de la lucha contra la adversidad, es el decir que el destino nos condiciona pero no nos posee. Hay formas de liberarse y salir de la posición de víctima, aunque esas formas no sean soluciones absolutas. Para mí “Sol negro” es más una película sobre la transmisión y una pregunta hacia la libertad.
– ¿El vacío, el lamento, el dolor,… estarían implícitos en la imagen de Antonia cantando en un auditorio sin butacas?
Si así se percibe, probablemente sí. Mis películas proponen imágenes con varias capas de sentido, no trabajo con imágenes a sentido unilateral. Por ejemplo, para esta escena era importante que Antonia cantara en un escenario, pero importaba también evocar su imposibilidad de volver al escenario. Mostrar el momento del canto como profundamente anclado en la realidad -una escena performativa- y al mismo tiempo como una fantasía. La escena fue rodada en el Teatro Faenza en Bogotá, justo antes de que fuera renovado después de décadas de estar cayendo en ruinas: estaba en un momento de entredós, con el pasado y sus fantasmas aún rondando. También quería filmar este sitio como si fuera el interior psicológico de Antonia, -creo que en la película en general todos los lugares son espacios mentales más que localizaciones geográficas-. Para mí la escena contiene así varias capas de sentido, y me alegra cuando el espectador proyecta también sus propias analogías.
– Me pareció muy buena la elección estética y estructural de la película. ¿Cree que las elipsis ayudan a que el espectador recree y valore mejor lo visto?
Gracias. Es una gran alegría escuchar comentarios sobre la estructura del film, porque fue un trabajo que tomó literalmente años – hubo tres rodajes y por lo menos siete meses de montaje en el curso de cuatro años… Las elipsis se fueron construyendo desde el momento del guión pero se fueron acrecentando a medida que el proyecto maduraba. “Sol negro” está basado en la vida real, y todas las personas que se ven en pantalla dan (con gran generosidad) una parte de su intimidad. Si bien la película es una ficción, la materia en juego en cada plano está profundamente anclada en lo real, en las experiencias de aquello(a)s que vemos. Así que las elipsis surgieron principalmente como una necesidad ética vital: proteger ciertos secretos y ciertos espacios de las personas vinculadas con la película. Luego, en términos más generales, no me gusta el cine narrativo con tendencia a explicarlo todo -dónde están los personajes, qué momento del día es, quiénes son y cuáles son sus intenciones-. Me gustan más las películas que lo inmergen a uno in medias res, volviéndolo(a) partícipe del avance de la narrativa, guardando una parte de misterio irreductible. Películas que manejan la opacidad como una materia rica y cinematográfica. Y eso busco con mis películas, crear un diálogo activo con el espectador, proponiéndole un camino en el cual no sabe a ciencia cierta para dónde va ni qué va a pasar en el plano siguiente, pero donde se está activo, palpitante, física y mentalmente. Me gusta el cine que me empodera en ese sentido, y eso trato de hacer en mis propias películas.
– Tengo entendido que esta película aborda un tema de su propia familia. ¿Es así?
Sí, la película tiene un alto contenido autobiográfico, pero es una autoficción. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia quisiera decir, aunque se sienta al verla que su escritura entrelaza lo real con lo ficticio. De manera general, en la vida cotidiana, me parece que no tenemos suficiente distancia con las imágenes asimiladas con lo “documental” – apenas se instalan dos o tres códigos narrativos vinculados con este género tendemos a acogerlas como si fueran reflejos veraces del mundo. Así, muchos documentales son en realidad ficciones. “Sol negro” juega con estos códigos de la ficción y del documental, deslizándose de lo uno hacia lo otro. Y si bien aborda una genealogía de enfermedad mental dentro de mi propia familia, lo que cuenta y las maneras en la que lo cuenta son fabulaciones o transformaciones, aunque sean los miembros de esa misma familia quienes son puestos en escena.
©José Luis García/Cinestel.com