«Ramón Ayala» de Marcos López; un icono del canto popular argentino

El primer documental del fotógrafo santafecino Marcos López supone un homenaje y el redescubrimiento de la obra de Ramón Ayala, uno de de los grandes poetas y autores del guaraní Alto Paraná. El enfoque visual del director, y también artista, con su descripción peculiar de la cultura popular latinoamericana, es un diálogo siempre presente con la obra de Ayala e intenta una reflexión visual sobre la identidad cultural argentina. López asegura que se pasó cuatro años indagando en la figura de este singular y virtuoso representante del sentir humano de muchos de los habitantes de la parte superior del río Paraná.
Ramón Ayala nació en el pueblo de Garupá, a 15 kilómetros al sureste de Posadas. Tras morir su padre cuando era niño, se mudó con su madre a la ciudad de Buenos Aires. Siempre se interesó por las canciones regionales guaraníes y en la década de los sesenta creó el ritmo gualambao, en compás de doce octavos, con la idea de darle un estilo propio y único a su provincia ya que Misiones carecía de un ritmo peculiar.
Viajó por medio mundo actuando con el atuendo de gaucho argentino: sombrero, bombacha, guitarra de once cuerdas y botas. Su peluca de abundante cabello color café forma parte de la imagen que sus más allegados tienen, aunque en el documental revela que a la mayoría de la gente que lo admira les costaría identificarlo por su fisionomía, pues reconocen mucho más a la obra que al creador.
Decía Ayala que «uno no se da cuenta de la magnitud de lo que hace porque cuando tiene conciencia y respeto por su obra y por su persona, por la responsabilidad que significa ser un referente de su tierra, donde el hombre tiene que justificar con sus actos moralmente buenos y espiritualmente extraordinarios, debe saber estar a la altura de ese pueblo, aunque el pueblo tenga todos sus altibajos. Uno debe tener una visión distinta porque se ha convertido en un punto de referencia, en un ideal, y no puede ser un traidor o un bandido, tiene que ser firme en su carácter. Por ese motivo yo me siento tan halagado, porque a veces pareciera que el traje me queda grande».
La poesía y la pintura complementan las actividades artísticas de Ramón Ayala. El documental se dedica también con acierto a conocer cómo sienten su música algunos de los seguidores y vemos desde un publicista que trabaja en la planta 20 de un edificio de oficinas hasta un tipo que emplea sus antiguos discos LP para regrabar algunos temas y luego venderlos en discos compactos por distintas calles del centro de Buenos Aires. Entre los artistas que aparecen escuchamos las opiniones de Tata Cedrón. Ayala cree que música, armonía, ritmo y poesía deben ser volcados siempre en una canción y está convencido de la importancia de que el misionero encuentre su propia voz.
©José Luis García/Cinestel.com