«Lucifer», de Gus van den Berghe; renacer, creencias y rituales

A raíz del estreno en Ciudad de México hubo una polémica creada con respecto a esta película que evidencia la necesidad de que se utilicen más a menudo la comunicaciones escritas entre productoras y Cineteca Nacional de modo que esta última pueda argumentar por esa vía sus decisiones. De esa forma, cuando se tenga que recurrir a las redes sociales se haría con mayores elementos de juicio y se evitaría el «no la he visto», que es lo que respondió el actual director de la institución publica cuando Paula Astorga le acusó de un supuesto intento de censura para la programación de Distrital. No existe cineasta que haya nacido con vocación para que nadie entienda sus películas y Alejandro Pelayo debería de aclarar a qué se refería cuando dijo que tanto «Caballo Dinero» del portugués Pedro Costa como «Lucifer» de Gus van den Berghe, «deberían tener más información». Por suerte para todos, el filme se pudo exhibir en la Cineteca.
Lo único que tiene «Lucifer» de experimental es su formato, el Tondoscope, una imagen circular a la que te acostumbras a los pocos minutos de iniciada la película. Paraíso, pecado y milagro son los tres capítulos en los que se divide este filme sobre el regreso o renacimiento del ángel caído, un personaje que lo encarna el conocido actor Gabino Rodríguez. Lucifer pasa por un pequeño poblado de Michoacán, donde viven Lupita y sus nietos María y Emmanuel. Este último finge estar enfermo y ocupa su tiempo para beber y apostar, mientras que sus familiares deben trabajar. El recién llegado transforma la vida de estos tres personajes y de toda esa comunidad michoacana, pues muchos creen que es un ser divino.
«Lucifer» es una película que tiene una dimensión surrealista y habla sobre el bien y el mal. También trata sobre la inocencia y el cuestionamiento del porqué estamos aquí. «No soy un santo, pero tampoco soy un ladrón», explica el recién llegado que se desenvuelve entre milagros aparentes y algunas confesiones. Las actuaciones gozan de una gran naturalidad, con algunos habitantes del mismo lugar de rodaje, y la narración fluye y es distraída. La parte final de esta historia está dedicada a diferentes rituales conocidos y es entonces cuando el plano cambia y pasa a pantalla completa en un momento en el que se está haciendo el pasacalles de la fiesta del pueblo.
Este filme tiene importantes reconocimientos: Gran premio del Blanck Nights Festival de Tallinn (Estonia), Mejor Película del Festival de Guanajuato, Gran Premio del Festival Internacional de cine T-Mobile New Horizons, y una Mención Especial en el Festival de París L’Europe autour de l’Europe. Cineteca Nacional lo reprogramó tras esa incidencia en las redes sociales y dispuso también la proyección de las dos obras anteriores del director belga.
©José Luis García/Cinestel.com