«À Queima Roupa» de Theresa Jessouroun; crímenes sin final

La directora brasileña Theresa Jessouroun, discípula del fallecido cineasta Eduardo Coutinho, presentó en el Festival de Río 2014 este importante trabajo de investigación que obtuvo los premios de mejor documental y mejor dirección en esa categoría. «À Queima Roupa» sigue los pasos de implicación social característicos de esta escuela de cine, y combina imágenes que muestran la corrupción policial y la violencia en el Río de Janeiro de los últimos veinte años. A partir de una masacre perpetrada por la policía en 1993 en el barrio pobre de Vigário Geral, el filme desarrolla todo un recorrido hasta llegar a otras matanzas hechas también «en el nombre de la ley», pero en los años 2012 y 2013.
El documental hace una ruta por las dos décadas y en su itinerario se va deteniendo en hechos delictivos conocidos y relevantes, tratando de demostrar mediante testimonios la existencia de una policía criminal e impune frente a la justicia. Aquí vemos a familiares, testigos, sobrevivientes y otras personas directamente involucradas en los casos, así como abogados, fiscales y jueces, que también aparecen para corroborar la sensación de que nada puede hacerse para detener este mundo trágico, disparatado y caótico. Se cree en estas completas declaraciones que los gobiernos del país no pueden hacerse cargo de este grave problema.
Entrevistas, fotografías, imágenes de archivo y escenas de ficción reconstruyendo algunos sucesos dramáticos, componen el todo de esta obra en la que Jessouroun parece emplear en la mayoría de esas imágenes ficcionadas a las mismas personas que fueron víctimas de algunos delitos casi nunca juzgados que reviven así lo ocurrido. Esas secuencias suelen ser en blanco y negro y no duran más de 15 o 20 segundos.
Igualmente, «À Queima Roupa» trae el testimonio inédito de X9, un informante de la policía militar, que presenta una imagen aterradora del funcionamiento interno de una parte de los policías que actúan en connivencia con los traficantes, lo que se traduce en una violencia extrema contra la parte más pobre de la población. La película detalla cómo es toda esa progresión criminal a través de idénticos testimonios a los que se producen en los escasos juicios que, ante la ausencia de investigaciones rigurosas, siempre presentan dificultades a la hora de identificar la naturaleza de los delitos y para más inri, las penas de 30 años de cárcel suelen obtener beneficios penitenciarios que las acortan considerablemente.
Precisamente, el que no haya testigos parece ser, según dicen, una de las obsesiones de los policías corruptos que acostumbrarían a matar también a quien pase por allí en el momento de cometer sus crímenes. Hay escenas en el documental en las que se ve a unos policías cargando cadáveres en el maletero del vehículo de servicio y se afirma en el filme que el título de «A quema ropa» viene dado porque en muchos casos eso es lo que sucede en los asesinatos, explicando en detalle qué vía utilizan después para eliminar pruebas. La directora brasileña nos ofrece en esta ocasión un documento testimonial de indudable valor a la hora de que el mundo conozca estas atrocidades y se puedan proponer mejores herramientas para luchar contra esta rotunda violación de los derechos humanos.
©José Luis García/Cinestel.com