«Perdidos en la nieve» de Petter Naess; amistad entre enemigos

Fue un filme de Noruega nominado al Oscar a la mejor película extranjera. El director Petter Naess nos entrega una historia que ocurrió así, según el testimonio directo de uno de los militares, durante la segunda guerra mundial cuando un avión británico y otro alemán caen derribados en su país y el azar hace que los sobrevivientes se refugien en la misma cabaña.
«Perdidos en la nieve» es manifiestamente antibélica y nos aproxima a qué es lo que pasaría si dos enemigos se viesen obligados a convivir y a sobrevivir juntos en un lugar inhóspito y aislado completamente por las duras circunstancias meteorológicas. En un principio se imponen las normas bélicas pero a medida de que es difícil mantener la animosidad todos los días, las necesidades hacen nacer nuevas amistades.
La película arranca desde lo estrictamente militar y poco a poco se va transformando en un foco más humano, los víveres comienzan a escasear y lógicamente hay que racionalizar o buscar nuevas fuentes de alimentación. El filme logra sostener el interés del espectador de principio a fin, manteniendo en todo momento picos de tensión entre los ingleses y alemanes de una manera realista. El realizador ha resuelto el problema del idioma mostrando a un oficial alemán que sabe hablar inglés para, de este modo, hacer una película más dinámica sin tener que emplear la mímica.
Todo el relato está basado en un hecho real ocurrido el 27 de abril de 1940 cuando un bombardero de la Luftwaffe alemana pilotado por Horst Schopis –que ahora tiene 98 años– fue derribado por un caza de la RAF (Real Fuerza Aérea) en Grotli que también se estrelló. De las dos tripulaciones, tres alemanes y dos ingleses se refugiaron en la misma cabaña y se enfrentaron juntos al crudo invierno noruego. El director recordaba que tanto Alemania como el Reino Unido eran dos países imperialistas, uno en alza y otro en declive. Gran Bretaña aún tenía colonias en gran parte del mundo y Alemania quería colonizarlo.
«Perdidos en la nieve» mantiene el equilibrio entre una manifiesta incomodidad y el humor redentor que hace olvidar penas y amenazas externas. Los personajes aparecen en un principio absurdamente enemistados por la estupidez de una guerra que deciden quienes no tendrán que padecerla directamente, ni ellos ni sus familias, pero pronto comprenderán que se necesitan mutuamente.
El director Petter Naess emplea una técnica muy peculiar en el rodaje que consiste en que todos los actores participantes tienen que estar presentes todo el tiempo aún cuando no tengan que aparecer. De este modo intenta conseguir que la intensidad dramática no decrezca y los resultados son evidentemente muy satisfactorios.
Naess, que viene de un largo recorrido teatral, no se planteó ningún objetivo concreto al contar esta historia pero opina que a muchos jóvenes les va a resultar refrescante ver a adultos imperfectos que saben reírse de sus equivocaciones ya que están instruidos en lo militar pero no en otros terrenos como lo demuestran en esa situación tan inesperada.
Si bien las tomas de exteriores se rodaron en la misma zona de Noruega donde sucedieron los hechos, las de interiores tuvieron lugar en un almacén frigorífico de Suecia, de modo que siempre había la posibilidad de salir a «tomar el aire caliente». Para las externas se comenzó rodando primero los planos más abiertos y así tener la posibilidad de ir haciendo pequeños ajustes si hacía falta.
©José Luis García/Cinestel.com