“El Secreto de Maró”, segunda entrega de trilogía sobre inmigración
Estrenada en Argentina
La receta es cocinar a fuego, quince mil kilómetros de ausencia, ochenta años de espera y un reencuentro.
Alejandro Magnone prosigue con su trilogía sobre la inmigración, que ahora anda por su segunda película, una historia que cuenta con el protagonismo de la gran Norma Aleandro, una actriz admirable que aquí se pone en la piel de una cocinera de más de 90 años especialmente preocupada por su necesidad de ofrecer los mejores platos típicos de Armenia en un centro dedicado a los inmigrantes procedentes de ese país europeo.
Ella es una mujer solitaria que con frecuencia presenta episodios de mal humor, pero que al mismo tiempo piensa profundamente que esa cantina es su vida y que merece toda su dedicación.
“El Secreto de Maró” es pues una película tierna que sin embargo posee ecos y remembranzas del antiguo y ya lejano genocidio armenio.
La supervivencia de ese espacio tan entrañable para Maró (Aleandro) es una de las dificultades a que se enfrenta la protagonista del film. Y la llegada de una censista (Florencia Raggi) a quien la Embajada de Armenia encarga hacer un relevamiento, es otro de los apuros que paralelamente sufre.
Con un guion concebido antes incluso que el de su anterior película “Subte Polska”, Magnone afirma que se moría de vergüenza a la hora de querer plantearle a Aleandro la posibilidad de participar en el elenco de este film, pues la actriz se encuentra entre las mejores; baste recordar su participación en historias como la de “El hijo de la novia” de Campanella como ejemplo. Para él, quien mejor encajaba con el carácter que le quería imprimir a Maró era ella, sin ningún género de dudas.
Aun cuando el relato contiene algunos monólogos largos de su protagonista, lo que más predominan son los diálogos cortos. Mignona nunca subraya el tema del genocidio, sino que eso es algo que está presente todo el tiempo, se mueve en los ambientes y en las estancias de la película y el personaje de Maró está enmarcado en ese concepto implícito que perdura en toda esta historia que está ambientada en el año 2005.
El director cuenta al respecto que le gustaría que “el público que salga de las funciones del filme tenga esa cosquillita y quiera saber un poco más sobre qué fue lo que pasó en Armenia, pues hoy en día a través de internet toda la información está muy accesible. Lamentablemente siguió y sigue habiendo genocidios y atrocidades que uno a veces no puede ni imaginar cómo llega el ser humano a ser tan verdugo”.
– ¿Concebiste “El Secreto de Maró” para ser un film rodado casi exclusivamente en interiores?
Lo que pasó fue que del 2006 al 2010 el guion fue el mismo, la misma historia de ella con su cocina y su lucha por su lugar que es el Club Armenio -un club de barrios y muy humilde-, con algunos flashbacks en donde se veían ciertas cosas, el viaje en barco; y al momento de comenzar la pre-producción, en ese periodo que también duró cuatro años, el INCAA decía que esas escenas de flashbacks son muy costosas y que se me iban del presupuesto.
A partir de ahí se tomaron las decisiones y yo lo trabajé mucho con un guionista que se llama Hans Garrino para llevar las escenas al interior de Maró, con lo cual nos justificaba también el estar en el interior de ese Club con algunos de los recovecos que tiene: el lugar de la asamblea, la oficina, la biblioteca, el salón de actos, la cocina, el restaurant,… con lo cual es una película muy de interiores y a la vez muy intimista, sin entrar mucho en la psicología de Maró sino que mostrando su pequeña rutina, que es algo normalmente común a nosotros y también a cualquier abuela o tía que uno tiene.
– Tu película combina lo que es un patrimonio cultural, una tragedia de trasfondo y también hay gastronomía. ¿La comida suponía también un factor importante para este relato?
Tal cual. Por eso esa terquedad de ella de hacer platos típicos y defender ese gusto, ese sabor, esa hechura, ese hacer con los ingredientes, esas comidas y esos postres, porque a ella le conectan con su armenidad. A la vez es lo que ella puede hablar y decir, pero tapa lo que calla y lo que quisiera decir, y ese juego Norma lo hizo a la perfección con su personaje que sigue luchando y está activa.
