Encuadres: «Tango Suomi», de Gabriela Aparici; música finlandesa

Corría el año 2005 cuando Aki Kaurismäki estrenó «Luces al atardecer», una película que al igual que una mayoría de las de los hermanos fineses, era una historia con aroma a tango, más bien tristona y melancólica a pesar del sentido del humor que siempre las acompaña.
De hecho, comenzaba y acababa con sendas piezas musicales cantadas por Carlos Gardel. Igualmente, en otros filmes del dúo familiar también se escuchan títulos como «Tanguera», gran tema sinfónico escrito por Mariano Mores, así como otros tangos que resultaban desconocidos para el cinéfilo argentino o uruguayo.
Esa particularidad es justamente lo que la directora y productora argentina Gabriela Aparici sí que pudo investigar a fondo: la sorprendente conexión entre unos géneros musicales que son casi idénticos, en un documental estrenado en agosto en Buenos Aires, tal como ya fue anunciado en Cinestel.
«Tango Suomi» nos revela cómo llegó este género musical a principios del siglo XX a esa zona del norte de Europa. Lo verdaderamente curioso de esta película es descubrir que existen más vínculos de los que a priori pueda parecer en torno a la identificación del tango como música nacional, así como la pasión similar que desencadena esta danza entre los finlandeses y una parte de los habitantes del cono sur de América por separado.
Lo más probable es que si los hermanos Kaurismäki decían que pensaban que esta música había nacido en Finlandia, sea porque ellos dos son muy amigos de la ironía, aun cuando también es cierto que, como el documental mismo muestra, hay personas que allí no necesariamente saben sobre los orígenes externos de esta música que tiene a Olavi Virta como su principal icono, una suerte de Carlos Gardel nórdico que supo encandilar al público a partir de la década de los años ’50.
«Tango Suomi» plasma el sentimiento colectivo entre los habitantes de Finlandia de que el tango es una música propia, ya que para ellos forma parte indisociable de su folclore autóctono e inclusive ha adquirido sus matices propios en una fórmula y modo de hacer diferentes que, por poner un ejemplo, usa el acordeón en lugar del bandoneón.
Por otro lado, la decisión de Gabriela Aparici de incorporar su propia voz en off es aquí ideal para contrarrestar y verificar lo que sin duda es el feliz encuentro entre dos culturas. En el documental, la música es la protagonista, pero también lo son los testimonios de personas finlandesas o jóvenes porteños que enriquecen su contenido con el fin de que todo lo que se cuenta cobre más importancia y se logre evitar que el conjunto hubiera quedado en lo meramente anecdótico o fragmentado.
Además, el filme desvela detalles como el de que el tango argentino suele ser más trágico que el finlandés, donde los anhelos y la esperanza tienen mayor peso. El director de fotografía, Osvaldo Ponce, tiene aquí una habilidad muy especial de combinar la condición de algo que es clásico (hay algunas imágenes de archivo), con zonas actuales de la vida común y social.
«Tango Suomi» empieza donde acaba, mientras que en el medio hay todo un recorrido que parece sencillo, pero es profundo y a la par cálido.
©José Luis García/Cinestel.com