“Llamarada”, de Alejandra Almirón: la sumisión energético-tecnológica

Transmitir enfoques que están relacionados con las dudas que habitan las zonas intelectuales de la psique humana es una preocupación que ya se entreveía en alguna otra película dirigida por la argentina Alejandra Almirón.
En esta época tan convulsa en la cual vivimos, la realizadora ha terminado un nuevo film en formato documental que tuvo su premiere mundial en el FIDBA de Buenos Aires y tiene continuidad en su recorrido internacional en la sección de documentales del Festival de Málaga.
“Llamarada” es una invitación a la curiosidad de las personas, pues se plantea un tema sobre el que cabría pensar alguna vez como posibilidad, tal vez remota, tal vez no: qué pasaría si de repente dejáramos de recibir fluido eléctrico, en un momento en el que ya arrastramos varios decenios de relación y dependencia tecnológica.
El punto de partida para abordar esta teoría es un proceso que nos parece remoto en el tiempo, pues tuvo lugar desde la madrugada del 1 de septiembre de 1859, más o menos a la mitad del Siglo XIX, con un pico de intensidad que duró unas dos jornadas completas.
En todo ese espacio de tiempo se produjo una tremenda fulguración solar durante la cual la noche dejó de ser noche y los cables eléctricos comenzaron a cortarse, impidiendo su flujo habitual. Lo que más afectación tuvo fueron los telégrafos, que dejaron de funcionar en el hemisferio norte, impidiendo las comunicaciones entre Europa y América del Norte.
Si algo similar a ese llamado Evento Carrington ocurriera de nuevo en la actualidad, veríamos cómo se interrumpirían todo tipo de comunicaciones durante semanas, desde todo lo que discurre a través de un cable hasta todas la conexiones por radio, incluidas las satelitales, viéndose afectadas tanto las funciones propias de internet como las que simplemente se dedican a transportar la electricidad.
“Llamarada” no es un documental pensado para quienes buscan detalles técnicos alrededor de una tormenta solar tan intensa y maldita como aquella, sino que más bien se fija en el lado humano y en las percepciones personales que quienes están preocupados por este riesgo real tienen.
Como se aprecia al inicio de la película, el proyecto de Almirón surge de la impotencia que a esta también conocida montajista de cine le producen los constantes cortes de electricidad que padece Buenos Aires, algunos de ellos mayúsculos y que según los técnicos son achacables al fuerte calor de algunas épocas del año.
El filme es una coproducción entre Argentina y Noruega y fue también rodado en otros países: España y Países Bajos. Posee algunas partes que nos conectan con el humor e igualmente una suerte de aire a road movie que lo hace interesante, ya que conecta con las ideas y pensamientos que al respecto de esa posibilidad tienen personas que habitan en este mundo a latitudes completamente diferentes.
¿Podríamos vivir sin electricidad? La impresión que se tiene en ese sentido es que tardaríamos algún tiempo en adaptarnos a una situación así. “Llamarada” sólo apunta hacia esa posibilidad.
©José Luis García/Cinestel.com