«Simon et Théodore», de Mikael Buch; ignorar las etapas de la vida

20 Festival de Cine Judío de Barcelona 2018
El francés Mikael Buch tiene preferencia por un cine en el que los conflictos personales sí que superan la capacidad propia del personaje para resolverlos. Así pasó en su ópera prima «Let my people go», y lo mismo ocurre en su segundo largometraje «Simon et Théodore», que abrió el Festival de Cinema Jueu, esta vez con la colaboración del CCCB.
La trama principal de la película posee su origen en un encuentro casual que ocurre entre dos personas con problemas de diversa índole, que a su vez son los que le dan el título al film.
Por un lado tenemos a Simon, un adulto desubicado y con rasgos psicóticos que está próximo a ser padre de un bebé junto a la rabina de una sinagoga; lugar donde fortuitamente conoce a Théodore, el adolescente transgresor sobre el que pronto queda rápidamente fascinado. Ambos tienen aspectos conflictivos de compleja solución en sus vidas.
Buch nos presenta personajes muy influenciados por su pasado traumático o el de su familia, en una comedia dramática que oscila a media distancia entre el cine social de los hermanos Dardenne y una somera aproximación a la base sobre la que Fabián Bielinsky construyó su excelente «Nueve Reinas».
Y si la primera escena de la película, con Simon evocando a Dalí y tratando de hacer una compra en una juguetería, ya nos proporciona pistas sobre su interés en ignorar las etapas de la vida, otra secuencia posterior en el interior de un automóvil nos acabará de confirmar sus patologías, mientras que más adelante iremos descubriendo esa actitud suya tan propia del ser manipulador y egoísta.
Al otro lado de la balanza que equilibra el relato está Théodore, un estudiante de la mujer de Simon, cuya madre arrastra desde hace tiempo problemas psicológicos importantes que la llevaron a su posterior separación; un factor que le ha causado un tremendo daño emocional al co-protagonista.
«Simon et Théodore» es una introspección con algunos toques de comedia en torno a conceptos como la paternidad, el embarazo y el parto a través de las motivaciones y la sensación que ello produce en sus personajes, dentro de una vida que está en evolución constante, aunque alguno de los personajes prefiera imaginar que el tiempo debería de detenerse, o que ciertas cosas no deberían de haber pasado.
La dirección de actores funciona de forma positiva en esta película, a través de actuaciones muy convincentes que se unen a la brillante escenografía parisina de que goza el film.
©José Luis García/Cinestel.com