Pilar López de Ayala debuta en el cine argentino con «Medianeras»

Es una tarde fría en Buenos Aires. En una calle del refinado barrio de Recoleta se rueda una de las escenas más complejas de «Medianeras», largometraje de Gustavo Taretto que reinterpreta la historia de desencuentros de un chico y una chica que narró en su aclamado corto homónimo. Precisamente, la acción que se filma muestra uno de los tantos desencuentros de los protagonistas: un perro cae de un balcón provocando que un taxista atropelle a un transeúnte, una mujer se desmaye y un puñado de personas se queden azoradas ante el espectáculo, entre ellos, Martín y Mariana que caminaban por una misma vereda pero el inesperado suceso -basado en una historia real- no permite ese esperado encuentro.
La escena se ensaya varias veces ante la necesidad de coordinar la caída del perro ficticio, el perro real que yace en el piso, el paso de los extras, la circulación de los coches, la embestida del taxi y el breve diálogo de la protagonista pidiendo ayuda por teléfono. «Ha habido un accidente», dice Pilar López de Ayala en la piel de Mariana, durante una de las pruebas. Inmediatamente se corrige: «No, ha habido un accidente no». Consulta con el equipo técnico cómo decirlo en «argentino». «Hubo un accidente», es la respuesta. Concentradísima vuelve a su posición y dialoga con los extras sobre pequeños detalles de la acción. La escena se rueda una vez. «Hecha», se escucha.
Tras varias tomas de los protagonistas caminando, Pilar López de Ayala termina su jornada y se entrega con la mejor predisposición al diálogo. Es cordial, sencilla, agradable y contesta mirando directamente a los ojos. Lo primero que remarca es lo cómoda que se siente en Buenos Aires, ciudad que visita por segunda vez y en la que está desde hace más de un mes para rodar esta película de presupuesto modesto producida por Rizoma Films en coproducción con la alemana Pandora Films y la española Eddie Saeta, a la que saltó inmediatamente después de una producción de grandes dimensiones como «Lope». La llegada de López de Ayala a «Medianeras» se produjo luego de que Taretto viera a la actriz en «En la ciudad de Sylvia», de José Luis Guerín, y se diera cuenta que la chica que era perseguida por las calles de Estrasburgo no era francesa sino española.
López de Ayala anhela que esta película pueda ser la «puertecilla» que permita su ingreso al cine argentino, el cual le atrae particularmente por la forma de concebir las historias. Con la firme convicción de ir a trabajar allí donde haya una buena historia, la actriz afirma no tener proyectos concretos a futuro. «Estoy barajando propuestas», dice, y se ríe de lo grandilocuente que suena la expresión. Una actitud de alguien que -como se dice en «argentino»- no se la cree.
– Comenzaste a rodar «Medianeras» inmediatamente después de «Lope». No es normal que hagas dos películas tan seguidas, ¿cómo fue meterte en esta película tan poco tiempo después de otra?
Creo que ha habido dos semanas entre una y otra. Las cosas vinieron así, y me apetecía mucho hacerla. Es algo que no me gusta tampoco porque cuando me centro en algo, estoy como enfocada en la película y no me da tiempo para otra cosa. Pero al tener las sesiones más espaciadas en «Lope», tuve tiempo para trabajar un poco en esta. Aparte estamos trabajando con Gustavo y con un coach desde que llegué, así que estamos aprovechando mucho el tiempo acá como para ir avanzando todo lo que no hemos podido avanzar antes.
Mi compañero de «Lope» es argentino, no es porteño, es de Córdoba, pero ya me estuvo avanzando algunas cosas. Cuando tienes que trabajar un acento lleva tiempo y estoy procurando dedicarle el máximo. Pero me pareció que era posible. Y aquí estoy. Formaba parte de los atractivos de hacer la película. La verdad es que siempre me meto en cosas que luego no sé cómo voy a acabar resolviendo (risas). Pero tenía muchas ganas de trabajar aquí y de hacer esta película.
– ¿Cómo describirías la película?
Es una película sencilla. Una peli pequeñita en la que estamos todo el tiempo improvisando. No es una cosa armada, ya hecha, como estructurada. Por ejemplo como la película que acabo de hacer de Lope de Vega, que tiene esta cosa de época… Igual no te estoy haciendo una buena comparación porque hemos improvisado mucho también. Y lo que te quería decir es que aquí se va armando todos los días. Hay que estar muy predispuesta, muy flexible a los cambios, y es algo que me gusta mucho. Cada vez más.
Creo que esta película se prestaba a este tipo de trabajo, donde también hay algo de investigación que me apetecía; de meterme por la puerta y no saber muy bien dónde está la salida. Y esa forma de trabajar me gusta cada vez más. En «Lope» también hemos trabajado bastante así. Creo que forma parte del proceso creativo. Aparentemente es caótico pero después te das cuenta que son las ideas que van surgiendo y yo creo que todo el equipo tenemos que remar a favor y acompañar al director. Y la forma de trabajar en esta película es parecida. Esta cosa de improvisar, de que hay algo que se va haciendo sobre la marcha y que no tienes muy claro cómo se va a resolver cada día el asunto; pues a mí me pone mucho la pila y me apetece mucho.
