«Noche herida», la película que ganó en el FICCI, completa una trilogía

El jurado de la competencia de cine colombiano del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (Colombia) dictaminó que la mejor película de la sección en la 56 edición fue «Noche herida», un documental de Nicolás Rincón Gille que completa una trilogía iniciada con «En lo escondido» y «Los abrazos del río», dos trabajos con numerosos galardones en su haber, que junto a éste intentan demostrar la idea del realizador de que la lógica paramilitar es la lógica del capitalismo. Todos y cada uno de estos filmes tienen ese eje en común. En concreto, «Noche herida» hace hincapié en un asunto muy penoso para los colombianos como es el de los desplazados, sobre todo los de finales de los noventa y principios de los 2000, aunque también hubo y sigue habiendo otras pequeñas oleadas. El filme fue rodado en las afueras de Bogotá, casi en los límites con el campo, para evitar la influencia de las bandas paramilitares durante su rodaje. Son sin duda, grupos muy reducidos de gente los que en general las componen, pero… ¿qué hace la mayoría?
Nunca hay que olvidar que el porcentaje más numeroso de habitantes de las barracas son gente de bien que huyó de la violencia en sus lugares de origen. La protagonista de «Noche herida» es una de esas personas. Blanca vive con tres de sus nietos en la frontera de Bogotá, casi en la línea que separa lo urbano y el campo. El mayor de ellos, Didier, ha decidido abandonarla, algo que suele ser muy común en esa situación, pues la gente tan joven siempre quiere buscar nuevos horizontes en su vida. Esto provoca que la abuela fuerce su atención en los otros dos, Camilo y John, por temor a que también se le vayan con el tiempo.
El éxito del documental radica en su método de elaboración. En «Noche herida» está claro que no hubo un guión prefijado que hubiera de seguirse a rajatabla, sino que se nota que Nicolás Rincón ha encadenado diversas escenas de improvisación dentro del marco estrictamente familiar. La película mantiene dos líneas paralelas para su seguimiento: la conversacional en donde se emplea el lenguaje coloquial propio y normal de las relaciones de cercanía íntima, unas veces gozosas y otras tirantes, y la línea que subyace en el plano oculto, con esos temores múltiples nunca acabados de confesar del todo, algunos traumas del pasado, y deseos de futuro aquí manifestados en las plegarias de Blanca dirigidas a las benditas almas. Pese a los clichés e ideas preconcebidas que tiene la señora, lo grave también es que todo aparenta ser habitual dentro de la normalidad del caos, unido al problema de tener que vivir en un lugar poco digno.
Pobreza, dificultad y violencia son los tres círculos viciosos amenazantes que deberán lograr sortear sin dejar de invocar a los principios de la resistencia campesina.
©José Luis García/Cinestel.com