Goyo Anchou pide permiso para agitar con “El Triunfo de Sodoma”

“No queda más tiempo para la espera. El estado de opresión no cambiará por sí solo. El camino de las reformas es una ilusión. Nos conforman con migajas. Nos dicen: miren, el cambio, está sucediendo. Y yo les respondo, hermanos y hermanas: Les respondo que sus cambios ni siquiera afectan al músculo de la dominación. Menos aún llegan a afectar la estructura de la opresión. Nos conforman con variaciones en las estructuras legales. Pero las estructuras siguen siendo las mismas. La estructura de la dominación patriarcal sigue intacta”.
Así de categórico es Goyo Anchou, un director de guerrilla que ocupa un lugar destacado en el DOC Buenos Aires de este año con una propuesta de lo más original y provocativa que busca agitar, e inclusive incomodar al espectador ávido de experiencias nuevas en el cine, que buena falta nos hace en estos tiempos que corren.
“El Triunfo de Sodoma” hace su estreno mundial.
Este trabajo documental es un filme colectivo realizado con un grupo de jóvenes marginales, varios de ellos en circunstancias de prostitución. Aquí un poeta repasa su vínculo con un comando pornoterrorista que propone la aniquilación del anarco capitalismo patriarcal.
La película busca, y la encuentra, una estética que la define como única, aun cuando podemos también encontrarle algunas influencias narrativas de otros autores tan atrevidos o más inclusive que Goyo Anchou, quien no duda en lanzar sus advertencias acerca de este proyecto tan singular, y que en resumen son: la película es una provocación estética que crea un lenguaje desde la pobreza sin mostrar gente marginada, pero reformándolo. Sigue aquel aforismo de Fernando Birri que decía que “un cine técnicamente perfecto es inmoral en un mundo imperfecto”. Y, por otro lado, la experiencia también es una provocación política en la que aprovechan para decir todo aquello que sólo se puede decir desde los márgenes.
“El Triunfo de Sodoma” es un film que no se anda con rodeos, y por eso el director también afirma que es declamatoria y que los personajes no plantean ambigüedades. “La ambigüedad la reencontramos en un nivel más amplio, en el humor negro que la emparenta con los crímenes imaginarios de Sade, Buñuel o Lautréamont, que invierten los fundamentos morales de la realidad”, -asegura Anchou al respecto de este filme creativo concebido sin un presupuesto económico previo a su desarrollo-.
– ¿Quisiste hacer una película provocativa para hablar sobre algunos temas que te interesaban?
Goyo Anchou: Sí, claro. Lo bueno de producir desde los márgenes es que nadie nos dice qué podemos decir y mostrar. Trabajamos con la libertad absoluta de nuestra conciencia, solamente limitades por la precariedad de los medios de producción. Precariedad de la que también nos mofamos y que, a través de su evidenciación, utilizamos de trampolín para generar un lenguaje descolonizado.
Como buenes rebeldis que somos, una de las primeras cosas que se nos ha ocurrido hacer con este lenguaje es escandalizar a la burguesía latina, tan borde y tan pija en sus respetables salones del buen gusto, pero siempre con un alegre fin revolucionario en mente, que es lo que, a nuestros ojos, justifica toda esta movida.

Goyo Anchou, director de “El Triunfo de Sodoma”
– ¿Y por qué elegiste adoptar ese tono delirante, en parte encaminado a liberar frustraciones de la gente que participó en el film?
No es tanto que nosotres adoptamos el delirio, como que el delirio se ha abierto paso en nosotres, que nos hemos relajado para dejarlo entrar. El realismo, entendido como reglas de percepción de la realidad, es parte de la dictadura espiritual que queremos derribar. Considero personalmente que un delirio bien encauzado, y sazonado con el debido humor, puede ampliar tanto la conciencia como la mejor sesión de sexo que hayas experimentado.
En este sentido soy un seguidor ferviente de los postulados de Glauber Rocha en su manifiesto sobre la Estética del sueño, un hito fundacional en la carrera hacia un desarrollo lingüístico propio de nuestra barroquísima irrealidad latino americana.
– La estética no tanto, pero sí que algunas formas del contenido se asemejan al cine del chileno Alejandro Jodorovsky. ¿Te gustan sus películas?
La obra de Jodorovsky es fascinante, y sus comics me gustan aún más que las películas, nos remite a una época donde la liberación de las pueblas parecía a la vuelta de la esquina, cuando un buen atajo hacia ello podía encontrarse en el uso recreativo de alucinógenos, y el principal objetivo de las drogas todavía no se había convertido en el adormecimiento anestésico de las conciencias para sobrellevar el dolor de no poder cambiar un mundo de mierda. La encuentro quizás parcialmente deudora de la obra de Glauber en sus momentos más desmelenados, y esto yo creo que la enaltece aún más, y del también insoslayable Luis Buñuel, en su naturalización del delirio.
De todos ellos, en las abundantes referencias a la historia del cine que hay en “El triunfo de Sodoma”, sólo alcanzo a citar “La edad de oro”, un monumento de irreverencia que aún no ha sido superado y que es para mí un ejemplo de humor revolucionario.
– ¿Y puede ser que esa opresión patriarcal o heterosexual a la que os referís sea mayor en el caso de los y las mujeres trans?
Les trans se encuentran en una posición especialmente vulnerable, porque no son sólo objeto de la violencia física y simbólica de los sectores más conservadores, sino también del desprecio y marginación de una parte significativa del colectivo lesbogay, supuestamente progres, pero donde abundan les fachas que desprecian los cuerpos que se escapan a las normas.
Es nuestro deber sororo no sólo proteger a aquelles de nuestres hermanas que transiten ese camino, sino también propiciar las condiciones óptimas, para que quienes aún no se han animado a dar el paso de manifestarlo así, obedezcan el impulso transexual de sus cuerpas. El mundo sería un sitio mucho mejor si algunos machirulos que conozco se animaran a ponerse los tacones y la peluca.
– ¿Los pies, como una parte de la anatomía humana que son, poseen un fuerte componente erótico a tu entender?
Mira, hermane, durante el largo proceso de realización de esta película me he dedicado a dar masajes eróticos como medio de supervivencia y así puedo decirte lo siguiente, con la seguridad de quien ha tenido una experiencia estadística, por decirlo de alguna manera, en sus manos: el 80% por ciento de los varones que se autoperciben heterosexuales, antes de animarse a pedir que les exploren la próstata, gustan de un buen masaje de pies, que no sólo favorece el retorno venoso hacia sus zonas de mayor interés, generalmente la polla, sino que también halaga su sentido de la superioridad.
Tener un puto sometido a sus pies suele empalmar al machirulo, porque el juego de sometimiento y sumisión es inherente al placer del prostituyente. Esto, por supuesto, muchas veces termina en una inversión de los roles, donde, como mostramos en la película, los machitos se someten voluntariamente a las vejaciones entusiastas de sus dominatrix. Todo vale si se les hincha el rabo, hermane, que al final son sólo juegos para producir erecciones, pero, ojo, erecciones revolucionarias que vayan horadando los cimientos del patriarcado. Erecciones que también deseamos consiga “El triunfo de Sodoma”.
©José Luis García/Cinestel.com