«El notificador» de Blas Eloy Martínez, aptitudes y actitudes

Una de las mejores maneras de ponerse a elaborar una historia de ficción es haber vivido en carne propia los avatares de los protagonistas.
Blas Eloy trabajó casi diez años como notificador de cédulas judiciales y de los cientos de anécdotas que le surgieron ha armado el guión de esta película de ficción que tiene mucho que ver con él pero que no es un fiel reflejo autobiográfico sino que aprovecha ese perfil plagado de vivencias para construir su personaje.
Eloy también es el nombre de ese protagonista escrupuloso en su trabajo pero al mismo tiempo agobiado por él.
Ignacio Toselli, recordado en sus papeles de «Buena Vida Delivery» y el más reciente «Días de vinilo», encarna a este notificador excesivamente centrado en su mundo laboral en detrimento de su vida personal que sucesivamente va menguando en perjuicio de la relación con su novia Malena (Guadalupe Docampo).
Eloy se ha convertido en un empleado público alienado, abatido e insensible, que se encuentra atascado en un presente eterno, a quien los eventos del día que tiene que cumplir a toda costa, sí o sí, lo encuentran más como un espectador que como un actor principal.
La cotidianidad de su trabajo lo guía hacía una galería de personajes extravagantes y atemporales y hacia lo más profundo de su vida.
La obsesión del protagonista por avanzar cada vez más en su trabajo queda perturbada y aumentada por la llegada de un principiante presunto competidor con quien deberá compartir tareas.
A la notable carga de trabajo se suma el hecho de que raras veces las notificaciones judiciales que tiene que entregar son positivas y casi siempre detrás de cada cédula diligenciada hay un drama.
En una de las primeras secuencias del film aparece Eloy tratando de entregar una notificación a un muerto en un velorio a quien definitivamente le deja la nota pública entre la mortaja que envuelve el cadáver. Otras veces se encuentra con una gitana que lo amenaza con un mal de ojo para sacarle de todo, una vidente y hasta un niño que lo extorsiona.
Estas situaciones insólitas no aparecen de forma continuada durante la película pues lo que Martínez se propuso con esta historia es mostrar por sobre de todo las dudas y la tremenda asfixia en la que se encuentra Eloy.
Demandas, órdenes de desalojo, pleitos, denuncias que se suceden día sí y día también, todas ellas cargadas dentro de una pesada mochila que además llega a perder en un momento determinado de la película.
La cámara está permanentemente centrada en la figura de un notificador que posterga su vida personal en beneficio de su compleja vida laboral transmitiendo también todo ese ambiente frío y desnaturalizado del que no se libra la película aunque está respaldada por un buen guión que hace de colchón para evitar estrellarse. El desenlace depara una vuelta de tuerca un tanto incomprensible.
El laburo de notificador es simplemente la coraza que lo hace sentir seguro dentro de su desesperación personal y eso lo revela también la voz en off de Eloy que en diferentes partes de la película define partes de la complejidad de su vida utilizando un lenguaje que parece sacado de la jerga judicial.
Blas Eloy Martínez es el hijo del periodista Tomás Eloy Martínez. Tras laburar como notificador se licenció en Ciencias Políticas, fue consultor de la OEA, trabajó como periodista y estudió cine.
Su trabajo anterior fue un corto titulado «La oficina» que está igualmente ambientado en el mundo judicial y que solo se vio en el BAFICI. Martínez está casado con la realizadora del documental «Familia tipo», Cecilia Prego, con quien tiene ya terminado el también documental «Perón, Perón» basado en las entrevistas que su padre le hizo a Juan Domingo Perón en 1970 y que supondrá su siguiente estreno. (fmr/rbc)