«El Invierno», de Emiliano Torres; juntar relevo generacional y trabajo

La ópera prima del argentino Emiliano Torres es una reflexión sobre la vida misma y el relevo generacional asociado al trabajo. «El Invierno» es la crónica del final de la vida laboral de un viejo capataz en una estancia patagónica. Evans es despedido y un joven del norte llega para reemplazarlo.
En un entorno que aparenta ser hostil, ambos deben sobrevivir esos momentos que en su conjunto son bastante difíciles.
Emiliano Torres es un profesional surgido de la Universidad del Cine de Buenos Aires y con esta película logró el Premio Especial del Jurado en San Sebastián, así como también el de Fotografía para Ramiro Civita.
Resulta vistoso observar en este filme la actuación de Alejandro Sieveking, dramaturgo, director y actor de teatro chileno, quien se ha prodigado poco en el mundo del cine. Tal vez habrá quien lo recuerde por ser uno de los destructivos personajes de «El Club», de Pablo Larraín.
Su otro protagonista es el joven actor misionero Cristian Salguero, quien fue la revelación de la conmovedora historia de «Paulina» (La Patota), cuyo elenco encabezaba la actriz Dolores Fonzi.
«El Invierno» es una pequeña película con grandes complicaciones de producción al tener que dividir el rodaje en dos etapas: dos semanas en invierno y esperar cuatro meses hasta reanudarlo en verano. Esto no suele ser recomendable, básicamente por problemas de script, pero el equipo del film trabajó muy duro y consiguió dar coherencia a todo el metraje.
Siekeving, gran experimentado en la actuación, explicaba que cree que «el cine es un arte del director y que los actores tenemos que conseguir la gracia que tiene un animal de los que salen en la película, que tienen una espontaneidad, y uno tiene que alcanzar esa simplicidad y esa tranquilidad. En ese sentido, cada película para uno es una escuela».
Sobre el espacio de la Patagonia, Emiliano Torres opinaba en Donostia que «es un territorio en constante renovación, más allá de que allí todo parezca inmovil y que nada cambia. Los cambios de propietario son una constante. El cambio climático, por otro lado, obliga a los propietarios a modificar sus estrategias comerciales y hay muchos lugares de la Patagonia que se han volcado hacia el turismo y han dejado de lado sus históricos trabajos, apartando con ello muchísimas historias, cultura,… De todas maneras, es imposible juzgarla sin generalizar, porque cada estancia es un mundo».
El filme remite por momentos al estilo western, pero aquí sin buenos y malos definidos. Torres piensa que «al ver un hombre a caballo con un rifle y en un paisaje enorme, lejos de toda ley y de la presencia del Estado regulando las relaciones entre las personas, es inevitable pensar en el western. De todas maneras, quise mantenerlo a raya y centrarme en los personajes y en un relato realista, y cuando aparecía alguna referencia, intentar ser un poco más ‘sucio’ en la forma de narrar, desde un punto de vista visual, sobre todo. No quise anteponer un prejuicio estilístico formal o de género, sino dejarme llevar por los personajes, sus necesidades y la acción».
Como reflexión más general acerca de «El Invierno», Emiliano Torres contaba con palabras que «es una película en la que más allá de escribir la precaria situación de los trabajadores rurales, el relato se interroga acerca de la lucha misma por ese trabajo, sobre qué dejamos en el camino y cuál es el precio que pagamos por esa competencia.
Sospecho que esta idea podría extrapolarse a casi cualquier actividad o situación: cuánto dejamos en el camino por pelear por ser capataces de nuestras pequeñas vidas. Me parece que en la actualidad y con los problemas laborales, de inmigración que todos conocemos, la película asume una triste actualidad».
©José Luis García/Cinestel.com