– Es luchadora pero tampoco disponen de mucho dinero porque hay una crisis económica que también se debate en ese espacio común. Al mismo tiempo vi que “El Secreto de Maró” es una película dedicada a José Martínez Suárez. ¿Recibiste formación por su parte?
Sí él fue más que un profesor un maestro porque profesores hay muchos, pero maestros no tanto y hay una frase que dice: “En el cielo están los Dioses, en la Tierra estamos nosotros los humanos, y en el medio están los Maestros”. Y yo creo que es así, porque Martínez Suárez no sólo me dio clases de cine sino que también me las dio de ética, de vida, de disciplina,… es un Maestro con todas las letras.
Yo fui alumno suyo once años y luego de que él dejó de dar clases cuando empezó a hacer de director del Festival de Cine de Mar del Plata, nos seguíamos reuniendo todos los ex-alumnos y él los sábados a tomar un café, donde se hablaba mucho de cine -Martínez Suárez tenía una memoria prodigiosa y se acordaba de directores, actores,…-, y también se conversaba sobre otras cosas, ya que él era hincha del Racing y por ello se refería al fútbol en aquellos encuentros.
En la película “Subte Polska” él participó haciendo un cameo, un personajito que jugaba al ajedrez ya que el personaje principal era un ajedrecista que había estado en la Guerra Civil española como voluntario en las tropas extranjeras, y lo hizo junto a otro personaje que estuvo encarnado por Raúl Serrano, mi maestro de teatro.
En esta película, “El Secreto de Maró” también pudo haber hecho algún cameo, pero lamentablemente falleció y al final no pudimos.
– Sé que este reciente estreno fue seleccionado en el año 2010 para las Clínicas Raymundo Gleyzer, así que lleva una trayectoria larguísima de preparación. ¿Crees que Martínez Suárez se habría enfadado por tanto tiempo para poder terminar un film, o tal vez habría dicho que esto de estar tantos años suele ser normal?
Yo creo que se enfadaría con esa burocracia que hay a veces, aunque lógicamente esa institución del cine tiene burocracia y tiene que pasar ciertos controles, pero creo que se habría enojado con todo este tema que depende de algunos funcionarios que son muy lentos o que hay cierta desidia o para tomar decisiones o para avanzar con el proyecto.
No sé si se hubiera enojado, pero él siempre decía que uno siempre tiene que seguir para adelante y si no tiene la mejor cámara, filmar con aquella que tenga y contar la historia. El hacer también hace al profesional, uno aprende haciendo. En ese sentido, como maestro José Martínez Suárez estaba todo el tiempo incentivándonos.
Uno de los años en que yo estaba estudiando con él, en el 2011, ya tenía los dos guiones de las películas que he hecho hasta ahora, tanto “Subte Polska” como “El Secreto de Maró”, y yo calculaba que si esta última la presentaba a un concurso de óperas primas del INCAA, para el 2015, que era cuando se cumplía la conmemoración de los cien años del genocidio armenio, me parecía un aporte importante para lo que significaban esas fechas. Y él fue quien me dijo que el guion de “Subte Polska” tenía muchas más posibilidades, estaba más trabajado, ante lo cual me aconsejó que lo presentara primero. Así que, por supuesto, seguí su consejo y presenté mi otra primera película que fue seleccionada para ópera prima, pudimos realizarla y se estrenó en 2015.
– Y para finalizar, ¿qué destacarías de tus impresiones tras acabar la película y al respecto de tus influencias?
Que pude disfrutar de un gran elenco y del trabajo de Norma Aleandro, que es exquisito y ella una actriz genial y también quiero destacar mi admiración hacia el cine español, el cual también me ayudó cuando me formé y me gusta mucho y tengo acá una lista de agradecimiento a directores que son: Trueba, Saura, Medem, Víctor Érice me encanta, Almodóvar,… e igualmente Fernando Fernán Gómez, sobre el que me gustó mucho “El viaje a ninguna parte”, posteriormente adaptada al teatro.
©José Luis García/Cinestel.com