«El Hijo de Saúl», de László Nemes; cine conmovedor e inquietante

Estreno en España el viernes 15 enero 2016
Son muchas las historias relacionadas con el Holocausto nazi que han llegado al cine con la intención de que el espectador conozca la gravedad de ese peligroso escenario a partir de diferentes perspectivas. Si bien «El Hijo de Saúl» puede considerarse una película más dentro de ese contexto, lo que aquí cambia y se revela como único es el enfoque y el panorama desde el que se cuenta. Saúl Auslander es un prisionero húngaro obligado a trabajar en uno de los hornos crematorios del campo de concentración de Auschwitz. Su trabajo consiste en quemar los cadáveres de los otros prisioneros de su propio pueblo. Con el convencimiento de que se trata de un hijo suyo, salva el cuerpo de un joven y busca un rabino para poder enterrarlo como corresponde. Su vida en el lugar, las horribles exigencias de sus captores y la creencia de que quizá todo acabará y podría salvar la vida, se suman a este relato diferente, conmovedor e inquietante.
«El Hijo de Saúl» es una película basada en similares encuadres, rodados en formato 4:3. Se trata de un seguimiento del protagonista, casi siempre desde atrás o desde el costado. Todo lo que hay a su alrededor lo vemos desenfocado y por tanto, queda fuera de nuestro campo de visión aunque, como es obvio, seguimos escuchando el sonido que lo envuelve, tanto de personas al hablar como de objetos que se mueven. La experiencia de seguir a Saúl nos proporciona un punto de vista muy preciso sobre el angustiante lugar en el que se encuentra, hasta el punto de percibir su estado emocional en cada momento.
El director húngaro László Nemes nos introduce en ese mundo sórdido y horrible de una manera directa, partiendo de los disparos que resuenan al principio de la película y transportándonos por la pesadilla que vive este hombre y otros muchos que le rodean. En el filme abundan los planos secuencia, y el sonido está tan bien elaborado que se convierte en una parte esencial para el entendimiento de lo que está pasando. El conocimiento de los hechos y la memoria son partes clave para combatir esta sinrazón que la película retrata de una manera original, apelando al nivel de observación del público que la vaya a ver.
©José Luis García/Cinestel.com
Notas del director

László Nemes
«El hijo de Saúl» es un ambicioso largometraje producido con un presupuesto modesto que introduce al espectador en lo más profundo de un campo de concentración. Nuestro objetivo era tomar un camino completamente diferente al habitual en la realización de dramas históricos, cuya dimensión suele ser muy amplia y cuya narración se caracteriza por presentar múltiples puntos de vista.
Esta película no narra la historia del Holocausto, simplemente la historia de un hombre atrapado en una situación espantosa, limitado en el espacio y en el tiempo. Dos días en la vida de un hombre que se ve obligado a perder su humanidad y que encuentra la supervivencia moral en el rescate de un cadáver. A lo largo de la película seguimos los pasos del protagonista, revelamos únicamente lo que ocurre a su alrededor y creamos un espacio fílmico orgánico, de reducidas dimensiones más cercanas a la percepción humana.
Nuestra estrategia visual y narrativa se basó en el uso de una fotografía con poca profundidad de campo, la presencia constante de elementos fuera de plano en la narración de tomas largas y la limitada información tanto visual como basada en hechos a la que tanto el protagonista como el espectador tienen acceso. La película retrata este mundo de forma fiel, pero los sucesos y lugares en los que aconteció el horror se presentan fragmentados, lo que permite al espectador dar rienda suelta a su imaginación. El espectador no puede evaluar la totalidad del infierno que atraviesa el protagonista, solo puede reconstruirlo parcialmente en su cabeza. Los diálogos multilingües en este babel de nacionalidades contribuyen transmitiendo el sentimiento orgánico y continuo de la percepción humana atrapada en medio de toda esta inhumanidad.
En una historia tan oscura como la aquí narrada, creo que también se palpa un gran sentimiento de esperanza: a través de la pérdida total de la integridad, de los valores y de la religión, un hombre comienza a escuchar una débil voz en su interior, que le empuja a realizar una hazaña aparentemente vana e inútil, para terminar encontrando moralidad y un afán de supervivencia en su interior.
*László Nemes, director de la película