“Nación”, de Margarita Ledo Andión; la represión sexista del patriarcado
Estrenada en España
Aun cuando es una película rodada en Galicia sobre hechos ocurridos allí, “Nación” muestra de forma directa la represión sexista que el sistema patriarcal desarrolló en el mundo de la industria y la economía especulativa.
Y es que a aquellos inversores cuyo mayor afán es el de ganar dinero a toda costa, les importa bien poco conocer cómo es la calidad de vida de las personas que ahí trabajan, cuestión que se agravó sobremanera durante la etapa del franquismo.
Dirigida por Margarita Ledo Andión, una de las figuras más relevantes de la cultura gallega, la película nos traslada a sentimientos, problemáticas y reivindicaciones que nos llegan tanto a través de sus expresiones orales como de ese rostro humano que nos expresa el deber y la necesidad inequívoca que todos tenemos de vivir con dignidad.
En una línea que se fue desgajando de sus anteriores películas a partir de una trilogía anterior sobre el Siglo XX, “Nación” se adentra de lleno en la generación de su directora, concretamente en aquellas compañeras y quizá amigas suyas que tuvieron que detener el curso de sus estudios para entrar a trabajar en una fábrica a los 13 o los 14 años de edad.
El destino de las protagonistas de este filme fue Pontesa, una fábrica de loza que cerró definitivamente en el 2001, cuarenta años después de su inauguración triunfal. Y es muy llamativo el hecho de que en aquel entonces era bastante habitual emplear a adolescentes para el trabajo, en un sistema que la realizadora explica como el paso de una economía productiva a otra de carácter depredador y especulativo.
“Nación” es asimismo un filme eminentemente feminista, que expone la realidad de estas mujeres que ya en los años 80 y 90 comenzaron a tener que batallar contra la destrucción de empleo, en un país que las considera de segunda categoría y que incluso les paga menos que a los hombres por hacer el mismo trabajo que ellos hacen.
Bajo la impronta de la pérdida de un derecho tan fundamental como es el laboral, la película combina la vivencia de estas luchadoras innatas haciendo uso de imágenes auto-registradas de las protagonistas, sus testimonios, una parte ficcionada desarrollada por actrices que representa a las mujeres silenciadas que trabajan en el campo y en las fábricas, mientras asumen los roles familiares asignados bajo la represión del arraigado sistema patriarcal; y por último algunos apuntes de carácter poético que se suman a un todo anti-patriarcal y anti-poder.
Margarita Ledo Andión responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Qué diferencias encuentras entre las ex-trabajadoras de la antigua Pontesa y las actuales que faenan en industrias como Cerámicas do Castro o cualquier otra empresa?
Pontesa era una fábrica en la que trabajaban mil personas y las mujeres inmediatamente creaban sus vínculos y se organizaban, mientras que en este momento las fábricas que quedan en producción son pequeñas.
A mí me interesaba mucho, y por eso están grabadas y forman parte de la película, estas fábricas que siguen en funcionamiento, porque de alguna manera hago un bucle con el tema de la mujer y el trabajo industrial a fines de siglo con una referencia a una fábrica importantísima de Vigo, ligada al enlatado y a la conserva, muy bien filmada por José Gil, uno de nuestros grandes cineastas del periodo silente.
Entonces lo que hago es unir la salida de la fábrica de José Gil de 1928 con la salida de la fábrica de Castro ahora cuando lo rodamos en el año 2019, para de alguna manera fundir el comienzo y el fin de una época en que la mujer empezó a tener derechos. Por eso el nombre de “Nación” tiene que ver con eso, con la posibilidad de no formar parte de una sociedad en la que te representas y en la que vives, si no tienes derechos.
– En la película queda claro que en el fondo de este asunto está la feroz especulación de unos inversores que montan una fábrica y que cuando ya obtienen suficiente dinero para lucrarse con otra cosa, abandonan a su suerte a esas trabajadoras y a sus compañeros de profesión. ¿Aboga la película por la necesidad de ir hacia un tipo de sociedad distinta?
Efectivamente, hacia una autogestión o sociedad cooperativa en que realmente se redistribuya, se asuman las responsabilidades y se entre de nuevo en producir lo que necesitamos, y no en cuestiones que absolutamente nos llevan hacia la catástrofe, que es en lo que ahora estamos. De hecho, ellas cuando sueñan con volver a la fábrica, -que lo repiten mucho, aunque ya no lo puedan hacer-, están como lanzando un mensaje en una botella diciendo que no podemos seguir así.
– “Nación” une lo que es la ficción con el documental. ¿Fue uno de los principales retos a los que te enfrentaste cuando te planteaste el proyecto?
