“M”, de Yolande Zauberman; utilizar un film como si fuera un cuchillo

21 Festival de Cine Judío de Barcelona 2019
Tratando de acercarse a algunas palabras de Kafka, los créditos finales de esta interesante película documental incluyen la expresión “Este film es mi cuchillo”, en clara referencia a la actitud que tiene el protagonista de esta historia, no solamente de resolver los traumas del pasado, sino que asimismo de forzar a que se reconozcan aquellos problemas de abusos que Menahem Lang debió padecer durante su infancia y adolescencia, cuando fue violado por algunos miembros de su comunidad religiosa de toda la vida, la ultraortodoxa haredí.
“M” es un film que puede parecer a priori cruel para su propio protagonista por tener que recuperar en su memoria consciente algunos enormes traumas que le aquejaron en un pasado, pero sin embargo el arrojo y la perseverancia que tiene este chico son su reclamo para intentar ver la luz.
Yolande Zauberman, lejos de buscar una historia con aires justicieros, retrata a un personaje muy incisivo que procura que los demás acepten que aquella situación que ocurrió en la realidad, estuvo convocándole a él a desestabilizar sus emociones de por vida.
Aquí Menahem aparece en todo momento como alguien muy locuaz e inclusive verborrágico, quien pretende husmear en ese pasado suyo propio. Violado por tres hombres, casado y luego divorciado, además de desempleado, este actor de profesión, que llegó a dormir por un tiempo en un cementerio, va encontrando más casos de abusos sexuales a menores por parte de los religiosos, al tiempo que logra conversar para la película con uno de esos maniáticos sexuales.
Zauberman suele rodar sus películas en idioma yiddish y esta vez también lo ha hecho así. La directora comenzó sus primeros pasos en el cine junto a Amos Gitaï, un cineasta siempre muy agudo en su enfoque de los temas. En esta ocasión ella parece haber clavado su mirada en una severa y contundente crítica hacia el hecho de que alguna gente vea estas barbaridades que se cometen en el ámbito infantil, como si fuera algo normal, cuando eso no debería de ser así porque además ahí queda reflejada lo que es una parte de la sociedad cuyos componentes están enfermos.
La parte final del film revela que Lang es un chico que está cautivado por el buceo, justamente una alegoría respecto a cómo se puede estar en las profundidades, pero al mismo tiempo poder tocar la belleza que lo transporte hacia la honra con una salida digna. La realizadora incorpora, asimismo, alguna que otra secuencia que puede llegar a desconcertar al espectador por su alta discordancia.
©José Luis García/Cinestel.com