«El túnel de los huesos» de Nacho Garassino, huida premeditada

Se trata de un claro ejemplo más de película que injustamente no ha gozado de la distribución que merece.
Garassino es un gran profesional del audiovisual con más de dos décadas de experiencia en el sector y con sensibilidad tanto en el terreno meramente técnico, sabiendo a la perfección dónde poner la cámara, como en el de contar historias que trascienden lo superficial y se adentran en lo más profundo y espiritual del ser humano.
«El túnel de los huesos» no es solamente la historia de una fuga que realmente sucedió en la prisión de Villa Devoto (Buenos Aires) en 1991 sino también una muestra palpable de la psicología de grupo en la que sin saber cómo ni por qué e influenciados por la personalidad de cada cual, unos nos asignamos roles a otros.
Y es que la película está construida a partir del relato que le hizo uno de los fugados al periodista Ricardo Ragendorfer en el que le contaba que mientras excavaban el túnel habían encontrado huesos humanos. Se pensó que se podría tratar de desaparecidos durante la dictadura pero posteriormente, tras una investigación, se descartó.
Toda la acción del film se desarrolla en los pormenores de la preparación de la fuga. El grupo de internos que se pretende escapar establece su propia jerarquía y comienzan a florecer sus inquietudes y temores.
Está el líder encarnado por el popular Raúl Taibo pero también están el que se autolesiona, el inseguro, el imprudente, el que se chiva o el obeso que piensa entre remordimientos que será complicado alcanzar esa meta con éxito.
«El túnel de los huesos» se estrenó hace algún tiempo en la Argentina, pasó por festivales de Shangai, Leipzig, Pinamar, Punta del Este o Chicago, entre otros, y Garassino nos comenta que actualmente acaba de ganar una convocatoria para realizar un proyecto documental, una parte del cual se filmaría en Chicago sobre una guitarrista argentina de blues que emigró a esa ciudad de Illinois y cuya alma está partida entre las dos ciudades, cuestión que él muy bien conoce porque ha vivido seis años en Barcelona trabajando para Mediapro. «Estás es un sitio y en otro, pero en realidad no estás en ninguno y este documental será una reflexión y un ajuste de cuentas conmigo mismo», nos cuenta al inicio de esta entrevista que se produce justo en el momento en que entra a valoración su propuesta de nuevo largometraje de ficción, un policial urbano absolutamente noir con un trío amoroso de por medio que piensa rodar en Buenos Aires, esa ciudad que le fascina visual e iconográficamente y en la que también le han llamado para rodar unos episodios sobre la historia argentina.
– «El túnel de los huesos» la rodaste en la cárcel de Caseros pero tenía entendido que hace años ese centro penitenciario iba a ser derruido. ¿Cómo fue que pudiste hacerlo en ese lugar?
Lo que pasa con la cárcel es que, hasta donde yo sé, cuando nosotros filmamos la película decían que iba a ser la última que se permitía filmar porque a continuación lo empezaban a remodelar para museo penitenciario, pero luego sé que ha estado filmando otra gente y el museo aún no se ha abierto así que no sé que es lo que harán pero tirarla abajo no estaba entre sus planes. Me estoy refiriendo a la vieja, la nueva sí se tiró.
– Existen cineastas que en sus historias prefieren mostrar acción constante sin respiro para el espectador, pero tú preferiste explicar todo el proceso, el significado de las cosas a través de un guión muy potente y elaborado y el convencimiento de que siempre hay rincones importantes que están apartados a la vista y que nadie mira. ¿Fue esa la intención que tuviste junto con el co-guionista Daniel Martucci?
Más que el proceso en sí lo que nos interesaba era el cambio espiritual de los personajes. Lo que queríamos era que fuera una película entretenida pero no necesariamente de acción, que estuviera cruzada por distintas vertientes del cine que a mí me gustan.
Esa vertiente espiritual iba desde un profundo individualismo creciendo hasta la desesperación de comprender que la única manera de poder sobrellevar ese momento es la colaboración mutua, por explicarlo muy esquemáticamente, y la entrada de ellos a un mundo donde todo lo espiritual es posible también.
La parte de acción constante de una película de prisión que alguien podría esperar nunca me la planteé y sí el detalle minucioso de las cosas como pasaron porque yo soy bastante minucioso en la vida y es notorio que se pueda ver ahí.
Y después hay una cuestión como de película de culto que me tiene fascinado que es lo que diferentes personas de distintas partes del mundo me escriben cuando vieron la película.
– ¿Hacer un guión tan rico de matices a partir del testimonio real ofrecido a un periodista fue complicado?
Lo trabajé junto con Daniel Martucci, que lamentablemente falleció luego del estreno de la película, y como éramos dos personas que veníamos de diferentes ámbitos, él de la poesía y yo del cine y la televisión, el trabajo principal consistió en encontrar un lenguaje común entre los ambos para trabajar.
Aparte de eso éramos amigos y en Barcelona escribimos buena parte de «El túnel de los huesos». La metodología de trabajo nos llevó a constantes revisiones del texto y la impronta de Martucci de poner a cada palabra un énfasis o el sentido musical de los poetas está en la película y me acuerdo, ahora que lo dices, que cuando lo presentamos al Instituto de Cine que ganó el primer premio del concurso, el jurado decía que le había sorprendido la atención a ciertas palabras y modulaciones que tiene que ver con eso también.
