Reseña de la X Mostra de Cinema Àrab i Mediterrani de Catalunya
Emigración y exilio fueron los temas principales de los que trataron las películas que compusieron la programación de la X Mostra de Cinema Àrab i Mediterrani de Catalunya, que cada año reúne una selección de filmes procedentes de diversos países.
Esa necesidad de abandonar el país en el que se nació estuvo reflejada en los largometrajes de ficción «Oh, els dies» (Alyam, alyam), «Paciència, paciència – Tu aniràs al paradís» (Patience, patience-Tu iras au Paradis!) y «Abans de la nevada» (Before Snowfall).
En los documentales, «Locutori Istambul» (Callshop Istanbul), «Un assetjat com jo» (Un assiégé comme moi), y «Una criada per cadascú» (A Maid for Each A Maid for Each).
Por otro lado es muy destacable el esfuerzo que los organizadores, la ONG Sodepau, realizaron en el terreno de los invitados de las películas, especialmente en el caso de la productora y directora siria radicada en Francia, Hala Alabdalla.
Hubo también propuestas con temáticas diferenciadas. Entre ellas, la mencionada «Abans de la nevada» (Før snøen faller), una roadmovie poco convencional sobre la familia. Un joven campesino es obligado a buscar a su hermana para recuperar la reputación familiar. Iraq, Turquía, Grecia, Alemania y Noruega son sus múltiples escenarios.
Con la mitad de la programación ocupada por directoras, se vio por ejemplo «3000 nits» (3000 nights), de la realizadora palestina Mai Masri, que cuenta la historia de una maestra recién casada que fue detenida bajo falsas acusaciones y encarcelada en Israel, donde dio a luz. A través de su lucha por subir a su hijo detrás de los barrotes, la película traza el viaje de una joven madre lleno de esperanza, resiliencia y supervivencia contra todo pronóstico.
Estuvo también el filme yemení «10 años y divorciada», que ya había sido estrenado en España, sobre la compra-venta de niñas para casarlas con hombres mayores, y por otra parte, el documental libanés «Makhdoumin», sobre las 200.000 criadas extranjeras que hay en el país, privadas de sus derechos más fundamentales.
Marruecos fue el país invitado en esta edición de 2016, que tenía 10 películas programadas en total. Entre todas ellas, vamos a hacer reseñas más amplias sobre las siguientes:
«Alyam, Alyam»
El director marroquí Ahmed El Maanouni estuvo en la Mostra para presentar este relato rodado en 1978, que pretende reflejar los deseos de la juventud rural de entonces de abandonar sus actividades tradicionales para trasladarse a vivir al exterior, a ser posible a Francia.
El realizador explicaba en la Filmoteca de Catalunya que el campo era en aquella época un lugar «condenado» porque se pasaba hambre. Lo que hizo para la película fue entablar amistad con diferentes personas para que se interpretaran a sí mismos en el filme.
El Maanouni consigue mostrar en esta historia, por un lado las actividades diarias que se llevaban a cabo en una pequeña población, y por otro, que el espectador tomara contacto con el trasfondo de desesperación que se vivía entonces, dentro del denominado periodo de plomo marroquí, marcado por la pobreza, algunas protestas populares y un deseo irrefrenable de una mayoría de jóvenes de abandonar el país para intentar abrirse afuera un camino más próspero.
«Callshop Istambul»
Lo primero que se percibe en este documental rodado en Turquía por Hind Benchekroun y Sami Mermer son las grandes diferencias de personalidad de aquellos que acuden por distintos motivos a utilizar el servicio de un locutorio telefónico. Lo que une a casi todos ellos es su estado más o menos migratorio, su no saber en muchos de los casos si al mes siguiente seguirán ahí.
El empleado de uno de esos centros de comunicación parece tener ciertos tics racistas hacia los africanos que cada vez en mayor número, habitan en la capital turca. Estambul es una ciudad bulliciosa, tanto de día como de noche, que debe absorber todo ese flujo de personas de distintas procedencias que van de un lado para el otro.
El filme desgrana diferentes historias humanas de gente que está intentando sobrevivir lejos de sus seres queridos, con los cuales hablan por teléfono. El contenido de algunas de esas conversaciones constituye también una parte importante de esta película, compuesta por fragmentos de vida colectiva que tienen determinados puntos en común, pero que están adornados con la idiosincrasia y el momento formal y emocional que cada uno de ellos transita en ese momento.
