«Rehén de ilusiones» de Eliseo Subiela, realismo sospechoso

El cineasta argentino que volvió a nacer en Barcelona lanzó este año a las pantallas argentinas una nueva propuesta muy en su línea protagonizada por Romina Ricci y Daniel Fanego.
«Rehén de Ilusiones» es una película sobre fantasmas del pasado que acechan un amor actual.
Una corriente erótica hacia un lugar sin retorno mueve a los protagonistas de esta historia ambigua entre un profesor y escritor de sesenta años y su ex alumna de treinta y cinco.
Ambigüedad, misterio y zonas oscuras de la realidad son los parámetros estéticos que nos llevan a lo que Eliseo Subiela define como «realismo sospechoso».
El film nos habla sobre una alumna enamorada de su profesor que años después redescubre esas emociones e irrumpe en su vida de una manera atrevida y fogosa.
Repentinamente padece un brote psicótico al sentirse perseguida y amenazada por militares. Tras ser internada en una clínica psiquiátrica reaparece intermitentemente en la vida del escritor quien va escribiendo paralelamente una novela sobre lo que está viviendo.
A partir de ciertos llamados telefónicos amenazantes, Pablo se comienza a plantear la seria posibilidad de que ese brote psicótico no sea tal.
Una vez más, el cine de Subiela provoca contradicciones. Es muy admirado en festivales de cine de diversos países del mundo y también dentro de la Argentina donde encuentra detractores que argumentan que todas sus películas se parecen quizá olvidándose de que cada autor plasma sus obras según su modo de ser y de pensar.
Analizando con mayor detenimiento su cinematografía se demuestra que ciertas cosas se podrían matizar, pues los contenidos de sus películas son en sí bastante irregulares unos de otros con unos inicios en los que quería imitar a su admirado Jean-Luc Godard y una posterior evolución hacia diversos temas que le preocupaban como su primer amor nunca correspondido o las dificultades que sufre Oliverio (Darío Grandinetti) en las dos partes de «El otro lado del corazón».
«Rehén de Ilusiones» es una película extraña en diálogos inspirados en el terreno literario con temática cercana a «Últimas imágenes del naufragio» y un estilo parecido a «Un hombre mirando al sudeste» que se mueve entre el deseo de encontrar un nuevo amor y los fantasmas del pasado.
Según Subiela, la película puede ser entendida como «el canto del cisne de un hombre maduro que le teme a la vejez y se aferra a una última ilusión amorosa, puede ser una parábola sobre la realidad actual, puede ser la descripción del proceso creativo de un escritor, o bien una historia donde los fantasmas del pasado reaparecen para llevarse a alguien de vez en cuando».
El paso del tiempo hizo su efecto en el rodaje cuando Subiela se dispuso a filmar a un grupo de militares interpretando la marcha «Avenida de las Camelias» y se dio cuenta de que éstos poco o nada tienen que ver con los que había en los años 70 y de que la cinta en realidad no tiene nada que les afecte a ellos.
El cineasta es consciente de que hoy en día la mayoría de la gente prefiere ver un tipo de cine más evasivo pero él sigue completamente afín a sus ideas y a su forma de ver el mundo.
Este año rodó igualmente «Paisajes devorados», un falso documental protagonizado por Fernando Birri sobre tres estudiantes de cine que investigan a un tipo que aparece en un hospital psiquiátrico diciendo que fue director de cine en los 60.
©José Luis García/Cinestel.com