Entrevista a Darío Mascambroni por el estreno de «Primero Enero»

Estreno comercial en Buenos Aires, Rosario, Mendoza y Córdoba
Reconocida por el jurado del BAFICI 2016 como mejor película argentina, «Primero Enero» es una historia sobre la relación entre un niño y su padre. Visto después en la sección Berlinale Generation, el filme deslumbra por su descripción de una situación que aparenta ser normal, pero que está fuertemente inquietada por elementos externos que no se ven o se perciben poco, al tiempo que resulta sencillo irse dando cuenta de lo que está sucediendo entre ellos dos.
Su director, el cordobés Darío Mascambroni, utiliza técnicas de documental en determinados momentos para mostrarnos una historia muy realista acerca de las influencias que una determinada inestabilidad de tipo familiar pueda ocasionar en este chico de 8 años de edad.
La vida en el campo, la memoria, lo tradicional, la infancia y la paternidad se entremezclan.
Ambos padres acaban de divorciarse y planean la venta de la casa campestre en la que pasaban todos los veranos. La intención del padre de contarle al hijo ciertos temas tradicionales choca con los deseos del niño de proponer cosas nuevas para pasar el rato. Con una naturalidad arrolladora, la película es el fiel reflejo de esa compleja situación creada, pero planteada con una sencillez extrema.
Darío Mascambroni responde las preguntas de Cinestel.
– Da la impresión de que es una historia que contiene partes improvisadas. ¿Trabajaron sobre un guion rígido o hubo márgenes para el desarrollo de los diálogos entre el padre y el hijo?

Darío Mascambroni
No trabajamos con un guion rígido sino con un tratamiento que describía de manera resumida cada secuencia. Escribir los diálogos hubiera sido una pérdida de tiempo. Estaba seguro que lo que podía surgir de manera natural entre Valentino y su papá iba a ser más poderoso. La clave estuvo en lograr un clima de rodaje ideal para que eso sucediera, fue muy importante la confianza que ellos dos nos tuvieron en todo momento. No creo que hayamos improvisado tanto, siempre marcábamos la dirección en la que debía transcurrir cada escena. Creo que la sensación de “lo improvisado” tiene que ver más con la verdad que ellos transmiten con sus interpretaciones.
– Con “Primero Enero” nos podemos identificar igual tanto si ahora somos papás como recordando nuestra infancia. ¿Era ese tu propósito al contar esta experiencia familiar tan rica de matices?
La intención siempre fue comprender a ambos personajes y sus diferencias generacionales. En lo personal me siento más identificado con el niño ya que no soy padre y como hijo tengo una experiencia de 29 años. Pero en definitiva lo que más importa es el vínculo que hay entre ellos y es por eso que el espectador puede identificarse con alguno de los dos.
– Y fíjate que cuando Valentino sube al árbol casi como que te planteas las distancias en el tiempo y las generaciones. ¿Quizá la tecnología no haya cambiado tanto como nos pensamos la mirada de los niños actuales respecto a como éramos los adultos en nuestra infancia?
Creo que en líneas generales la tecnología sí modificó la infancia de los niños hoy en día. La situación de Valentino es bastante particular tanto en la película como en su vida y ese es uno de los factores que más me interesó a la hora de imaginarlo como uno de los protagonistas de «Primero Enero». Hay una relación estrecha entre su infancia y lo que fue la mía veinte años atrás, sobre todo en esa casa en las sierras que te obliga de buena manera a conectarte con el espacio desprendiéndote de toda tecnología.
– Me agradó mucho ver esos caminos de tierra transitables porque pienso que no se ven tan a menudo en el cine. ¿Pertenecen a lugares que conocías de antemano?
Es el camino que lleva a ese lugar perdido en la montaña que visito con mi familia desde que nací. De alguna manera nos sentimos orgullosos de que no cualquiera los conozca o los haya transitado y fue muy lindo incluirlos en la película. Más allá de la cuestión personal creo que esos caminos aportan una textura única y muy valiosa para el diseño plástico de la película.
– Casi todo el filme está ocupado por el padre y el hijo. ¿Creíste más conveniente trabajar el relato así, aislando a tus personajes de injerencias externas mayores que no fueran la de la madre del niño o la de una niña, por ejemplo?
Creo que la importancia de la madre se potencia justamente por su ausencia y cómo eso afecta en la relación padre e hijo. Imagino que nunca antes Jorge se vio en la situación de compartir tanto a tiempo a solas con su hijo y eso supone en gran parte el conflicto narrado en la película.
– Comprenderás que después de ver la película haya algunos que nos estemos anotando el estar muy pendientes de otras venideras en el futuro. ¿Hay proyectos en curso?
Afortunadamente el mismo año en que rodamos «Primero Enero» ganamos el concurso Raymundo Gleyzer de La Base con un proyecto llamado «Mochila de plomo». Cuenta la poca contención que sufre un nene de 13 años el día que sale de la cárcel el hombre que mató a su papá. Si todo sale bien en mayo iniciamos rodaje.
©José Luis García/Cinestel.com