– Y también no hace falta ser muy experimentado para darse cuenta de que lo que sucede en esa prisión también sucede en otros terrenos de la vida con una mezcla de lealtades y deslealtades, gente que apoya desde afuera y demás.
Totalmente. Nosotros cuando escribíamos lo hacíamos en dos planos: el de la escritura real, sentarnos a escribir, porque había hasta una cuestión de logística y toponimias para saber por ejemplo cuánto tarda una persona en atravesar una pared porque con la historia real no habríamos podido averiguar todo. Es más, no nos querían contar nada y entonces perdíamos mucho tiempo en saber cuánto tiempo tarda alguien en hacer un agujero en el hormigón con un clavo quirúrgico, pero eso podía llevarnos a confundirnos y a olvidarnos de ciertas cosas que para mí es importante que un guión tenga en particular éste, y hablábamos mucho de esto que tú dices, sobre cuál era el lado mítico del guión osea qué hay aparte de una fuga de tipos de la cárcel y, aunque pueda sonar pretencioso, Martucci era así y destacaba mucho ese tema.
Yo la película la empecé a escribir en los 90 en la Argentina y para mí esos años aparte de tener cosas hermosas también en cierto aspecto me imaginaba el país como una cárcel, lo cual era una contradicción porque es donde se habían aplicado los planes económicos más ultraliberales, y esa sensación de cárcel tenía que ver con un discurso que había ganado frente a otro discurso y contra ese discurso nadie podía, era lo que había y a cerrar el culo y a trabajar, y cada vez que yo quería remitirme a lo que para mí era algo opresivo, me remitía un poco a eso y a que a la larga a través de una acción colectiva se podía escapar de esa situación. Esos eran los parámetros que buscaba en el guión.
– Están los obsesionados por la libertad pero siempre están también los incrédulos que piensan que no van a conseguir nada o los que deliberadamente se autolesionan porque quieren llamar la atención.
En «El túnel de los huesos» la complicidad entre los actores es fundamental y por eso te quiero preguntar acerca de la selección de actores, ¿cómo lo hiciste?
En plena pre-producción empecé a buscar uno por uno, encontré a Raúl Taibo que en Argentina es una estrella televisiva y en un principio nos rodeaban las dudas, a él, a mí, a todos, de si ciertos tics televisivos o cierta cosa de su personaje en televisión se podían eliminar y no solo fue así sino que aparte está muy contento porque «El túnel» de alguna manera le ofreció una renovación de su carrera a esta edad porque la gente vio otro registro suyo y ahora le están llamando para otras producciones, pero yo cuando escribí el guión no pensaba en él.
Lo que sí sabía es que por una cuestión presupuestaria iba a tener que combinar actores de diferentes niveles de conocimiento por una cuestión de que teníamos un presupuesto medio. Tuvimos todo tipo de actores, hasta algunos que era su primera película.
La tarea más grata, divertida y que a mí más me apasionó fue poner a todo ese grupo en armonía. Eso era lo que más me preocupaba porque todos venían de diferentes lados, con diferentes experiencias.
Recuerdo uno de ellos con poca experiencia, que cuando recibió su primer cheque de cobro como actor me llamó porque me lo quería devolver ya que creía que se habían confundido y pensaba que no le iban a pagar.
Creo que conseguí esa armonía porque ahora se ven inclusive sin mí, entre ellos en plan de amigos.
– De los protagonistas auténticos de la hazaña que cuentas, aparece uno hablando al final durante los créditos. ¿Qué más se sabe acerca de ellos?
El único que está vivo es el que aparece. Yo me basé, y lo pongo en el texto, en que sabíamos que es un poco confuso pero queríamos hacer justicia porque el tipo que habla al final, Hugo Lagarza Sosa, aparece cuando ya estábamos terminando de editar la cinta. Se entera que estábamos haciendo una película y aparece. Salvo él, todos estaban muertos y él se había negado a hablar de ese tema porque todavía estaba en prisión por otras causas y no quería que le sumaran el otro lío. Al final lo añadimos como testimonio final siendo una forma de que él pague sus deudas.
– ¿No crees que con un circuito de distribución mejor esta película merecería un estreno con muchas más copias?
La película está circulando en Estados Unidos, Alemania,… pero lo real es que tuvimos algunos problemas en la distribución de tipo legal porque no se firmó correctamente uno de los contratos.
Si bien yo trabajé mucho tiempo en cine y en televisión éste era mi primer largometraje y también el primero para la empresa distribuidora con la que firmamos. Entonces estamos muy contentos con el producto artístico, con la obra, pero a veces por inexpertos hemos cometido algunas torpezas, sobre todo con la parte de distribución internacional.
En la parte local es lo que dices tú, con cuántas copias salís y todas estas cosas que generalmente lo que pasa es que llegas ya con los últimos centavos al estreno y entonces ahí te entran las dudas. Evidentemente eso de que la película se haya transformado a poquito en una pequeña película de culto que cada vez que la voy a presentar a Chicago o a China yo me fijo mucho si hay gente que se va de la sala y tengo el honor de que no y que luego se quedan al debate y aunque hay distintas opiniones funciona en públicos tan diversos.
Pero todo esto es un misterio porque cómo haces cuando una productora independiente argentina trabaja para estrenar una película que tu tienes que pagar las copias y luego salir al mercado mundial. He aprendido muchas cosas con esta experiencia y veo lo difícil que es.
©José Luis García/Cinestel.com