“La Sequía”, de Martín Jáuregui; primer film rodado con energía solar
Por terrenos áridos e inhóspitos transcurre la mayor parte de “La Sequía”, ópera prima en largometraje de ficción del director y comunicador argentino Martín Jáuregui. Pero más allá de emplear medios convencionales para la filmación, esta película es la primera de la que se tiene noticia que ha sido rodada gracias a la energía solar. Y no sólo eso, sino que además Ecocinema, la plataforma internacional que busca hacer del cine una herramienta clave para la democratización del acceso a la cultura y la educación, fue quien dio todo su soporte, tanto en aquella etapa del film como en su posterior exhibición en zonas rurales de la Argentina, con una unidad móvil que también utiliza placas solares.
La protagonista de esta historia es Fran, una mujer que reacciona y se cuestiona, duda y decide, mientras está en plena búsqueda personal.
Jáuregui, quien define esta película como una expresión artística, perfiló un relato que tiene mucho de alegoría, en el que en realidad son dos las mujeres que más aparecen. Una de ellas es la encarnada por la actriz Adriana Salonia, una joven vestida de negro que viene a representar todo lo que Fran detesta. La otra es la propia protagonista, una actriz famosa que encadena varios desengaños que la han hecho escapar al desierto, una metáfora sobre su propia sequía.
El realizador no apostó por el glamour que emanaría de una estrella de cine, sino que el personaje interpretado por Emilia Attias tiene en el film un tratamiento cada vez más descarnado, y todo ello porque quiere huir de aquello que fue fallido en su vida. Los guionistas quisieron que su alter-ego también se fuera degradando a lo largo del relato, con la finalidad de crear situaciones insospechadas de cara al enfoque que pueda tener el espectador.
Martín Jáuregui responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Tu idea principal era la de la reinvención de Fran, la protagonista?
Claro, porque todo el comienzo de la película hasta que llega a la casa de la anciana bruja, es un momento desértico al máximo ya que pierde el agua y se la da Adriana Nod, que es su alter-ego. Le tira el agua y de allí hasta que se baña, como una suerte de bautismo que hace que la vieja le diga nena todo el tiempo, muere en ese momento para renacer en la que va a ser después. Es muy sutil, pero hay un cambio de paisaje. Hasta que ella muere es un paisaje de arena, desértico, pero luego va a ser de roca roja y montaña alta con cielo muy celeste, porque justamente transita otro camino necesario desde la muerte, abandonándose completamente para que vuelva a nacer otra persona.
– ¿Y qué fue lo que te decidió a implementar en la película esa tonalidad amarilla tan sórdida, por otro lado?
La película original no la grabamos en 4K, sino que en 2K, porque me parecía que si yo quería trabajar la imagen en la posproducción con más filtros, eso iba a reventar como se dice acá en la Argentina, se iba a granular, le iba a dar una textura mejor. Pero no pasó; la verdad es que la calidad es buena y entonces la viré al dorado-sol, para que nos dé calor y se relacione con la sequía.
La película es muy azul. Piensa que la cámara tiene por registro lo más real posible. Catamarca, que es donde filmábamos, tiene cielos diáfanos, sin nubes. La presencia de las nubes en esos lugares es algo extraordinario, por eso las puse y hasta en algunos momentos parece como si fueran las nubes de los Simpson por lo gordas que son. Ese celeste del cielo baja a la tierra con mucha luminosidad, lo cual era demasiado publicitario, como si fuera un catálogo visual. Entonces lo deformé al calor, a que la película dé realmente sensación de calor.
A más de uno le pasó en la avant-premiere que me vino a preguntar eso, que cómo era que esa chica con tanto calor ni siquiera se puso un protector solar. Pero la intención era que ella pasara por ese desierto, y en el dorado reforzar el concepto de que está yendo a un paisaje casi marciano que por momentos parece de otro planeta.
– No sólo son las nubes, sino que en alguna otra parte del film también se apela a las constelaciones mediante elementos gráficos. ¿Era para subrayar la desconexión de Fran con la realidad?
A mí me pasó lo siguiente: tenemos los tres planos en donde la protagonista revela con la historia su desenfoque de la realidad. El primero es ella misma caminando vestida de gala como si estuviera en una red carpet en el medio del desierto. El espectador ve eso y ahí ve la primera contradicción.
