“Un Bolso Lleno de Carteras”; arte popular en el nombre de Diógenes

Estreno en Buenos Aires
Luego de haber trabajado durante más de 15 años como asistente de dirección en muchas películas, el argentino Leonardo Petralia se atrevió a lanzar su primera realización como director, y lo hizo a través del género documental, tras haber conocido la singular historia de Celia Argüello Rena, quien es integrante del Proyecto Diógenes, un cruce entre artistas de teatro, danza, diseño industrial/visual, diseño escenográfico, y música, que se pusieron a investigar sobre la acumulación de materiales y objetos sobre el cuerpo y el espacio para organizar una performance.
“Un Bolso Lleno de Carteras” es un documental que viene a ser un espejo de la génesis de este proyecto, con el objeto de provocar la curiosidad en ese espectador que muchas veces se pregunta de dónde viene toda esa serie de corrientes vanguardistas que se propone sorprendernos con representaciones tan inusuales y astutas.
Desde el guion inicial siempre se quiso evitar ahondar en el problema de síndrome de Diógenes que padecía la mamá de Celia, -la película claramente lo deja en un costado-, y centrarse más en lo que supone la acumulación de objetos y el proceso de transformación de los mismos.
Petralia cuenta a Cinestel en entrevista que se aseguraron de que este proceso de filmación no iba a ser dañino en absoluto: “Mi premisa siempre fue explorar el arte como posibilidad de sanación, pero no como lo estudiamos en Estética del Arte, sino algo más cercano y humano, huyendo de esa idea de que el artista elabora una obra de este tipo para sanar sus males”.
El director también quiso poner en relieve la relación entre madre e hija desde el lado humano de un modo a través del cual se percibe que “lo artístico y lo personal son elementos indivisibles, además de permitir visibilizar lo potente que puede ser cuando sucede de una manera genuina. Así que el arte es la tercer pata, pero también es un poco lo que aúna todo”.
En “Un Bolso Lleno de Carteras”, el punto de apoyo o engranaje de la historia lo constituye Juan Pablo Gómez, director teatral, dramaturgo y docente, que acompaña a Celia a transitar este proceso que tiene tanto de artístico como de terapéutico. Leonardo Petralia reconoce que la película habría sido muy distinta sin él, ya que le da un toque de profundidad muy interesante y la eleva hasta su quintaesencia.

Leonardo Petralia, director de “Un Bolso Lleno de Carteras”
También hay una pequeña parte del film que ha sido rodada en París. Se trata de una breve estadía de Celia en la capital francesa, acerca de la cual el realizador afirma que le entregó una cámara para que pudiera filmar allá esas imágenes.
Igualmente en el documental subyacen tres cuestiones de fondo a las cuales su director alude durante nuestra entrevista y que son fundamentales para entender este recorrido narrativo: el sentimiento de propiedad que implica que a veces parezca que se quiera retener el tiempo, el tipo de utilidad que se le da a los objetos a lo largo de su periodo de usabilidad, y la idea de que sin acumulación no hay capitalismo, cuestión no más trivial esta última que también ayuda a entender mejor cómo interactúan las distintas capas de nuestra sociedad contemporánea.
A Petralia tratar de esta manera tan subyacente el síndrome de Diógenes como tema de fondo le genera cierta fascinación, especialmente en lo que tiene que ver con las enfermedades compulsivas pero “sobre todo con la posibilidad de entrar en un espacio de ese tipo evitando ser morboso, lo cual traté de que fuera otro de los lineamientos invisibles de la película”, -dice a Cinestel-.
Pero a Leonardo lo que más le impactó fue el primer contacto que él tuvo con esta realidad: “Quedé muy impactado. La obra consistía en entrar simbólicamente a la casa de Noemí, aunque toda la acción tenía lugar en un teatro sin butacas, el cual es una casa tradicional de Buenos Aires del tipo PH. La gente se agolpaba en la entrada esperando el inicio de la función, y de pronto aparecía una señora que te abría la puerta principal, te hacía pasar y vos ibas con un grupo de gente a conocer ese extraño hogar, que era un espacio totalmente desbordado de objetos”.
“Entonces ella te iba contando cosas y aparecían de pronto unos bichos de desperdicios de alfombras, otros de botellas, de bolsas, de ropa,… Y era una experiencia muy fuerte, al tiempo que muy poco clara en cuanto a qué nos quería narrar, porque ella se sentía muy críptica. Posteriormente, Nadia, mi pareja, que es amiga de ellos, tuvo noticias de que estaban interesados en hacer una película sobre este proceso en particular. Al principio dudé un poco, pero cuando me hablaron sobre el trastorno de Noemí, pensé que ahí había una historia interesante”, -detalla Petralia-.
El acto escénico del film es el vaciamiento de la casa, en una película en la cual los materiales, el movimiento y la acción constituyen una base que conecta con algo que excede al arte: la expresión de una persona que sin decirlo pide ayuda para sanar y superar su trastorno.
©José Luis García/Cinestel.com