«Plan Sexenal» de Santiago Cendejas; ¿Verdad o pesadilla?

Flor Edwarda Gurrola y Harold Torres son los protagonistas de la ópera prima del mexicano Santiago Cendejas, una acertada y siniestra historia de terror avalada en la producción por el cineasta Gerardo Naranjo (Miss Bala), que abunda en temas que se presentan como una alegoría o metáfora acerca del modo de operar que tienen entre sí las personas de la política en el México de hoy en día. El realizador resuelve bien la evolución de las tramas de esta película, casi toda nocturna y que evoluciona en un mismo lugar, una casa en una colonia residencial del Distrito Federal en la que, a partir de una fiesta, comienzan a suceder cosas extrañas y bastante violentas.
La trama principal se inicia al acabar una celebración sumamente desenfrenada y en la que corren todo tipo de drogas. Se hace tarde y los invitados se van, dejando a Mercedes y Juan solos en su casa. A partir de ese momento, todo es confuso tanto para los protagonistas como para el espectador, pues va a costar dilucidar si lo que les va a ir ocurriendo es real o si se trata de una pesadilla, comenzando por la visita previa de un policía durante la fiesta a petición de otros vecinos de inmuebles contiguos, y siguiendo terminada ésta, por la presencia constante de un mirón que los vigila desde la acera de enfrente.
La película se centra en sus prolegómenos en un caos que ocurre en plena calle, donde parece reinar la anarquía en el peor sentido de la palabra. Juan tiene que salir a buscar hielo para seguir bebiendo, pero eso es algo que se antoja harto difícil, pues parece que Mercedes está siendo objeto de deseo de los hombres.
«Plan sexenal» es un drama psicológico en el que sus personajes van a ir poco a poco tomando decisiones equivocadas que les van a trastocar los planes que tenían para la noche y ellos los van a tener que ir renovando sobre la marcha, de ahí el título, que también está funcionando como metáfora del sistema político mexicano actual en el que a menudo se van improvisando decisiones que con frecuencia parecen estar empeorando las cosas. Esa era la intención de Cendejas y el equipo de producción, algo que sí que consiguen tanto para quienes dentro del país viven el devenir de la actualidad, como para los espectadores que lo puedan ver en otras latitudes.
Cierto es que se trata de una película rodada con pocos recursos (un millón de pesos), pero está hecha en una sola locación y se percibe un buen trabajo que logra sorprender al público y mantener la duda y la intriga de una manera muy eficaz, planteando una reflexión sobre los límites entre lo que es público y el significado de la privacidad e intimidad. Cendejas causa excelente impresión en este primer filme que tuvo su premiere en el Festival de Morelia y por el que ha fungido, aparte de como director, como camarógrafo, sonidista, editor y músico de la banda sonora.
©José Luis García/Cinestel.com