«En mi cabeza una rotonda»
«Fi rassi rond-point» es un soberbio documental del director argelino Hassen Ferhani, quien sabe transmitir fielmente la atmósfera del tema que está tratando, las relaciones en torno a quienes trabajan en un matadero de animales.
El realizador se permite mantener algún tipo de diálogo con ellos, a veces explícito, en esta película rodada en un lugar bastante ruidoso, con frecuencia envuelto en matanzas y muerte de los animales a través de métodos considerados tradicionales.
Estamos ante un filme masculino, -nunca aparecen mujeres, ni siquiera en la calle por donde se sale del degolladero-, en el que queda expuesta a la perfección la filosofía de trabajo e inclusive de vida de estos trabajadores. Ahí está por ejemplo el joven Yusuf preocupado porque no encuentra novia, pero despreocupado a la hora de fumar mientras transporta o manipula carne de res con las manos y brazos.
«En mi cabeza una rotonda» se interroga sobre esa aparente normalidad caótica de sus protagonistas que viven comentando algunas cosas de la política del momento, idolatrando a Francia, paralizando su actividad cuando transmiten fútbol por la televisión, tomando con naturalidad la agonía que precede la muerte de esos animales de carnicería, o manteniendo jaulas con pájaros para decorar las paredes de sus casas.
Este cine de Ferhani permite que todo eso se distinga, ese ambiente llegue adecuadamente al espectador, para que cada uno forme su propio juicio acerca de lo que está viendo, sea positivo o negativo. Esa es una gran virtud de la que goza este excelente documental.
«La orquesta de los ciegos»
El director marroquí Mohamed Mouftakir ofrece un retrato sobre cómo eran las familias que poblaban el país a inicios de los años 60 del siglo pasado. Concretamente retrata el peculiar hecho de una orquesta que ameniza fiestas y que, cuando tiene que actuar en algún baile de mujeres conservadoras, lo hace simulando que todos sus músicos son ciegos, para que las damas adineradas puedan moverse con mayor libertad en la pista sin la presión de saber que están siendo observadas por hombres.
La película está enfocada desde el punto de vista de un niño, interpretado por la joven promesa del cine marroquí Ilyas El Jihani, que es quien le da todo el sentido narrativo al filme, con su interés en iniciar una relación con una chica algo mayor que él como factor de iniciación.
Distintos problemas y amenazas en el entorno familiar, entre ellos la actividad política de un tío, hermano de su padre, (el también cantante en la vida real, Younes Megri), se mezclan en esta película, que tiene una mirada más incisiva puesta en la calidad de las relaciones y en algunos posibles malentendidos dentro del universo familiar. Su equilibrio en torno a la comedia dramática, le confiere al film un resultado más que aceptable de cara a su presentación frente al gran público.
«Mouhassaron mithli»
Gran conocedor de la cultura y la literatura árabe, el editor y escritor sirio Farouk Mardam-Bey es el protagonista de este documental, titulado en francés «Un assegié comme moi» y rodado en Francia, ya que vive allí desde el año 1965. La directora y guionista Hala Alabdalla aprovecha la facilidad de expresión de él y de los otros intervinientes para trazar un filme de muy amplia reflexión acerca de la tragedia que está viviendo Siria desde que hace 50 años se iniciara la revolución, en un régimen de partido único dentro de una República «dinástica», la única del mundo en que la jefatura de Estado es heredada por los hijos.
En «Un asediado como yo», el tema fundamental es el de la identidad, junto a la relación que mantiene el protagonista con su país. Farouk está preocupado por la brecha generacional que impide que haya fórmulas de continuidad entre los jóvenes y los mayores. Al editor le gustaría que hubiera una mayor conciencia política en la juventud de su país.
La película expresa con preocupación la existencia de varias generaciones perdidas en esa nación, un pueblo sobre el que prácticamente el 50% vive en el exilio por las graves circunstancias que lo asolan. La directora siria explicó en la Filmoteca que emplea el cine «como un arma civilizada» para enfrentarse a la dictadura, lo cual le permite hablar de Siria.
©José Luis García/Cinestel.com