Después está la aparición de las voces en off, que son sus voces internas, sumadas a otras más que son las encarnadas. Pero a mí me parecía que faltaba que como espectador yo tuviera la sensación de estar viviendo algo absolutamente surrealista, que no tuviera que ver con el registro clásico del cine por el cual para que se sepa que alguien está loco, alguien tiene que decir ¡Qué loco estás!, sino que fuera algo de lo más obvio que puedas imaginar.
Entonces imaginé constelaciones con líneas, como las que se representan en el zodiaco, cosa que es imposible de ver en el cielo, la ballena famosa que aparece en una escena en una nube y las piedras que se levantan como una suerte de fichas que se mueven para que te des cuenta de que algo pasó.
Por eso, la respuesta final yo diría que está en la muñeca que le da la vieja y que ella lleva después colgada de su carterita. En realidad, ahí Fran acaba de nacer. A partir de eso, ya no hay más una imagen irreal. Es más, ella tira el celular porque, como no le importa, arroja hasta el último objeto de civilización “moderna”, porque ya sabe que algo en su interior se transformó para siempre.
La energía solar
– Se ha afirmado que se trata de la primera película hecha con energía solar. ¿Cómo es este sistema y qué es Ecocinema?
Ecocinema es una organización que está en varios países y tiene como objetivo llevar el cine a lugares donde no llega la energía y donde el cine no está. Lo hace a través de unas camionetas que tienen alimentación por energía solar, todo su equipamiento está nutrido por ese sistema durante el día, y de noche levantan esas pantallas inflables enormes para que, con un sistema de sonido y un proyector, se pasen películas.
Nosotros conocimos el capítulo de Ecocinema en Uruguay y les contamos este proyecto que iba a ser filmado en el desierto, lugar que sin ninguna duda es el mejor para los paneles solares. Nuestro propósito era hacer una película que impactara lo menor posible en el ambiente. Y entonces contactamos con ellos e hicimos el cálculo de cuánta energía nos podían brindar durante el día.
Todo salió bien porque la película tiene entre el 70 y 80% de su total de secuencias exterior-día, y el resto es muy poco en interior o noche; así que vimos que nos iba a alcanzar. Y no sólo alcanzó sino que sobró, porque todos los días filmábamos, cargábamos baterías y poníamos luces LED muy pequeñas en puntos muy específicos para reforzar algunas cuestiones de la filmación.
Trabajamos con unas ISO/ASAs muy altas para poder tener un registro que imprimiera mejor sobre lo digital, y a la noche esa misma camioneta se iba a la plaza del pueblo y pasaba una película. Se hacía el doble del circuito y lo cumplían. Y además, chequeamos que era la primera vez que se hacía eso para evitar decir mentiras, aparte de cada uno de los miembros del equipo, -35 personas de la filmación, arrancando por mí y hasta el último de los asistentes-, en el rodaje teníamos el plato, el vaso y los cubiertos propios, no descartables. No había plástico. Osea, vos comías toda la comida arriba de tu plato, te lo lavabas -ese agua la tratábamos- y volvía a usarse sin impactar al medio ambiente.
Te confieso que no sé cuánto lo hemos logrado. Me consta que no dejamos un papelillo tirado. Pero fue complicado porque venimos de una cultura muy distinta que es más del arrojo y de tirar cosas. Sin embargo, al final lo logramos y estamos muy orgullosos de que la película tenga eso también.
– Pero me imagino que la posibilidad de hacer eso depende también de que haya o no luz solar y que tal vez en algunas zonas del sur del país no lo habrían conseguido.
En el sur se complicaría más pero los paneles solares tienen una capacidad de tomar no solamente sol directo, sino también rayos UV que también los convierte en energía, aunque tarda más tiempo. La habilidad es haber elegido un centro que tiene 360 días al año de sol y 5 de posible lluvia. ¡Y te podés creer que nos tocó un día de lluvia! (risas), pero igual el bicho cargó y no hubo ningún problema.
– ¿Y volverías a hacer algo parecido en un futuro?
Sí claro. Estoy trabajando sobre una segunda película que también va a tener e Emilia como protagonista. Pensamos rodarla en 2020, también con energía solar, pero en la provincia de Misiones donde igualmente hay mucho sol, aunque a veces también se nubla, por lo que habrá que hacer nuevos cálculos pero no es imposible.
Nos parece que es un camino que hay que empezar a explorar e ir mucho por ahí, porque también esto tiene que ver con una postura frente al planeta. Lo que nos está pasando por ejemplo en la Amazonía, que tiene una condición humana espantosa por haber sido un fuego hecho voluntario, pero es la debilidad de un ecosistema que se quiebra ante el menor suceso.
©José Luis García/Cinestel.com