“El Universo de Clarita”; el interés de una niña por la astronomía

Estrenada en Argentina
En Rosario existe un taller experimental llamado “Proyecto Miradas”, a través del cual se intenta que se pueda construir lazos entre pueblos, siendo una práctica real de educación en la diversidad, además de una apuesta al encuentro de comunidades que permita proyectar una vida más digna a partir de la potenciación de las muchas identidades de los pueblos latinoamericanos.
La iniciativa busca ser trabajada a través de la observación, tratando de encontrar en los chicos intereses y habilidades que les ayuden a desarrollar un determinado camino en la vida.
Tomás Lipgot pone el foco en una niña de 12 años que ha encontrado un interés inmenso por la astronomía.
“El Universo de Clarita” combina el aprendizaje con los deseos que la protagonista tiene de integrarse socialmente a una propuesta que le resulta atractiva e interesante.
En esa edad, la curiosidad y las preguntas florecen, y muy a menudo están relacionadas con las astronomía y la ciencia. Pero en el taller de Yayo y Sofía, esa búsqueda de referentes se hace más visible y evidente. Diversos contactos previos posibilitaron que Lipgot pudiera conocer a una de las asistentes al mismo, Clara Micheletti, y que la acompañara en un viaje de aprendizaje por diversos sitios astronómicos de Argentina.
El documentalista tuvo un año guardada la película como consecuencia de la crisis generada en el año 2020 y, por fin, esta historia pudo abrir el Baficito del 2021, no siendo una película exclusivamente pensada para niños, ya que en realidad está hablando de un tema tan universal como lo es la perspectiva de quien se hace preguntas a sí mismo.
Lipgot tiene varios proyectos pendientes, entre ellos un film sobre chinos en Argentina, otro sobre la inmigración africana a Europa partiendo de Camerún y, además, prepara junto a Lita Stantic su primera ficción que rodará en 2022.
El director responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Crees que tu película nos puede hacer reflexionar sobre la diferencia entre ciencia y creencias, aunque claramente se decante por la primera?
Eso no está en duda y la película es claramente científica, aunque no está hecha para rebatir otra cosa. Ese factor está fuera de discusión. Lo que sí es interesante es que Clarita va a un colegio católico, no por ella, porque realmente no cree en Dios, mientras que los padres le mandan a un centro educativo de esa naturaleza. Hay algo muy interesante ahí en donde se pone en evidencia esto que vos contás. De todas formas es una cuestión más narrativa que conflictiva.

Tomás Lipgot, director de “El Universo de Clarita”
– Sí, pero en cualquier caso siempre hay la impresión de que hay algo misterioso en todo esto de la ciencia y, concretamente, en la especialidad que surge en el filme. Inclusive los profesionales que ahí aparecen contribuyen a ese pensamiento enigmático. ¿No es así?
Sí claro, no hay nada más misterioso que la astronomía. Para mí es la ciencia madre de todas las ciencias y me gusta mucho como aficionado, no tanto como para dedicarme; pero siempre está la curiosidad y el querer saber más, en el fondo acerca de nosotros mismos. Es el motor al que uno se enfrenta a base de disciplina.
– ¿Y también buscabas que el espectador se identifique con esta niña de la película? Pues resulta que todos hemos pasado por esa edad y nos hemos hecho muchas preguntas también.
La película es eso y también es un llamado a recuperar el hecho de que en un punto inevitablemente vamos perdiendo, en una forma de no perder la infancia, aunque nosotros los adultos no nos vamos de rosca con eso y toda la cuestión de lo lúdico y la experimentación, en general queda atrás, se va abandonando lamentablemente. Eso también es algo que vive en nosotros y que no es solamente pasado.
– Y otra cosa que también sugiere el filme es que por qué en general a los niños no se les intenta orientar en esas edades más tempranas según sus gustos por determinados asuntos de la vida. ¿Habiendo conocido a Clarita, crees que esa otra opción de enseñanza sería mejor que la actual?
Ése es un tema más educativo. Lo que te puedo decir es que Clarita es una excepción porque yo no sé si a esa edad ya uno puede estar decidiendo oficios, vocaciones,… Me parece que no tendría mucho sentido, pero yo tuve la suerte de encontrar una familia que a pesar de no tener nada que ver con la ciencia, -es una familia de clase trabajadora de un barrio medio marginal de la zona sur de Rosario-, tienen la sensibilidad de acompañarla en su deseo.
Y el Estado también todas las cosas en las que se mete, las arruina. No sé de qué serviría hacer algo sistemático en la educación, así que yo creo que es una cuestión más que nada íntima. Pero Clarita es una excepción.
– Curiosamente coincide con “Viva el Palíndromo” la presencia de mujeres solistas, pues aquí aparece otra. Aunque no sea algo pensado expresamente, ¿notaste esa coincidencia?
Sí, es verdad. Esa comparación nunca la había pensado. Son cosas que suceden, inclusive cuando me pregunto por qué hay tanta música en mis películas; y es que yo quise ser músico y me di cuenta de que no tenía talento; entonces, seguramente eso tiene algo que ver conmigo.
Justo cuando estaba investigando y conocí a Clarita, me di cuenta de que la familia también era otro personaje. Había gente ahí muy interesante, así que todos terminaron en cierta forma involucrados en la película. Y justamente la hermana de Clarita es música y decidimos armar algo para este relato. Pero es interesante esa comparación.
©José Luis García/Cinestel.com