Fernando E. Solanas presentó el film «Viaje a los pueblos fumigados»
Berlinale 2018
¿Las alternativas ecológicas o biológicas tienen alguna posibilidad en la América Latina y el mundo actual?
El cineasta y político argentino Fernando E. Solanas fue invitado por la Berlinale para presentar en su 68 edición correspondiente a este año, su más reciente filme, un documental que habla sobre los crecientes estragos que está causando a la población la continua utilización de venenos químicos que suelen ser rociados en grandes extensiones de cultivo.
En la provincia de Salta, en el norte de Argentina, se están talando numerosos bosques centenarios para dar paso a nuevas plantaciones de soja. La deforestación y el envenenamiento masivo del suelo son los temas que aborda «Viaje a los pueblos fumigados», este documental de investigación sobre crímenes ambientales de la agricultura sancionados por el estado, y sus consecuencias.
También hace hincapié en otra de las máximas preocupaciones actuales: el cambio climático.
La película de Pino Solanas investiga las repercusiones sociales del monocultivo y el uso incontrolado de herbicidas y otras sustancias químicas. Muestra cómo las toxinas que se diseminan en los campos ya están teniendo un efecto devastador en el desarrollo de embriones. También pone a prueba esa toxificación entre la población al preguntar cuán fuertemente envenenada está su propia sangre. Al mismo tiempo, explora las formas en que se puede salir de este círculo vicioso de un sistema que califica como corrupto en el que los consumidores son engañados y se elimina la regulación.
En «Viaje a los pueblos fumigados», el director argentino aparece en algunas ocasiones hablando él frente a la cámara, un hecho que hasta ahora no se había dado en ninguno de los siete filmes anteriores que trataban de la Argentina posterior a los graves acontecimientos de 2001-2002, aun cuando el realizador posee una filmografía precedente mucho más extensa.
Dijo Solanas en Berlín que con esa exposición física suya pretendía buscar «la mayor sinceridad y el mayor compromiso» posibles. Y sobre este tema agregaba que «esta serie de películas nació con el compromiso de mostrar, de revelar lo que no se quiere ver. Lo que se sabe que existe, pero es mejor olvidarlo. El poder que tienen las imágenes es muy distinto a la información o la investigación escrita. Este film no agrega muchas cosas a lo que ya se sabe, ni tampoco a todos los informes y libros de grandes investigadores que han precedido a esta película. Lo que aporta es la mirada de la cámara y la verdad de los personajes que testimonian».
Glifosato y endosulfán
Pino Solanas afirmó en la Berlinale que en Argentina «se sigue con muchísima atención» el debate sobre las consecuencias adversas del glifosato en la salud humana. «Por supuesto, si Europa o sus principales países agrícolas reconocen los efectos del glifosato y lo prohíben, eso va a tener una consecuencia extraordinaria sobre la utilización allá», -les dijo a los numerosos asistentes en un auditorio repleto-.
Pero el cineasta explicó que el glifosato «es ahora el mal menor» y que en estos momentos se menciona el uso masivo del endosulfán, otro veneno, como mucho más grave todavía. Y en ese sentido recordó el fallecimiento de dos niños argentinos: «Esos dos chicos que murieron, lo hicieron por jugar en un barro con vertientes o desechos de agua con Endosulfán Alfa. Bastó que pisaran y jugaran, para que por ósmosis penetrara el veneno y a la noche les entrara una hepatitis fulminante, muriendo al día siguiente. El endosulfán está prohibido por la comisión de Estocolmo, y se usa. Como no hay controles… Y por supuesto, da escalofrío al que ha luchado contra Monsanto, que la Bayer haya comprado esa empresa» -espetó ante una audiencia nada menos que de mayoría alemana-.
Los desmontes de bosques
«Viaje a los pueblos fumigados» empieza y acaba con los desmontes, según Solanas «porque a pesar de la ley de protección del bosque nativo, votada ya hace más de 10 años, se siguió derrumbando y volteando el bosque, expandiendo la frontera agrícola, es decir, la búsqueda de rentabilidad de los grupos financieros que invierten en los cultivos transgénicos. Eso ha aumentado sin ningún control. Tanto, que cientos de pueblos de la Pampa Húmeda, de las regiones agrícolas más importantes que jamás se habían inundado, se inundaron en estos últimos dos o tres años, porque ya no hay bosque que retenga las lluvias».
Igualmente recordó que América Latina, y también Argentina, tiene bosques, y que la región del Mato Grosso, el norte argentino y el Amazonas, es la mayor fábrica de oxígeno de la Tierra. En ese sentido, se quejó de que no se recibe ninguna compensación del resto del planeta por lo que aporta naturalmente. E incluso se mostró sorprendido porque una vez escuchó en un tribunal de defensa de los derechos de la naturaleza que unos diputados verdes alemanes denunciaban que su país es la nación europea que más minas de carbón a cielo abierto posee, altamente contaminantes todas ellas, al margen de lo positivo que pueda ser que Alemania tenga un compromiso de dejar de producir autos de combustión durante la década de 2020.
Los pueblos originarios
Pino Solanas, quien ha acudido personalmente como senador a las dos reuniones internacionales más recientes para la lucha contra el cambio climático (París 2015 y Bonn 2017), defendió en la Berlinale que «los pueblos indígenas o comunidades originarias son en toda América Latina los principales guardianes de la madre tierra, quienes cuidan el medio ambiente porque viven del bosque y se alimentan de sus frutos».
Y un poco más tarde anunció que desvelaba el dato de que en la Argentina «la mayor cantidad de explotaciones agrarias son pequeñas chacras de 2, 3, 5 hectáreas que están en manos de poblaciones originarias o descendientes de primera generación: criollos mezclados con los originarios. Son enormes. Seguramente habrá más de 180.000 pequeñas explotaciones. En esa agricultura artesanal y orgánica, los venenos que se utilizan para combatir malezas o insectos, son orgánicos y naturales. Todas esas prácticas y esas ideas están en la vieja agricultura originaria».
Su ingreso en la política
Si bien ocurrió hace ya algunos años, es también notorio que no dejó de sorprender la decisión de Fernando E. Solanas de ingresar en la política, tras haberse pasado la mayor parte de su vida vinculado al sector audiovisual. A ese respecto sentenció lacónico que «por supuesto que he fracasado».
En la Berlinale, el cineasta explicó que durante 20 o 30 años había estado pensando en la idea de formar un bloque de izquierdas que disputara el poder en la Argentina. Eso, dijo en Berlín, es lo que le llevó a dar un paso al costado y hacer una contribución a la construcción política interna aprovechando el prestigio que tenía en su profesión cinematográfica.
A ese respecto, agregó que «todavía hoy le falta a la Argentina construir la unidad de ese frente, de ese movimiento, porque está todo dividido en pequeños partidos y además, la población sufre el engaño de que la lucha es entre el blanco y el negro. ¡Pero blanco y negro Frankenstein y Drácula!» -apostilló-.
«Entonces -siguió diciendo-, eso es lo que se llama la grieta, esa división de los argentinos entre los que fueron gobierno hasta hace poco y los que gobiernan hoy. Los dos en la cúpula son funcionales el uno al otro. Por eso, de más en más las grandes mayorías comienzan a ver el engaño, por los incumplimientos del gobierno actual, por su política de liquidar derechos y conquistas sociales, y por la entrega del país y sus recursos. Pero yo creo que de a poco se irán dando las condiciones para conformar un frente que una a todas esas parcialidades».
©José Luis García/Cinestel.com