“Los Hijos de Isadora”, de Damien Manivel; expresionismo y danza

Estrenada en Argentina
En el cine, el tratamiento de la danza es probablemente una de las tareas más difíciles de conseguir, pero ya no tanto para el director francés Damien Manivel, puesto que él es a su vez un reconocido bailarín y artista circense de carácter contemporáneo.
Después de pensárselo mucho, este realizador se decidió a abordar las dos pasiones de su vida en un mismo proyecto, tras haber tocado otras historias distintas durante su todavía corta pero interesante filmografía, casi siempre relacionada con el arte.
Con “Los Hijos de Isadora” (Les Enfants d’Isadora) probablemente está culminando un deseo que le rondaba la cabeza durante mucho tiempo.
Ahí se nota la delicadeza con la que este creador de sensaciones ha tratado de aunar en un formato documental las repercusiones del legado de una fabulosa bailarina y coreógrafa estadounidense llamada Isadora Duncan.
Con una dirección premiada en Locarno, esta película es la bifurcación de tres historias diferentes conectadas entre sí por las enseñanzas que quedaron tras la partida definitiva de esta insigne creadora de la danza moderna, en especial las relacionadas con su obra “Mother”.
En un primer momento, Agathe Bonizer traduce en una coreografía las lecturas de una pieza de la obra. Seguidamente, la docente artística Marika Ricci intenta preparar a la bailarina adolescente con síndrome de Down, Manon Carpentier, para que se incorpore a una representación del texto en forma de danza. Y como colofón, una antigua coreógrafa americana, Elsa Wolliaston, llena la pantalla con su emotividad y sus problemas de movilidad, al tratarse de una anciana que rememora en silencio las percepciones de su imaginación y su impacto sensitivo.
De principio a fin, “Los Hijos de Isadora” es un firme reflejo de los elementos comunicativos que tienen que ver con la expresión corporal. ¿La gestualidad vale más que mil palabras? Seguramente sí. E igualmente es la constatación de que cualquier persona interesada puede acceder a este arte.
Arquitecturas y espacios diáfanos completan la construcción global de este relato que nos habla sobre el movimiento físico conectado al sentir y la capacidad de emocionarse con una actuación de danza, una disciplina artística que según Duncan, “lleva siglos dormida”. Habrá entonces que resucitarla.
©José Luis García/Cinestel.com