«Mrs. Fang», de Wang Bing; la larga agonía y la escisión con el pasado

Siendo una enfermedad relativamente reciente, el Alzheimer se caracteriza por una desconexión con la memoria propia de quien lo padece.
El documentalista chino Wang Bing arriesga en «Mrs. Fang», su última película premiada con el Leopardo de Oro en el 70 Festival de Locarno de 2017, al ofrecer un relato que, si bien está asociado a la salud y a la vida, va mucho más allá al mostrar un conglomerado de actitudes vitales de una familia en torno a la vejez y la proximidad de la muerte de uno de sus ancestros.
El filme hace constar la larga agonía de su anciana protagonista, una antigua granjera, de una manera poco usual en la filmografía del realizador, pues aquí dedica una primera parte a reflejar momentos en los que todavía está de pie y consigue articular algunas palabras, para después hacer un salto y adentrarse en los últimos diez días de su vida, un año después, y siendo acompañada por sus familiares.
Más allá de las secuencias en primer plano del rostro de la mujer afectada por ese desorden mental tan paralizante, la última de las cuales, casi al final de la película, es algo más larga que las anteriores, la película sostiene su mejor pulso narrativo en las constantes reacciones de la familia dentro de una especie de dormitorio salón en donde se desarrolla la mayor parte de la narración. Esas actitudes personales pueden ser activas o pasivas. Todo cuenta; también lo que dicen y sobre qué temas dialogan entre ellos.
Porque lo que más parece importar en «Mrs. Fang» es el concepto que sus personajes poseen acerca de la ausencia. ¿Está consciente o inconsciente la anciana? ¿Logra la señora debilitada en la cama escuchar lo que dicen sus parientes en algún momento? ¿Es oportuno hablar al lado de ella con voz muy alta acerca de dónde hay que enterrarla? Y el cuñado, ¿por qué fuma el cuñado dentro de ese salón dormitorio? Cuando solo hay una persona con la enferma, la ignoran, pero cuando se juntan varios familiares, no paran de hablar sobre ella, y siempre alzando la voz.
La película de Wang Bing parece estar reflexionando en torno a una supuesta deshumanización creciente de los habitantes de China, como si quisiera certificar esa desconexión con el pasado simbolizada por la enfermedad de la protagonista.
La cultura y la tradición oriental siempre han sido muy respetuosas con la sabiduría popular que transmitían los ancestros, y lo que pudiera decir una persona vieja era como mínimo valorado y tenido en cuenta. Pero con la transformación del país asiático en un sistema pseudo-comunista, irrumpió con fuerza la maquinaria de la publicidad comercial que con su repetitivo lema principal «Si es nuevo, es bueno. Si es viejo, no le hagas caso», moldea personas a las que parece que les incomoda el recordar. Y como ejemplo de que no se ha mantenido un sistema basado en los valores humanos, en este documental los familiares jamás hablan sobre su pasado con la anciana, sobre los buenos o malos momentos vividos con ella, o sobre lo mucho o poco que aprendieron de ella.
Y ese sometimiento con resignación a algo que en el fondo consideran desagradable y molesto (la presencia del cuerpo inmovilizado de la mujer mayor), se sitúa en el epicentro de esta interesante película sobre la desmemoria de Fang Xiuying y la de sus pasivos familiares, ellos saliendo a beber o a festejar con los amigos mientras su ascendiente agoniza, continuando al mismo tiempo con unas actividades de pesca en el río mediante técnicas que están prohibidas en muchos países. Igualmente, también hay una de las mujeres que prefiere salir a comer al porche de la casa, aun cuando está cayendo una imponente lluvia en esos momentos.
Wang Bing propone en «Mrs. Fang» un buen relato en torno a los profundos cambios ocurridos en la sociedad china y la tendencia radical a ignorar algunos aspectos positivos que contenía el pasado. La ausencia, la finitud de la vida, la desmemoria y ese factor emocional apenas esbozado con el llanto en el momento de la muerte, son los temas que se vislumbran en esta buena película que marcó la preferencias como mejor filme del jurado oficial del Festival de Cine de Locarno.
©José Luis García/Cinestel.com