«Maquinaria Panamericana»; la mecanización y los humanos

¿Para qué nos sirven las pinches máquinas?, se pregunta uno de los intérpretes de la primera película de ficción del mexicano Joaquín del Paso, «Maquinaria Panamericana», fábula irónica y mordaz acerca del proceso de desarrollo industrial y cómo está influyendo en los humanos la mecanización de tareas que antes había que hacerlas a mano. El filme tiene lugar en una misma fábrica donde sus empleados consideran al dueño como un auténtico líder y ejemplo a seguir para alcanzar el éxito. Al principio los vemos perdiendo el tiempo en rituales y rutinas absurdas de trabajo, y se escuchan un par de frases del jefe que ya nos dan una idea sobre su modo de pensar. Pero muy pronto las cosas cambian, porque Don Alejandro se muere y los trabajadores se enteran de que la compañía está en quiebra, no podrán cobrar más y los que quieran jubilarse, no lo van a poder hacer.
La sección Berlinale Forum acogió esta producción de cine mexicano tan interesante que cuando era un proyecto recibió premio del Festival Riviera Maya.
Ante la perspectiva desfavorable y un gran miedo, confusión y tristeza en el cuerpo, los trabajadores deciden encerrarse en la factoría y simular que el respetado jefe todavía está vivo. A partir de ahí todo se desmorona porque emergen diferencias en las relaciones laborales y un sentimiento de desprotección ante la ausencia del patriarca, un tipo que lo decidía todo y nunca delegaba en nadie.
Tal vez porque está ambientada en esa década de los ’90 que ya tan lejana se nota viendo las imágenes, todo parece bastante obsoleto. Además, la dinámica narrativa de «Maquinaria Panamericana» nos enseña un caos absoluto en esas instalaciones que afecta a lo organizativo y lo moral, con expedientes y archivos que se amontonan y Don Chucho, el contable, que parece tener algunos secretos bien ocultos.
Hasta el fallecimiento del dueño de la empresa, todos eran mansos y gregarios como si también le pertenecieran a Don Alejandro, inclusive sus posturas machistas eran imitadas por algunos. Tras su muerte, la película define muy bien las consecuencias de ese fanatismo grotesco que provoca la imposibilidad de ver más allá de los muros exteriores de ese recinto.
La lógica industrial aboga por la mecanización y la automatización progresiva en detrimento del trabajador remunerado. Del Paso hace que cada una de las máquinas del sector de la construcción que aparecen en el filme sean destructivas. Siempre que son accionadas es para destrozar alguna cosa.
Buen trabajo de Joaquín del Paso tras su corto documental de carácter social, espiritual y sobre el pueblo originario mixteca, «El Sueño de San Juan».
©José Luis García/Cinestel.com