“Gauchito Gil” es un alegato contra la injusticia, la guerra y las cadenas
Estreno en Argentina
En años recientes tuvimos la oportunidad de contemplar tres películas relacionadas con el Gauchito Gil, figura de culto legendaria: la versión cinematográfica del libro de Orlando van Bredam, un documental enfocado desde el punto de vista de sus devotos seguidores, y otra más que abordaba una imaginaria reencarnación del fugitivo vilmente asesinado.
Sin embargo, hay algo más en el recuerdo de este mítico personaje que tal vez debía de ser tratado con mayor amplitud: sus implicaciones sociales y, si se quiere ver así, también filosóficas, es decir, conseguir llegar a lo que realmente había en el trasfondo de esta accidentada historia.
Fernando del Castillo llevaba bastantes años preparando este largometraje, y no en vano el notable guion que lo acompaña es enteramente suyo.
“Gauchito Gil” es un relato que va más allá de un enfoque directo sobre los actos que se le atribuyen a Antonio Mamerto Gil Núñez, ya que es un alegato sobre la opresión que ejercía el poder hacia la población y en contra de la injusticia, la guerra y las cadenas. Y lo mejor de esta película es que siendo una historia que visualmente está conectada a la época concreta de la leyenda en cuestión, su trasfondo es completamente atemporal y universal.
Casi tratados como esclavos, los gauchos tuvieron que soportar sucesivas guerras como la de la Triple Alianza. Pero también estaban los gauchillos alzados correntinos que se opusieron a formar parte de semejante maquinaria bélica y que fueron represaliados por ese motivo. El Gauchito Gil puede ser considerado como uno de ellos, pues desde la zona de Mercedes se opuso a aquellas injusticias, tras haber regresado de aquella terrible guerra.
Fernando del Castillo responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Puede ser que tu película tenga más que ver con las ansias históricas de libertad del pueblo correntino, antes que con la leyenda de Antonio Gil?
Yo creo que sí, que la película tiene que ver con las ansias de libertad del pueblo correntino y, más que nada, con las ansias de libertad del ser humano en general. Por lo menos yo así lo percibo, con esas ganas de correrse de lo establecido, de salir de las pautas que te marcan quienes ejercen un dominio, y cómo el poder se violenta frente a las personas que quieren salir por la tangente o ir por otro lado. Y me parece que esta historia habla de eso, más que de Antonio Gil.
– En la película se menciona Brasil en algún momento. ¿Es por la facilidad que poseen los habitantes de Paso de los Libres para trasladarse a esa otra realidad, tan cercana por otro lado?
Sí, tiene que ver con ello. De hecho, lo que separa Argentina y Brasil en esa parte es el río Uruguay, que cuando está bajo hasta se puede cruzar caminando. Y eso es lo que les pasa a los personajes. Hay uno que se llama Gonçalves, apellido portugués-brasilero, el cual de alguna manera deja entrever que él puede tener ascendencia del otro lado, y por eso termina decidiendo irse para allá, como escapando de la realidad y de la ley que tenían en ese momento en Corrientes.
Igualmente aparece en la película la fiesta del santo Cambá que está muy emparentada con toda la religión afroamericana y es un santo negro. Es más popular en Brasil, y en esa zona de Corrientes se festeja por la cercanía con la frontera, concretamente la fiesta de San Baltazar, que es donde ellos se encuentran.
– ¿Temiste que la historia que vos imaginaste se enfrentara a otras interpretaciones distintas por parte de los espectadores al ver la película?
Sí, de alguna manera es un temor que todavía tengo y hay que ver cómo la gente recibe a la película, pero me imagino que el público cuando la vea se va a encontrar con otra cosa de lo que por ahí esperaba, y por eso me pareció importante comunicar y contar o dar a conocer un poco de qué va la película, porque si vos ves “Gauchito Gil”, quizá te remite a lo que es esa figura hoy en Argentina, donde posee una estética diferente a la que tiene en la película, que a su vez maneja un lenguaje diferente también.
Para mí ese es un desafío, aunque si bien la película por el nombre puede tener bastante llegada a mucha gente, es importante también que la gente que pueda ver la película por el título, yo creo que les va a gustar, pero también me interesaba cómo lograr que el espectador pueda entender lo que vos me preguntabas al principio, sobre qué es lo que cuenta esta historia, sobre qué está hablando. Y sí, la película habla de la libertad.
– Hay algo mágico en la leyenda del Gauchito Gil. ¿Crees que él también puede ser considerado como un mago?
No sé si hay algo de mago en la leyenda, pero sí milagroso. De hecho es el santo pagano con más adeptos acá en la Argentina. Yo no creo que sea un mago. Sí le atribuyen milagros y la gente le pide cosas, pero el personaje que yo cuento en la película es una persona común que intentó romper el molde o salirse de lo que le estaban imponiendo.
Como él hubo muchos gauchos correntinos y de toda la Nación que sufrieron la misma suerte. Entonces, de alguna manera, estos personajes son tomados como ejemplo por sus pares en ese momento, empiezan a crecer y su vida comienza a tomar otra dimensión, y eso es lo que le pasa a Antonio Gil, quien de entre todos los gauchos él es como representativo, es el que trascendió y sobresalió, y el que la gente fue contando su historia. Así es como yo pienso que él pasa de ser Antonio Gil a ser el Gauchito Gil, a través de una construcción popular y colectiva.
– ¿Y cómo venciste las dudas de si era oportuno volver a tratar la historia de este personaje de culto, luego de que haya sido retratado otras veces antes en el cine?
En el momento en que yo comencé este proyecto, el Gauchito Gil no había sido tratado tantas veces en el cine, y los otros proyectos fueron casi en paralelo al mío. Recuerdo un par de películas, una que hablaba sobre él y otra que en realidad era un viaje místico que va por otro lado y no cuenta la historia del Gauchito.
Lo que a mí me pasa con eso es que la historia que yo quería contar y que yo tenía entre manos, tiene que ver, como bien decías vos en la primera pregunta, con otra cosa muy distinta. El Gauchito Gil me sirve como excusa para hablar de la libertad, de la opresión, de los deseos, del camino interno,… Entonces me pareció interesante y como yo soy de Corrientes y me llamó siempre mucho la atención el personaje con todas las aristas y vericuetos que tiene, pienso que el tiempo y la gente lo va modificando y moldeando como si fuese una escultura de barro que nunca va a terminar de cerrarse, de ir al horno, por decirlo de alguna manera. Hay que tener en cuenta el momento de la humanidad también.
©José Luis García/Cinestel.com