«Mouton» de Gilles Deroo y Marianne Pistone; las turbias relaciones

La pareja de directores documentalistas franceses se iniciaron con este film con buen pie en la ficción narrativa alcanzando un premio especial del jurado y otro a la mejor ópera prima en el Festival de cine de Locarno y más recientemente el de la crítica al nuevo talento en la cuarta edición del Festival de Cinema d’Autor de Barcelona (D’A). El caso de «Mouton» es el de un ejercicio notable de experimentación cinematográfica que contiene una mezcla de estilos y situaciones que trascienden lo convencional para contarnos una historia basada en hechos reales sobre un sencillo e inocente trabajador de un restaurante que busca la certeza de agradar a los demás y a sus amigos.
La película está fragmentada en tres partes bien diferenciadas. En la primera, y nada más comenzar el relato, vamos a observar la vida de Mouton (oveja, en francés), desde un punto de partida duro pero liberador cuando en un juzgado lo desligan de los vínculos con su madre alcohólica. Ahora se ha marchado de la ciudad a un pueblecito costero donde trabaja en un restaurante tanto en cocina como de camarero. Tiene una buena construcción de sus relaciones sociales dentro de lo profesional, pero sus vulnerabilidades personales hacen que las amistades que ha formado se burlen de él con frecuencia. La relación amorosa que entabla con una compañera de trabajo alivia esa violencia solapada de sus amigos mezclada, por su falta de reacción, con algunos acercamientos entrañables.
Los realizadores franceses nos van abriendo poco a poco a más detalles, a pequeñas partes de su vida en grupo e incluso a las instalaciones en las que se mueve. La mayoría de interiores están trabajados con planos fijos que muchas veces nos dan la impresión de que incluso podrían haber sido los mismos actores quienes hubieran colocado la cámara para grabarse a sí mismos. Obviamente no es así y en «Mouton» solo vemos movimientos de cámara para subrayar algo, ya sea un beso del protagonista con su pareja o la búsqueda que un perro hace entre los residuos del suelo.
A partir de un acontecimiento trágico que sucede en la película, es cuando se van a desenvolver las otras dos partes del film en las que notaremos que el relato se va a ir abriendo a más personajes y ese ángulo tan abierto nos va a dejar ver más partes de esas personas, sus huecos vacíos, así como su concepto de la sensibilidad humana, del abandono y del olvido. Otras cosas nos llevarán a reflexionar sobre temas distintos; por ejemplo al ver en una escena la elección de un tipo de carne determinado en una carnicería por parte de uno de los personajes.
A «Mouton» se le pueden encontrar algunas innovaciones dentro de su experimentación, en particular con el sonido cuando dos veces durante el film escuchamos, no lo que se está hablando en el interior donde se rueda, sino en el exterior. Lo que hablan quienes están en exteriores. Lógicamente, la mayoría de los personajes parecen moverse en terrenos conocidos y eso es lo que favorece esta mezcla de cine documental con la ficción que en definitiva es. La fragmentación del relato y la dosificación de los detalles que van en aumento, favorece el entendimiento en el espectador de una manera libre, enigmática y desprejuiciada.
©José Luis García/Cinestel.com