«Volver a Boedo» evidencia aquello que puede conseguir la colectividad

FIDBA de Buenos Aires
Al margen de si te gusta o no te gusta el fútbol, lo que consigue Sergio Criscolo en su documental es poner en claro la inmensa importancia que siempre ha tenido la participación colectiva en la resolución del cualquier problema que pueda surgir, por muy difícil que éste parezca. Y el filme trata una de esas circunstancias desagradables que a veces se dan y la magnífica respuesta de mucha gente para solucionar el gran disgusto que la mayoría de habitantes del barrio bonaerense de Boedo tuvieron cuando en 1979 la dictadura argentina aprovechó un momento bajo en las expectativas del Club Atlético San Lorenzo de Almagro, tanto en lo deportivo como en lo económico, para coaccionar a la dirección del club para que se pudiera vender el terreno que ocupaba el estadio a una multinacional francesa que se dedica a la venta al público a través de grandes superficies. Debido a eso, el club permaneció largo tiempo jugando en espacios ajenos y prestados.
Pero los seguidores y simpatizantes del club deportivo nunca olvidaron lo que les pasó, pues se quiera o no, el equipo era ya entonces una de las herramientas que con mayor ímpetu cohesionaban al barrio y a sus gentes. «Volver a Boedo» da cuenta del enorme esfuerzo que han tenido que hacer los admiradores del equipo hasta conseguir que 30 años después (la cesión será en julio de 2019), el Estadio pueda volver a estar donde estaba.
El San Lorenzo de Almagro adorna su camiseta con los mismos colores azul y grana del F.C. Barcelona, y es en sí mismo todo un símbolo de la identidad colectiva de un barrio, en una ciudad espléndida como es Buenos Aires, donde en estas décadas también hemos visto cómo la gente también salía a las calles a defender la permanencia de unas cuantas salas de cine que amenazaban de cierre o que ya había cerrado. Gracias a eso, hoy en día es posible disfrutar de la Sala Leopoldo Lugones, por señalar solo un ejemplo.
Sergio Criscolo relata en su documental cómo se ha vivido la evolución de esos acontecimientos entre las personas, y ahí tenemos desde un coleccionista de documentos y afiches, entre los cuales figura un concierto de Joan Manuel Serrat en el antiguo Estadio con sus gradas de madera, hasta fanáticos del equipo como «el gordo del ventilador», o cuánto ha sido el club objeto de inspiración literaria.
Pero quizá la parte más importante de «Volver a Boedo» sea su desenlace final, donde se pormenoriza cómo se llevó a cabo la recompra del predio que albergará de nuevo un Estadio de fútbol que ha sido ganado a pulso por la ciudadanía, con sus continuas manifestaciones pacíficas y la aportación económica de unas 26.500 personas que donaron el valor equivalente a 32.500 metros cuadrados para que San Lorenzo pudiese pagar una enorme cantidad de dinero a los franceses.
Cierto es que el fútbol mueve pasiones que no alcanzan a otros ambientes, pero afortunadamente en Argentina todo este movimiento es posible.
©José Luis García/Cinestel.com