«Grete, la mirada oblicua», esencial en la fotografía argentina moderna

Estrenada en el Cine Gaumont Buenos Aires
Matilde Michanie y Pablo Zubizarreta presentan un documental muy visual para descubrir la vida y obra de una fotógrafa de origen judío alemán que emigró a la Argentina unos años antes del estallido de la II Guerra Mundial, vía Londres, al haberse enamorado de su colega argentino Horacio Coppola. Grete Stern murió en 1999 a los 95 años en Buenos Aires, pero dejó un impresionante legado fotográfico. Borges, Neruda, Clement Moreau,… eran algunos de los intelectuales que acudían asiduamente a su casa para ser retratados de un modo bastante singular para como se hacía en esa época: con una predominancia de la luz natural y sin ningún apoyo de la artificial, una condición que quiso mantener a lo largo de toda su vida, fotografiando siempre con cámara profesional de placas.
Esas fotografías tienen hoy el valor de un registro perdurable destinado a comprender el mundo en el que vivimos y también los mundos internos que nos atraviesan.
Sus orígenes en la profesión se remontan a los años de la República de Weimar, en la institución de artesanía, diseño, arte y arquitectura conocida como Escuela de la Bauhaus, una enseñanza que marcaría sus gustos y quehacer profesional de por vida a través de una mirada sencilla, irónica y descarnada. «La toma debe componerse mentalmente antes de apretar el disparador», solía decir con respecto a sus fotografías tomadas en blanco y negro y a veces usando filtros para capturar las texturas, la expresividad del retrato, adecuar el manejo del contraste, concentrarse más en las formas y controlar las sombras y el tono de la iluminación.
«Grete, la mirada oblicua» ofrece ejemplos de su gran trabajo, primero capturando con la cámara una sociedad alemana que desaparecía a finales de los años 30 del siglo XX, para después hacer numerosos retratos en Argentina cuyo estilo era muy adelantado a su época, a través de los cuales se vinculó a las vanguardias artísticas locales, llegando después a demostrar una encomiable mirada psico-social con la aplicación de una avispada y aguda técnica de fotomontaje, al igual que un casi perfecto valor conceptual y una fascinante inventiva visual, sobre todo en lo que tiene que ver con el impulso dado al feminismo durante el primer peronismo.
De ahí, Stern pasó a hacer fotografía de paisajes en el interior del país, también de esculturas, y Michanie y Zubizarreta dedican la última parte del documental a un tema no menos importante como lo es el de las comunidades aborígenes que habitan en el Gran Chaco, de quienes tuvo que ganarse su confianza para fotografiarles y adonde ahora los realizadores regresan mostrando unas escenas muy emotivas en esta película con los descendientes, cuyo mayor atractivo radica en descubrir esas imágenes tomadas a sus antepasados.
Grete Stern amaba la imagen fotográfica artística y detestaba la utilitaria -de hecho dejó de hacer publicidad pese a que tenía necesidades económicas que le aconsejaban seguir-, pues seguía la doctrina de Bauhaus de que había que desjerarquizar las artes de las denominadas ‘artes y oficios’. «Grete, la mirada oblicua» es una película narrada con la voz de la actriz Malena Solda.
©José Luis García/Cinestel.com