José Luis Valle habla sobre «Workers»; odiseas silenciosas, pretendidos sueños y aspiraciones
El paso del tiempo, la necesidad de trabajar para sobrevivir y la imposibilidad de que esas obligaciones adquiridas nos permitan hacer planes para un futuro inmediato son los temas sobre los que nos habla esta galardonada película (mejor film mexicano en Guadalajara) que es una combinación entre lo que podemos ser como personas y nuestro alrededor, con Susana Salazar y Jesús Padilla entre el elenco.
Es imprevisible, pero el destino nos tiene guardadas con frecuencia jugadas inesperadas y eso es lo que les sucede en «Workers» a Rafael, que vive las horas previas al tan esperado día de jubilación como empleado de la limpieza en una fábrica, y a Lidia, quien se entera que tras treinta años de trabajo como sirvienta en una casa, la patrona al morir le dejó la herencia a la perra. El filme nos muestra estas historias personales y nos añade ventanas de observación hacia el entorno que nos obligan a reflexionar acerca de nuestra vida siempre perecedera y el sistema perenne que mueve una sociedad en la que ninguno de sus individuos somos ni debemos considerarnos imprescindible.
Sobre la estructura de la película nos cuenta su director José Luis Valle en diálogo con Cinestel:
– En «Workers» veremos dos situaciones distintas desde las que afrontar la vejez, la del rico y la del pobre. ¿Era esa tu intención desde un principio?
Fíjate que no. Creo que nunca fueron intenciones explícitas o discursivas, con una estructura de pensamiento así. Yo siempre insisto en que son más historias de vida y que la película tiene muchos niveles de lectura, (político, sociológico,…) y sí es una de las aproximaciones, pero no era nunca una intención deliberada de tratar de hablar de dos maneras de enfrentar la vejez, la del rico y la del pobre. También estaría la temática del migrante, pero insisto en que son temas que al hablar de realidades gravitan forzosamente en una realidad como la nuestra o más concretamente la de Tijuana, que es donde se rodó la película: emigrantes, la desigualdad social, la explotación, los abusos,… pero nunca hubo la intención de ser discursivo.
– De todas formas, tanto la señora como el trabajador tienen problemas afectivos, evidente en el trabajador por su sequedad y parsimonia y en la señora por descargar sus emociones y afectos en la perra y no en su hijo que hace muestra de una excesiva generosidad para ser rico. ¿Pretendiste contrastar estos ostracismos emocionales tan disimiles?
Sí, y eso me interesaba mucho más porque se trataba de escoger estos personajes que además los ves todo el tiempo, lo que pasa es que por el modelo estructural en general no les ponemos atención pero están en todos lados. Es como la gente entre bambalinas, que no tiene voz ni voto, pero sin un sentido de tragedia, simplemente de que ahí están.
Él vive a su manera pero sin duda me interesaban mucho más esas personas opacas, con dificultades para transmitir las emociones, para recibirlas o para reponerse de un golpe. En realidad lo que a ellos les pasó, la tragedia personal existencial, fue hace tres décadas en el momento en que ocurre la historia y ninguno de los dos se ha repuesto del asunto, nunca reiniciaron sus vidas, ella se queda a trabajar en el mismo lugar donde se le ahogó un hijo donde además está constantemente viendo la piscina (pileta) donde se ahogó el niño y entonces es como un castigo para ella misma. Lo mismo sucede con él, no lo jubilan y se queda a trabajar diez años más en el mismo lugar.
En resumen, ellos tienen dificultad en procesar las emociones y me llama la atención por lo diferente que es a nosotros, a mí, a mis amigos, a la mayoría de gente, porque en el medio donde yo me desarrollo eso es como ser un lisiado emocional y encima de todo te atropellan. Ese panorama me interesaba mucho más, pero sin un sentido de tragedia o de tremendismo. Lo preferí más diluido, me preocupé mucho de que estuvieran muy sutiles los códigos del cómo y del qué estaba transmitiendo.
– Y respecto a la generosidad del hijo hacia los empleados, ¿puede ser que le esté intentando transmitir a través de ellos a la madre cierto afecto que no le puede dar directamente?
Sí, claro que puede ser. Fíjate que ahí queda, en el caso de este personaje, la sugerencia de que pertenecía al crimen organizado, maneja mucho dinero, la casa es delirante, tiene sus guardaespaldas, sus camionetas de lujo, pero no está explícito el tema. Para mí que esta leyenda vieja de Tijuana como lugar de perdición, drogas, violencia y todo eso, es como un cliché. Yo por la película me fui quedando y quedando y terminé viviendo casi dos años en Tijuana y es una ciudad como cualquier otra con una historia increíble y por donde te muevas a cualquier estrato, tiene unos problemas con la frontera México- Estados Unidos, pero la leyenda negra de lugar de perdición y eso, pues es un cliché.