La sensación que tuve cuando leí el guión es que es un poco como un experimento, es rara, como un collage. Hay partes de la película que están en tono de comedia romántica y luego hay otras partes que son como más dramáticas, que están en otro tono. Hay como varios estilos dentro de la misma película. Y me daban ganas de saber cómo resolver eso. Y creo que está muy bien. A muchas de las preguntas que le hago a Gustavo, que no le hago muchas, la respuesta es ‘no lo sé’. Y me gusta porque es algo que viene de algo más intuitivo, no tan pensado. No viene de la cabeza, sino de otro sitio que está muy bien porque luego el resultado tampoco va a la cabeza. No sé si era Bresson quien decía que las películas antes de entenderlas con la cabeza debían entenderse con los sentidos… No sé por qué cito a Bresson ahora (risas).
– «Medianeras» surge a partir de un corto que ya has visto, ¿en qué medida influye en tu trabajo como actriz que la película ya tenga un antecedente?
Vi el corto después de leer el guión. La idea que recogí yo al leer el guión y la impresión que tuve al ver el corto es que no se parecen en nada. Me pareció que Gustavo tampoco quería hacer la misma película pero larga. Hablando con él me lo confirmó. Hay algunas cosas que se parecen y otras que no tienen nada que ver.
– Esta es una película muy modesta comparada a las que hacés en España, por lo cual el tamaño de producción claramente no te interesa…
No me importa para nada. No influye para nada en el resultado. Ni en el proceso creativo. Y creo que aquí precisamente hay muchos autores que se están aprovechando creativamente de la situación porque como no hay para pensárselo mucho pues hay que poner en funcionamiento todo el talento. Creo que se están haciendo cosas que solamente se producen aquí, quiero decir, a lo mejor una película de estas características no sería fácil de producir en otro país, donde tienen las ideas más armadas. Me parece que están haciendo cosas muy interesantes. Creo que en Argentina se están haciendo cosas que en otros países son improducibles.
– Trabajaste en otros idiomas, hiciste una película francesa y ahora una argentina, ¿es un objetivo expandir tu carrera internacional?
Surgen las oportunidades y voy. Voy allá donde hay una buena historia con alguien que quiera contar conmigo. Y si además puedo acercarme a otras culturas y aprender algo, siempre está muy bien. Son experiencias nuevas. Aparte me gusta mucho trabajar fuera porque siempre trabajas con mucha más concentración; en casa hay muchas más distracciones. Digamos que enfocas el trabajo de otra manera.
– ¿Surgieron oportunidades de trabajar en Francia tras «Como los demás», donde justamente también hacés de argentina?
Sí, el reto continúa (risas). Es curioso porque antes de hacer «Como los demás» había hecho la de Guerín donde solo hay un diálogo y ese fue mi estreno hablando en francés cuando no lo había hablado en mi vida, ni había ido a clases, ni nada. Y después hice un personaje protagonista. Y aquí me está pasando lo mismo. Hay algo como que va enganchando todo, y yo me dejo llevar, sigo la corriente. Tengo un agente en Francia, y algunas propuestas para el año que viene. Pero vamos a ver cómo se desarrolla todo y si son proyectos que van para adelante. En principio son ofrecimientos, y vamos a ver si dan luz verde.
– Recién hablabas de «En la ciudad de Sylvia», ¿sabías que te convertiste en actriz de culto?
El cine de José Luis es un cine de culto. No sé si los actores forman parte de ello. Yo conocía su cine y para mí fue un privilegio que se fijara en mí. Y fue una experiencia increíble. Lo pasamos muy bien además.
– Generalmente elegís proyectos que no son precisamente comerciales, incluso después del suceso de «Juana la loca» en lugar de aprovechar el momento decidiste parar por un tiempo…
Es que necesitaba como reflexionar un poco. Parar un poco. Y hubo un cambio que necesitaba. Me vino muy bien alimentarme de otras cosas; forma parte del proceso. Y seguir evolucionando, poder ofrecer otras cosas y encarar el trabajo desde un lugar diferente también. Lo que no hice fue aceptar proyectos inmediatos. Y estoy muy contenta de esa decisión. Me tomé un respiro y me han reñido un poco por eso. Pero yo la verdad que lo necesitaba. La presión fue grande pero nos mantuvimos firmes.
– ¿Cómo te sentís con el lugar de exposición que da el cine?
Depende del tipo de película que hagas y de cómo funcione, de la repercusión que tenga y a la gente que llegue. Como estoy haciendo películas modestas, que no son dirigidas para el gran público, la cosa se lleva bastante bien. La gente que se acerca es siempre con respeto y con cariño, y siempre se agradece. Lo llevo bien. Paso bastante desapercibida. No tengo problemas con eso. Cuando estoy de promoción apareces un rato y estás más expuesta y es lógico, lo notas. Pero se pasa enseguida también. La gente se relaja, y todo bien.
– ¿Es algo premeditado no hacer esas películas para el gran público?
No, si me ofrecieran algo de una mayor repercusión que me apeteciese no dudaría. No tendría problemas. No rechazo un proyecto porque vaya a tener mayor repercusión. Para nada.
– Aprovechando que estás en Argentina, ¿me dirías con qué directores argentinos te interesaría trabajar?
Me encanta Lucrecia Martel. Sé que va a rodar el año que viene «El eternauta». Yo vendría hasta a traerle los cafés (risas). También Burman, Sorín… hay unos cuantos pero se me olvidan los nombres. Tengo una memoria muy mala, una memoria de pez.
©Cynthia García Calvo/Cinestel.com Buenos Aires- Argentina