Eso está en todas mis películas en mayor o menor medida, pero en ésta lo hacía como algo que formase parte de esa posición de unir lo más palpable, lo que puedes tocar con la mano, con lo que deseas en tu imaginario. Y también para la transferencia de unos cuerpos a otros, de las mujeres a las actrices, de una generación a otra, de que a través de un concepto transformativo llegasen esos momentos de verdad en que pudiésemos invocar a todas las mujeres reprimidas durante la guerra civil, además con esas marcas sexistas de un tipo de represión. Y todo ello se acaba uniendo a una parte más actual.
Yo siempre trabajo con esos tres pies, que es lo que recojo de un especialista en poesía china, un amigo portugués, que dice que todo está unido por poesía, documento y reflexión histórica. Y es lo que pretendo también en mis obras más creativas.
– Hay una secuencia en tu película que a mí, no sé por qué, me llamó la atención por su semejanza con la prisión de Alcatraz, con esas rocas y el mar. ¿La incluiste para enfatizar la falta de libertades que estas mujeres han tenido y, en concreto, las consecuencias de la represión sexista?
Claro, es que esa imagen es como una isla, es el aislamiento total, cuando se cierra el juicio y se incluyen las imágenes de archivo del cierre de la fábrica de los años 20, cerrándose el ciclo industrial y quedándose todas ellas aisladas. A partir de ahí enlazamos con otras imágenes de las endemoniadas, a quienes les sale el demonio por la boca, mientras avanzamos hacia el final con toda esa representación sobre las mujeres, que parece que va a ser un final de muerte, pero conseguimos que definitivamente sea de reafirmación.
– Otra parte deleznable que aparece en “Nación” es la realidad de que algunas de esas mujeres trabajaban sin cobrar.
Ahí estamos en otra de las fábricas, la de conservas de Odosa en la Illa de Arousa, en unas valoraciones de urgencia que hacen ellas mismas contando esa dificultad y hablando de cara, hacia nosotros. Esas mujeres constituyeron una organización incidental que era autogestionada, pero que duró poco tiempo. Y efectivamente, ellas padecieron las condiciones más duras posibles. No existían como trabajadoras. Si una mujer se ponía enferma, no tenía cobertura de ningún tipo. Eso era el tipo de empresa que era Odosa. Además, una de ellas dice que si firmaban acuerdos con las autoridades, no los cumplían, con lo cual estaban denunciando la connivencia de la institución estatal con los intereses delictivos, en ese caso, de una patronal.
– Y ya que eres escritora, ¿para ti que es más dificultoso, hacer una película de este tipo o adaptar un libro al cine?
Yo creo que es más dificultoso adaptar un libro. Desconfío mucho de las adaptaciones. Adapté a veces poemas para cuestiones también muy incidentales, para festivales, que son cosas completamente diferentes; y me cuesta mucho trabajo después de leer un libro que me toca y que me da esos golpecitos de vez en cuando en la memoria, ver eso en una película.
Seguramente estoy influenciada por la rabia que sintió Marguerite Duras cuando vio “El Amante”, una película a partir de su propia obra literaria. Y aunque para mí sería más difícil adaptar un libro, yo hice esa “adaptación” con una novela propia, «Porta Blindada», para rodar “La Cicatriz Blanca”, pero justamente lo que hice fue desarrollar en ella lo que no había desarrollado en el libro. Fue mostrar los mismos personajes en otros aspectos que no estaban cubiertos en la novela. Lo cual no es exactamente una adaptación.
– Recientemente en otra entrevista me respondían con otra pregunta, -y no era gallega la entrevistada-, donde se cuestionaba el hecho de por qué no se adaptan tanto las películas a novelas. ¿Tú crees que de “Nación” alguien se podría inspirar para publicar un libro?
Claro que sí. Yo creo que cualquier material o situación te puede dar salida para un tipo de obra o de soporte diferente. Por ejemplo, -te lo pongo en otro terreno-, Mercedes Peón, que hizo la banda sonora en ésta y otras películas mías, acaba de presentar un espectáculo que se llama «Osmose», -en Conde Duque recién lo vimos-, en que parte de “Nación” y lo convierte en un espectáculo musical nuevo con imágenes de archivo que aparecen en mi película, producido por Peke Varela, una cineasta de Galicia que vivió mucho tiempo en Londres y ahora está en Vitoria. Por lo tanto, “Nación” dio salida en este caso a otro tipo de obra y podría dar pie a otras más.
– Entonces, quizá no lo sepamos tanto, pero puede ser que algunos escritores se hayan inspirado en películas a la hora de construir sus novelas, ¿no es así?
Exactamente, lo que no sé es cómo no nos habituamos a citar las fuentes, pues yo creo que de ese modo se revaloriza un trabajo y es colaborativo también, ya que tienes tus resonancias y las reivindicas. Yo siempre lo hago, a lo mejor porque soy periodista de origen. Siempre reivindico mis fuentes y además las quiero, porque es lo que me hace vibrar un poco y arriesgarme a hacer estas cosas.
©José Luis García/Cinestel.com