Me interesaba que el tema del crimen organizado gravitase pero no estuviera en términos explícitos y, por supuesto, la generosidad, es un ser humano, siente que le falló a la mamá y entonces está esto que mencionas tu, claro que sí.
– También hay algunas partes que son largas secuencias con una cámara fija, una muy elocuente que refleja el entorno de un prostíbulo, donde tu dejas la cámara ahí fija y van sucediendo cosas. Es como si fuera una cámara de vigilancia o algo así. ¿Por qué lo hiciste de esta manera?
Fíjate que esa es la parte de la película que a mí más me gusta personalmente y la que menos le gusta a mucha gente, pero nosotros decidimos hacerla como una propuesta o un intento de diálogo con distintas audiencias de distintos lugares y tras saber cómo funcionaba esto, esto que es mi diálogo, lo que yo estoy diciendo, proponiendo, para mí llega un momento donde se interrumpe la historia de los personajes y durante esa larga secuencia el personaje es Tijuana.
Me importaba mucho ponerlo porque yo me encariñé con la ciudad y quería que estuviera. Entonces ahí se suspenden las dos historias y nos quedamos varios minutos viendo un punto neurálgico de Tijuana, el centro de la población con la vida, distintos personajes, el paso del tiempo, el lugar en términos sonoros. Esa era la intención, no sé si de vigilancia pero sí una cámara ‘cronista’ que se pone allí y cuenta la ciudad. Escogimos la hora y el lugar con muchísimo detenimiento y pareciera de pronto como un obstáculo en la película porque según va avanzando, aquí se estanca durante cinco o seis minutos, pero para mí era muy importante, y después hay un juego con los tiempos que lo hace posible esta secuencia, pero para eso tenía que hablar un momento de la ciudad y esa era la intención.
– ¿Observando esa secuencia se puede deducir también cierta connivencia de la policía con determinados fondos bajos de Tijuana?
Claro, está todo eso porque, aunque yo no quiera que la película trate sobre ello, son temas innegables. Entonces todas estas cosas están apuntadas. Por supuesto que ahí pasan muchísimas cosas y entre ellas, esto que tu mencionas de la policía, que es como el telón de fondo de Tijuana. Hacer un fresco sobre el entorno por fuera del perímetro que envuelve la película era la intención.
– El comienzo y el final de la película están filmados en el mismo lugar pero desde diferente lado. ¿Es para reflejar que hay dos historias humanas con una mirada diferente en el film?
Sí, para mí eso era indispensable, no tanto empezar y terminar pero sí que estuviera en la película. Cuando yo llegué a Tijuana, después de años de estarlo visitando, ese lugar sigue siendo lo más impresionante que he visto y es este muro gigantesco que mucha gente ni siquiera sabe que existe, que divide México y Estados Unidos y que entra al mar. Es una locura, una belleza y al mismo tiempo una especie de despropósito, una aberración. Tú imagínate un paisaje desértico de un lado, muy poblado del otro y muy alegre, con colores, que es México y de pronto este enorme muro frente al mar, para que no pasen ni por mar los migrantes. Es muy imponente, muy fuerte, esta construcción y lo primero que yo vi hace años: una pareja comunicándose a través del muro, una familia reuniéndose. Entonces para mí era importantísima esta imagen fundacional de la película, así como metáfora y como símbolo, con familias divididas por un muro y en este caso son ellos mismos, sus historias o unos jóvenes que podrían ser ellos mismos también.
Funciona a varios niveles y uno de ellos es éste que tu mencionas o éste otro que yo estoy diciendo como herida, como cicatriz o como separar historias. Estamos separando las historias ahí con un muro.
– Eres el director y también el productor. ¿Es una fórmula que funciona la de producirse a sí mismo?
Yo quisiera que no fuera así, pero la verdad es que había bregado y había luchado mucho tiempo intentando levantar proyectos y, aunque no estoy hablando de mí sino quizá de la situación normal y estándar de un óperaprimista de cine independiente en México, es muy difícil. No quiero insistir en el tema por una cuestión de no victimismo pero es muy complicado y entonces la única forma posible en ese momento, y creo que así tendrá que seguir siendo, es que yo sea escritor, director y productor. Quisiera que no fuera así pero es bastante complicado.
©José Luis García/Cinestel.com